B.4. El estado de sueño, el estado de nuestro ser cuando dormimos 

Índice:
– Introducción
– La máscara como rebelión, y el estado de sueño
Las experiencias gozosas en el estado de sueño
– Materiales

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Introducción

[Como material más importante, ver en este enlace el taller dedicado a ello (pdf y audios). Ver también abajo el apartado materiales, donde enlazo algunos vídeos en español; son partes de ese taller, donde habla María Magdalena, traducidas «al vuelo», tras cada pedazo de charla de ella]

En los momentos del sueño tenemos experiencias que parecen muy reales, ya que con el cuerpo que llamaremos cuerpo espiritual («energético») seguimos haciendo cosas que son muy reales (es decir, que son como las que tenemos aquí en lo físico), y, de hecho, a menudo ese cuerpo está en el primer plano de los desencarnados… o tiene la posibilidad de visitar otros planos.

Lo que hacemos en este estado del sueño va a veces en contra del «crecimiento» de nuestra alma, pero lo que hagamos en ese estado también puede servir para procesar emociones, etc. (aunque la clave está en lo que «hacemos» en nuestro estado de vigilia con nuestro yo completo: yo herido, yo máscara, yo real).

Los sueños, dicho rápidamente, serían mensajes de nuestra alma sobre las emociones que estaría bien que procesáramos (tanto en el estado de vigilia como en el del sueño).

Volviendo al cuerpo espiritual en el estado de sueño y a sus acciones «muy reales»: Las emociones del yo herido, las que en el estado de vigilia no hemos  procesado, hacen que actuemos en base a ellas en el estado de sueño, involucrándonos a veces con muchas otras personas -en su cuerpo espiritual- para todo tipo de prácticas.

Por ejemplo, si albergamos mucha vergüenza relacionada con el sexo, y en nuestro estado normal no procesamos esa parte del yo herido  (porque normalmente tenemos un yo-máscara muy duro… y en el estado de vigilia no anhelamos fervientemente la verdad sobre nosotros, para así poder ejercitar la humildad con ello, y para así poder abrirnos más al amor divino), entonces, en el estado de sueño, podemos actuar de formas muy «desvergonzadas».

Si luego, en el estado de vigilia (como nos cuenta Mary en una charla) sale a la luz -hablando con la pareja- el hecho de que, durante el estado de sueño estamos teniendo esas relaciones «sexuales», entonces, en el estado de vigilia, durante esa conversación y días después… puede que nos surja toda esa vergüenza que habíamos estado evitando sentir en el estado de vigilia (una oportunidad para procesarla, como vemos, que la ley de la atracción nos habrá puesto en bandeja).

La máscara como rebelión, y el estado de sueño

La rebelión «contra la humildad» en que consiste nuestra máscara puede ser motivo de que en el estado de sueño (es decir, actuando en nuestro cuerpo espiritual, en situaciones también muy reales), actuemos en base a las emociones del yo herido. (Recordemos que, en el estado de sueño, la máscara no tiene sentido.)

Por ejemplo, si despiertos -es decir, en el estado de vigilia- tenemos mucha emoción de vergüenza sin procesar, que crea nuestra máscara, entonces en el estado de sueño podemos «soltarnos» totalmente para hacer «lo que nos dé la gana», como intentando demostrar que «no hay nada de lo que avergonzarse». Sin embargo, así aumentaríamos esa emoción de vergüenza, y aumentamos pues la cáscara con la que nos vamos a hacer sufrir a nosotros mismos (al impedirnos un poco más ser el yo real).

Es decir, como vemos, cualquier emoción que no queramos sentir en el estado de vigilia (que no la queramos sentir con la actitud humilde de un niño pequeño), a veces nos hace comportarnos -en el estado de sueño- de maneras que en realidad consiguen acrecentar esa emoción enmascarada (del yo herido), y, por lo tanto, hacemos que crezca nuestro sufrimiento.

Las experiencias gozosas en el estado de sueño

Entonces, ya «sabemos» que el tema no está en entender los sueños ni en entender las experiencias que tenemos en el cuerpo espiritual cuando «dormimos», sino más bien se trata de «entender emocionalmente» (de involucrar las emociones a la vez que el intelecto).

Y parece que a veces basta recordar las emociones, o hacer por recordarlas, o permitirse sentirlas… etc.

Algunas experiencias que tenemos en el cuerpo espiritual seguramente nos ayuden a sentir ciertas emociones de gozo, plenitud, etc., que quizá «necesitemos»… y que quizá no nos permitimos sentir en algunos momentos del periodo de vigilia -sobre todo quizá en los momentos más cruciales de la vida, cuando tomamos decisiones importantes-.

Así, como vemos, en teoría todas las noches «viajamos».

No habría nada especial en los viajes «astrales», que, por cierto, a veces son más bien des-astre-ales… o sea, un desastre… y por eso será que apenas recordamos lo que hacemos realmente por la noche… muy realmente… para no deprimirnos más 🙂 .

Así pues, tenemos vivencias muy reales de noche, y simplemente porque «no somos» los dos cuerpos, sino el alma, que es el yo real, por así llamarlo (ver el punto A.3).

El alma está siempre viva:
– a través de los dos cuerpos,
– o bien «solo» a través del cuerpo espiritual.

Cuando dormimos, podríamos verlo como que «solo el cuerpo espiritual tiene alma», aunque lógicamente nuestro cuerpo físico sigue enganchado por un cordón con el cuerpo espiritual y con el alma.

Por lo tanto, de noche, el alma sigue teniendo «aventuras» con ese cuerpo, y a veces en ellas no ayudamos a nuestra alma a progresar -como ya hemos visto arriba-, aunque otras veces sí (por ejemplo si tenemos una experiencia gozosa que puede que nos ayude en algún momento decisivo de la vida con el cuerpo físico).

Recordemos también un dato básico: con ese cuerpo espiritual es con el que seguiremos viviendo, en la evolución del alma, durante mucho «tiempo», atravesando muchos planos, si queremos.

Entonces, en las experiencias gozosas quizá estén involucrados guías benévolos que nos ayudarían a trasladar el alma por ejemplo a otros planos más elevados en su condición de amor, para que veamos y registremos algunas características y emociones que hay o predominan en esos siguientes planos.

Así, sería como que nos «descargamos» incluso aquí, en nuestra existencia terrestre (o sea, en esta «zona de recolección de memorias físicas que llamamos «Tierra»» 🙂 )… nos descargamos, decíamos, una constatación de «esperanza» fundada, o de ánimos muy oportunos en ese momento, etc.

Por ejemplo, parece que en lo que llamamos las Pléyades puede que estén, a todas luces, algunos de esos siguientes planos.

Hay una de las entrevistas de Miller, donde Mary canaliza a una humana que, tras morir hace mucho en la Tierra, ya está en el sexto plano (sin relación directa con Dios, en ese tope que dicen… el tope de lo natural para nuestra alma…).

Esa mujer, Alexandra, se autodenomina «pleyadiana».

Quizá sucede que esos humanos allí le ponen «mucho nombre», es decir, se enorgullecen de sus localizaciones… etc. Y con eso quizá les pasa un poco como nos pasa a nosotros, que nos gusta creer -antes- que «estamos» en la Tierra… antes que en nuestra condición álmica.

Pero claro, lo primero es nuestra condición álmica, y de ella depende dónde «nos pone Dios». Y Dios nos pone en cada sitio -por lo que parece- de modo que se respete, con esa colocación… se respete, máxima y perfectamente, el libre albedrío de todas las almas que estén involucradas en todos los recuerdos, intenciones, deseos, emociones… de nuestra alma.

Materiales

1.- Como material más importante, ver en este enlace el taller dedicado a ello (pdf y audios)

2- María Magdalena explica cómo representaba el yo herido en el estado de sueño, degradando su alma: vídeo parte 1 / parte 2 / parte 3 (partes del taller del material 1)

3.- Conversación: el estado de sueño; las vivencias reales de nuestro cuerpo espiritual: vídeo / texto con el índice del encuentro, que comentamos y «ampliamos»

4.- En este vídeo de la serie de vídeos sobre Constance (una serie que está dentro del tema de mediación con los espíritus que están en planos superiores en amor (ver punto B.8)), esta mujer, Constance, da un ejemplo donde vemos cómo es su labor con una persona concreta, tanto en el estado de sueño como en el de vigilia.