El personaje bíblico Esaú, hijo de Isaac, escribe sobre los espíritus de antaño intolerantes y arrogantes

A través de Padgett, el personaje bíblico Esaú, envió este mensaje* hace más de 100 años.

Mensaje leído en audio (y breves comentarios):
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4 diciembre 1916

El personaje bíblico Esaú, hijo de Isaac, escribe sobre los espíritus de antaño intolerantes y arrogantes, que rechazan el conocimiento de la Verdad Divina y el Nuevo Nacimiento.

Estoy aquí, Esaú, hijo de Isaac.

Yo era el hijo de Isaac y el hermano de Jacob, y el que los judíos consideraban que había vendido su primogenitura por un montón de potaje, pero fui tergiversado en este sentido, ya que sólo hice lo que la necesidad me obligó a hacer.

Pero todo eso ya pasó, y ahora soy un habitante de los ámbitos Celestiales, pues en el mundo de los espíritus todas las cosas se arreglan, y me convertí en un poseedor del Amor Divino después de haber recibido el conocimiento de su re-otorgamiento en la venida de Jesús.

Muchos de los personajes del Antiguo Testamento no han realizado todavía esta gran transformación, porque en su concepción de justicia propia [self-righteousness: en plan su: «justificarse» uno mismo en su rectitud], están contentos en esa concepción, y adoran a Dios como lo hacían en la tierra, aunque han dejado de ofrecer sacrificios de animales, porque no tienen ninguno en la vida espiritual que ofrecer, y sin embargo, todavía tienen la creencia de que el sacrificio es necesario, y en su imaginación, ofrecen lo que para ellos es simbólico de las ofrendas que hacían en la vida terrestre.

Sí, es una suposición muy natural [aquí Esaú dialoga con Padgett, y el contenido del comentario o pregunta de Padgett hemos de adivinarlo por lo que sigue contestando a continuación Esaú], pero debéis saber que la mente y las creencias de los mortales continúan con ellos cuando se convierten en espíritus, y que no se dejan convencer de los errores de sus concepciones de la Deidad, y muchos de estos espíritus de antaño, están en esa condición ahora. Se niegan a creer o incluso a escuchar las verdades acerca de la existencia, y acerca de su relación con Dios, como lo hacían cuando estaban en la tierra.

Tienen ojos, pero no ven, y oídos, pero no oyen, y envueltos en la oscuridad de sus creencias, se niegan a dejar entrar la luz, o a permitir que las verdades que son tan evidentes para otros iluminen sus almas. Una mente cerrada por el fanatismo y la intolerancia es igual de persistente después de que el mortal se convierte en espíritu, aunque haya un cambio en su entorno, en lo que podríamos llamar su existencia física y en sus posibilidades de aprender la verdad, sin embargo, muchos de estos espíritus, se niegan absolutamente a reconocer cualquier cambio o posibilidad de cambio en su condición espiritual.

No es de extrañar que no comprendáis cómo es posible que estos espíritus de la clase mencionada puedan vivir todo este gran período de años —como estimáis el tiempo—, en esta condición, rodeados de espíritus que han encontrado la verdad y muestran esa posesión en sus apariencias y felicidad —y especialmente por algunos de sus antiguos asociados que han entrado en la luz— y no verse influenciados por estas apariencias y las experiencias de estos asociados, pero, sin embargo, es verdad, y la dificultad de convertir estos espíritus intolerantes parece crecer tanto más cuanto más avanzan en su progresión de mente y de amor natural.

Son felices en un sentido relativo y en sus creencias no pueden concebir ninguna otra creencia o causa de progreso que pueda traerles mayor felicidad; y además están firmemente convencidos de que hacen la voluntad de Dios en su manera de adorar y en sus sacrificios simbólicos.

Estos espíritus de antaño, como los llamáis, pero que son jóvenes en comparación con muchos en las esferas espirituales, tienen sus sinagogas y templos de culto, y sus sacerdotes y servidores y adoradores según sus antiguas creencias. Y las ceremoniales con que acompañan sus reuniones de adoración son muy poco diferentes de las que tenían en la tierra. Tienen todas sus vestimentas y atuendos y otros aditamentos que en la tierra los distinguían del común de la gente, y dicen sus oraciones en público y se deleitan al mostrarse como espíritus santos, los especialmente elegidos por Dios, tal como lo hacían en la tierra; y a medida que se desarrollan más y más en su amor natural, y asumen la condición de perfección, hasta la perfección de los primeros padres tal como existían antes de la caída, pueden permanecer en esta condición de creencia en cuanto a su relación con Dios, y en cuanto a su manera propia y única de adorarle por toda la eternidad.

Declinan recibir el conocimiento de la verdad del Nuevo Nacimiento, y como eso es algo opcional para ellos y su rechazo no les impide llegar a ser el «hombre perfecto», como se te ha explicado, no hay una necesidad absoluta, como piensan, de nacer de nuevo para permitir una restauración de la armonía de esa condición y relación que pueden tener con el Padre.

Por supuesto, hasta el día de la consumación del Reino de las Esferas Celestiales tendrán la oportunidad de convertirse en receptores del Amor Divino y de la transformación en ángeles redimidos, pero es dudoso que muchos de ellos elijan alguna vez aceptar este gran privilegio.

Me alegro de haber podido escribirte esta noche, ya que es una experiencia nueva para mí, pero que me produce una gran satisfacción, y volveré, si te parece bien, a escribirte más.

Quiero decir para terminar que conozco la diferencia entre aquel espíritu que tiene en su alma el Amor Divino, y el que no lo tiene, y que el mero tiempo de existencia de un espíritu en el mundo espiritual, no indica necesariamente que el espíritu posea el Amor Divino. Como dijo Jesús cuando estaba en la tierra: «los primeros serán los últimos, y los últimos primeros», y puedo añadir que algunos nunca serán ni primeros ni últimos, sino sólo los recordatorios de lo que podría haber sido.

No voy a escribir más.

Tu hermano en Cristo

Esaú

Mensaje original:
https://divinetruth.com/sites/main/en/pje/PJE19161204A.htm

Index:
PJE19161204A
Author:
Esau
Receiver:
James E. Padgett
Location:
Washington D.C.
Date:
04 Dec 1916
Sources:
True Gospel, Vol I, page 279
Angelic Revelations, Vol I, page 160