Qué difícil lo teníamos de niños para no hacernos una dañina fachada,
esa fachada que va bloqueando tanto las emociones erradas…
emociones que a su vez han creado en parte todo este mundo de engaños y demás…
Lo digo porque,
imaginaos lo que «nos tendría que haber contado» (un guía, si pudiéramos oírle):
– debes saber que muchas de esas emociones que sientes son de los adultos
– cuando las sientas deberías poder expresarlas sin daño a nadie ni culpando; eso sería bueno, es la verdad sobre lo mejor para el alma, la ley del alma (que fluya)
– pero como los adultos no quieren sentir esas cosas, entonces no te van a dejar (y tú te vas a ir no permitiendo a ti mismo sentir, por imitación de su error)
– tampoco les vas a convencer de ello fácilmente (pues ni siquiera estás entendiendo esto del todo)
– así que te tienes que «jorobar»* y buscarte unos momentos aparte donde poder hacer liberación de ira, miedo, tristeza, etc.
– te tienes que «jorobar», porque si expresas mucho quizá te maten o te lleven a un internado donde ya no vas a tener tiempo para hacer la liberación emocional de las perrerías que te hagan en el internado los que ya ni siquiera te conocen…
Y cosas así…
(aparte de que el guía, si es chupi, y sin contravenir el libre albedrío, le invitaría al niño a pedir amor a Dios, y a oír a su propia alma sin miedo a los taponamientos que los adultos hacen automáticamente a esa «voz» de la conciencia en el niño… etc.).
Así que ¿nos toca quizá experimentar contando esto a la gente, en plan como si nos lo contáramos al niño que fuimos?
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* Lógicamente en este punto un guía no sentiría eso, solo es una forma de hablar para dar cuenta de la encerrona que provoca la ignorancia humana sobre la importancia del alma y las emociones (la importancia máxima de CADA alma).