En este audio (y ver textos abajo), leo dos mensajes que dio la abuela de Padgett en 1916, febrero (18, 25), sobre el tema de Dios… y un mensaje muy breve de confirmación que dio el padre de Padgett el día 25.
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18 febrero 1916
Ann Rollins: ¿Quién y qué es Dios?
Estoy aquí, tu abuela.
Bien, hijo mío, vengo esta noche, como te prometí, con el propósito de escribirte una carta, hablándote de cierta verdad espiritual que deseo que conozcas.
Estoy ahora en la tercera Esfera Celestial, como ya te dije, y estoy en una condición mucho más exaltada en mi conocimiento de las verdades espirituales de lo que nunca he estado, y me han abierto una visión espiritual que aumenta mi comprensión de la verdad y de la cuestión de las disposiciones del Padre para la felicidad y la salvación de Sus hijos.
Ahora sé más que nunca que Él es un Dios real de Amor, Poder y Sabiduría, y que la ira, tal como se enseña en la Biblia, no forma parte de Su naturaleza, y que Él tiene para Sus hijos, tanto en la tierra como en el mundo de los espíritus, sólo amor, solicitud y simpatía.
No es un Dios que esté lejos esperando la llegada del gran día del juicio, para aprobar o condenar a sus hijos según las obras realizadas en la tierra, sino que está con todos los hombres y espíritus de manera que su influencia de amor y de benevolencia pueda ser sentida por ellos, si se ponen en la condición de receptividad del alma para que tal influencia pueda ser sentida, porque, como hemos dicho antes, la relación y la proximidad de Dios con el hombre depende, en gran parte, de la voluntad y de los deseos del hombre mismo.
Dios no está, en lo que puede llamarse Su personalidad, con los hombres, como han enseñado los maestros de las religiones de las Biblias del mundo, y los hombres no viven, se mueven y tienen en Él su ser, como escribió San Pablo, pues Su personalidad tiene una ubicación que no está en todas partes sino en los altos Cielos.
Sé que esto les parecerá sorprendente a muchas personas, ortodoxas o no, y que aparentemente les quita el consuelo de creer y sentir que Dios está con y en ellos; pero, sin embargo, lo que digo es cierto.
No está en ellos ni en la naturaleza, como dicen algunos de los científicos que creen en Dios. No está en cada flor o árbol u otra manifestación de Su creación. Y, en cuanto a Su personalidad, no es omnipresente, aunque tiene conocimiento de todas las cosas que creó, y digo «que ha creado», pues hay algunas cosas que aparecen al hombre como parte de las realidades del universo, pero que Él no creó, sino que sólo el hombre creó, y para estas cosas no tiene amor y no aprueba ni favorece su existencia, y al final serán destruidas de la faz de Su universo.
Y cuando digo que Dios, en su personalidad, no está en todas partes y no está con los hombres en todo momento formando parte de su ser, no quiero decir que se entienda que no es el Padre amoroso y vigilante, que trata de hacerlos felices y salvarlos de los resultados de sus propias y numerosas malas acciones, pues tal inferencia no sería cierta.
Y aunque, como digo, Él no está con los hombres en esta personalidad, sin embargo está con ellos en el sentido y la verdad, de que Sus atributos de Amor y Sabiduría y Conocimiento y Poder están con ellos siempre. La vida emana de Dios, pero la vida no es Dios, es sólo uno de sus atributos conferidos a los objetos de su creación, para que puedan vivir y crecer y cumplir los designios de su creación; y cuando ese propósito se ha cumplido, Él les retira este atributo de vida, y los hombres pueden darse cuenta de ese hecho.
Dios no ha dejado de ser, en sí mismo, una parte de ese objeto, pues nunca fue una parte de él, sino que sólo este atributo ha dejado de ser una parte del objeto.
Dios es la fuente y el origen de toda vida, pero esa vida no es más que una de sus criaturas, como decimos, al igual que el hombre u otras cosas que los mortales llaman materia.
El hombre no vive ni se mueve ni tiene su ser en Dios, sino meramente en los atributos de Dios. Por lo tanto, ves que no todos estos atributos juntos constituyen a Dios, porque Él es una personalidad de la que fluyen todos estos atributos.
Sé que es difícil para ti comprender todo el sentido de lo que pretendo transmitir, pero puedes captar en cierto modo mi significado.
El amor es un atributo más grande incluso que la vida, pero el amor no es Dios, así como el amor no es el hombre, aunque es su mayor posesión cuando existe en su pureza; y así como el hombre tiene muchos atributos que todos juntos no hacen al hombre, así Dios tiene muchos, y sin embargo son sólo partes de Su naturaleza y no Él.
El hombre tiene un cuerpo físico y una mente y, sin embargo, no constituyen el hombre, pues puede perderlos ambos y seguir siendo hombre, o espíritu -es decir, el ego-. El alma es el hombre real. La personalidad, y todas las partes maravillosas del hombre, como la mente y los afectos y los deseos y la voluntad son meramente de él, y si se le privara de cualquiera de ellos, seguiría siendo hombre -aunque no el hombre perfecto como cuando todos están con él realizando su funcionamiento adecuado-.
Y el hombre está creado de tal manera que, a menos que tenga estas cualidades, que en su creación fueron hechas partes de él, y que fueron necesarias para hacer de él la criatura perfecta que era, aunque sigue siendo hombre, no es el hombre perfecto que Dios decretó que fuera; y hasta que estas cualidades sean completamente restauradas o recuperadas por él, no será el hombre que fue la mayor obra del Todopoderoso.
Y Dios no es Dios por tener estas cualidades, sino que estas cualidades existen porque son los atributos de Dios. Él nunca las pierde, ni se ocultan ni dejan de hacer su función, sino que siempre están existiendo y operando y obedecen a Su ser.
Dios es alma, y el alma es Dios, y en esta alma consiste su personalidad sin individualidad, pero real y existente – y (consiste en) vida de la que fluyen todos estos Atributos de Vida y Amor, etc., de los que he hablado. Dios es Espíritu, pero el espíritu no es Dios, sino sólo una de sus Cualidades.
Escribo esto para darte una idea adicional de quién y qué es Dios, y para mostrarte que Él no está en el hombre ni el hombre tiene su ser en Dios. Para mostrarte además que Dios no existe ni podría existir en el mismo lugar con aquellas cosas que no están en consonancia con Su naturaleza y cualidades; y si Él estuviera en el hombre o el hombre en Él, entonces no existiría el pecado ni el error ni las cosas que violan.
Debo parar ahora, pero vendré pronto para terminar mi mensaje.
Con todo mi amor, soy tu abuela, Ann Rollins.
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25 febrero 1916
Ann Rollins: ¿Quién y qué es Dios? – continúa.
Estoy aquí, tu abuela
Vengo a reanudar mi discurso, si crees que estás en condiciones de recibirlo. Bueno, lo intentaremos, y si veo que no lo estás, me detendré hasta más adelante.
Como decía, Dios no está en el hombre ni en las cosas materiales, en lo que se refiere a su personalidad, sino que sólo se manifiestan en las cosas materiales aquellos atributos suyos que los hombres suelen considerar como Dios.
Como he dicho, Dios no es el creador de todas las cosas que parecen tener una existencia, pues muchas cosas que controlan y gobiernan la conducta de los hombres son enteramente criaturas del hombre, y no están en armonía con las leyes de Dios o con Su voluntad. Y por lo tanto, cuando se comprende que existe en las almas y mentes de los hombres el mal que no está en armonía con las creaciones de Dios, se puede ver fácilmente que Dios no puede estar y no está en tales almas y mentes, ni sus atributos, porque, como se dice en las leyes de la filosofía física, dos cosas no pueden ocupar el mismo lugar al mismo tiempo, así podemos decir en cuanto a la filosofía espiritual, que dos cosas no pueden ocupar la misma alma o mente al mismo tiempo, especialmente cuando son antagónicas u opuestas entre sí en sus cualidades o fundamentos. Hasta que la una no desocupe su lugar, la otra no puede entrar, y esto es invariablemente cierto para las criaturas de Dios y las criaturas del hombre, pues siempre y en toda circunstancia son opuestas entre sí.
Pero debe ser entendido que, cuando hablo de las criaturas de Dios, no debe entenderse que incluya a Dios, porque Él, como Creador, es totalmente diferente de sus criaturas; y aunque sus criaturas o ciertos atributos pueden encontrar un alojamiento y habitación en las almas de los hombres y en las mentes de los hombres y en la existencia de las cosas materiales, sin embargo Él, Dios, nunca encuentra tal alojamiento, y nunca forma parte de tales existencias. Él es tan distinto de las criaturas, o mejor, de las emanaciones de Él, como los pensamientos y deseos del hombre son distintos del hombre mismo.
Dios está en sus Cielos, y esos Cielos tienen una ubicación, así como las diferentes esferas del mundo espiritual, en las cuales los espíritus tienen sus hogares, tienen ubicaciones; y Su ubicación está mucho más allá de las más altas esferas Celestiales conocidas por el más alto espíritu, y hacia las cuales los espíritus están siempre progresando, y a medida que progresan, más y más cerca entran en contacto con estos Atributos de Dios, que fluyen constantemente de Él.
Incluso Jesús, que, como sabéis, es el más brillante de todos los espíritus y el que posee más de estos atributos del Padre que cualquier otro espíritu, no ha visto nunca a Dios sino a través de la percepción del alma, ni se ha dado cuenta de que Dios está en él o forma parte de él; y equivocados y engañados están los hombres cuando dicen o creen que Dios está en ellos o que en Él viven y se mueven y tienen su ser.
Para creer que esto es cierto, Dios sólo puede ser una especie de algo nebuloso -inconsistente como el aire- y, como dicen muchos de los espiritualistas, una mera fuerza que impregna todo el universo, dividida en muchas e infinitesimales manifestaciones, que hoy se ve y se siente… y mañana no tiene existencia. Un algo menos sustancial que el hombre -débil y poderoso a la vez-, una contradicción más allá de toda concepción o explicación.
Tal cosa no es Dios; pero todas estas manifestaciones no son más que la evidencia de la existencia de un Ser sustancial y, puedo decir, nunca variable, que existe por sí mismo, que no es la criatura de la mente del hombre o de las necesidades o deseos del hombre, sino el Creador de todo, incluso de estos sabios que no pueden concebir ningún Dios que no sea la naturaleza, la mera criatura de Su ser y sabiduría y poder.
La mente humana, cuando se la deja a sí misma, es decir, a su propia evolución – como dicen vuestros científicos -, y no se ve influenciada por las revelaciones de las verdades espirituales o las sugerencias de los espíritus que han avanzado en el conocimiento de las cosas más allá de lo material, no ha mejorado mucho desde los días en que vivían y morían los adoradores del sol, y los adoradores de los gatos sagrados, de los toros, de los elefantes, de las tormentas, de truenos y relámpagos…
Dios estaba en todas estas manifestaciones, inmanente y real, para ser aplacado o amado según la necesidad; y hoy, entre vuestras naciones civilizadas, y entre los sabios de estas naciones que no pueden ver a Dios en lo espiritual, es el conjunto de todas estas cosas materiales el Dios al que deben adorar – si es que siquiera adoran algo -.
La naturaleza es Dios para ellos, y ya veis que la única mejora, si es que hay alguna, que sus mentes tienen en comparación con las mentes de los adoradores del Sol y de los animales, etc., que he mencionado, es que esas mentes no están satisfechas con ver a Dios en una sola manifestación, sino que debe haber una combinación de todas estas manifestaciones, que ellos llaman Naturaleza. Como veis, es sólo una diferencia de grado, y el científico de hoy que se niega a aceptar o a creer en cualquier Dios, quien puede ser de naturaleza espiritual (se refiere al científico, «quien»), es exactamente la contrapartida de aquel considerado como «hermano bárbaro», el que sólo podía verlo en el Sol, etc., en todo… salvo que él exige (el científico exige) un Dios más grande, que debe estar tanto en la forma más baja de la existencia mineral como en la más alta de la excelencia solar, e incluso en el hombre, pues con algunos, el hombre es su propio y único Dios.
Y es cuestionable si estos sabios no están más limitados en su concepción y aceptación de un Dios, que los anteriores hermanos incivilizados, porque muchos de estos últimos veían más allá y detrás de su Dios Sol y Dios de los truenos, etc., a otro Dios más grande que no podían ver, pero que podían sentir, y en sus almas se daban cuenta de su existencia.
Pero los sabios de las civilizaciones han desarrollado tanto sus intelectos que han perdido sus percepciones álmicas, y no puede existir ningún Dios más allá del horizonte de sus percepciones intelectuales, y, por tanto, como creen conocer la naturaleza – la naturaleza en tanto que toda la creación -, así, no puede haber otro Dios que la naturaleza.
Pero, ¡oh, el terrible error!
Dios entonces, como he dicho, es un ser -un alma- con una personalidad que tiene una ubicación en lo alto de los cielos, hacia la cual todos los espíritus de las esferas Celestiales y de muchas de las esferas espirituales se esfuerzan por acercarse cada vez más; y a medida que se acercan se dan cuenta y conocen el Amor y la Vida y la Luz crecientes que emanan del Manantial de estos atributos de perfección.
Y así, repito, Dios no está en el hombre ni en la bestia ni en la planta ni en el mineral, sino que sólo están Sus Atributos según la necesidad de su funcionamiento, y el hombre no vive ni se mueve ni tiene su ser en Dios.
Bien, hijo mío, te he dado, a mi manera imperfecta, alguna idea de Quién y Qué es Dios, y mi explicación es en sustancia el consenso del conocimiento de los espíritus Celestiales, cuyo conocimiento se basa en las verdades que ningún mortal ni todos los mortales combinados pueden aprender con sus mentes finitas.
Creo que has recibido mis ideas y palabras muy correctamente, y espero que las verdades que he escrito puedan resultar beneficiosas para toda la humanidad.
Me siento muy feliz y volveré pronto a escribirte otras verdades que pueden interesarte.
Ahora debo parar. Con todo mi amor y bendiciones, soy tu amorosa abuela,
Ann Rollins
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25 febrero 1916
John H. Padgett: Afirmación de que la abuela del Sr. Padgett escribió el mensaje sobre «¿Quién y qué es Dios?»
Estoy aquí, tu padre.
He estado escuchando el mensaje de tu abuela y me interesó observar la forma en que lo recibiste, porque es una comunicación profunda e importante de la verdad, que no es generalmente conocida por los mortales. Nosotros, en las esferas inferiores, por supuesto, no conocemos estas verdades tan extensamente como los espíritus de las Esferas Celestiales, pero he oído al Maestro hablar sobre el tema de Dios, y lo que tu abuela te escribió es, en resumen, lo que él nos ha explicado, pero, por supuesto, de una manera tal que nosotros podemos comprender mejor que tú, y en mayor medida, la verdad.
Hay una cosa que he observado en el caso de estos que se llaman científicos y que sólo creen en lo material, y también en el caso de los que se dicen infieles, cuando vienen a la vida espiritual, y es que muy pronto se dan cuenta de que hay o debe haber un Dios, y que su Dios de la naturaleza, o su Dios hecho por el hombre, no suple o satisface la palabra/expresión(word), si puedo expresarlo así, que encuentran que existe aquí.
Ellos, por supuesto, no tienen una concepción de la naturaleza de Dios en un principio, pero reconocen muy pronto, después de venir, que hay un Dios distinto y diferente de lo que ellos concebían que era cuando tenían alguna concepción de Él en la tierra y cuando negaban que hubiera algún Dios, y pronto se dan cuenta de la absoluta necesidad de que haya uno.
Y cuando habían hecho del hombre su propio Dios, ven a muchos espíritus de hombres en tales condiciones de oscuridad y sufrimiento y desamparo que se dan cuenta fácilmente de que el hombre no es Dios.
Por eso digo que la primera verdad que entra en su mente y en su alma cuando se convierten en espíritus es que hay un Dios, aunque no conozcan su naturaleza y sus atributos.
Así que, ves, sólo hay un pequeño velo de carne entre la presuntuosa mente de los mortales, que proclama que no hay más Dios que la naturaleza, o ningún Dios, y la mente consciente de su debilidad y pequeñez, tal como existe en el mundo espiritual.
Pero debo dejar de escribir sobre este tema o pensarás que voy a darte un sermón, cosa que no pretendo hacer ahora.
Con todo mi amor, soy tu amoroso padre, John H. Padgett
Mensajes originales:
https://divinetruth.com/sites/main/en/index.htm#padgett.htm