A través de las nieblas | Capítulo 12: Tras las nieblas

Índice
─ Introducción
─ Notas al capítulo
─ Versión en español

─ Versión en inglés

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Introducción

Este texto es introducido en esta página (y es enlazado en ella):
Página-guía B.9:
unplandivino.net/transicion/

Está en el apartado de esa página dedicado a Robert J. Lees (buscar «Robert» en la página).

Para los audios:
En esa misma página estarán enlazados y ordenados. El audio de este capítulo ya está allí enlazado. Y, como en otros audios, hice un comentario al final del audio, tras la lectura. En el comentario vemos algunas ideas importantes, y a veces aclaramos algunas cosas.

Reuniré todos los textos de este primer libro de R. J. Lees (A través de las nieblas) cuando vaya terminando de hacer esta «primera» versión de la traducción (que hago con ayuda de deepl y google) ─»primera» versión en el sentido de «para mi web»─.

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Notas al capítulo

(Enlaces donde tratan las cosas del capítulo con María Magdalena (las notas abajo tienen que ver con algunas de esas cosas):
20121010 Through The Mists – With Mary – Chapter 12 S1
https://www.youtube.com/watch?v=kHk4mzjWAI0
20121017 Through The Mists – With Mary – Chapter 12 S2
https://www.youtube.com/watch?v=SxpX-0K8YiQ
20121024 Through The Mists – With Mary – Chapter 12 S3
https://www.youtube.com/watch?v=aFixVQYScvc )

Fred y sus «viajes»

─ A Fred le tienen que de cierto modo prestar energía, y ello aunque vaya a la Tierra, un lugar que ahora en general tiene menor condición en amor que él. Y estos «préstamos de energía» se deberían a que Fred se ve bombardeado por muchas experiencias, y aquí es este contraste de visitar de repente un medio más lleno de miedo, etc.

Creencias

─ Un tema fundamental que se expone en el texto: La manera en que nuestras creencias y expectativas limitan nuestras experiencias.
─ Nuestras creencias nos pueden volver «ciegos».
─ En general, ¿qué creencias y emociones tenemos en común, con espíritus que nos influyen, o con gente en general?

Vínculos, y simpatía o «atracción empática»

─ «Simpatía» es en general usado aquí para denotar relación o atracción «empática», digamos. Es decir, donde en el lado receptor hay una «apertura» a recibir algo, y en la parte dadora hay «disposición» a dar algo. Vimos un ejemplo en el capítulo de Marie, con la vinculación entre Charlie y ella.
─ Las relaciones se establecen a menudo de forma no ética, en codependencia, en cuanto que estamos dispuestos a recibir algo que no estamos dispuestos a dar por nuestra parte.
─ Incluso con nosotros mismos, si no estamos dispuestos a darnos algo a nosotros mismos ─a responsabilizarnos de algo─, podemos dar ciertos sentimientos a otra persona para que ella lo haga por mí.
─ Esto podríamos llamarlo «atracción empática», o «simpatía».
─ «Simpatía» tiene un significado de afinidad, aparte del sentido positivo popular de «simpatía». Y tiene también un significado digamos «técnico fisiológico», en cuanto que se habla de que nos puede doler una parte del cuerpo en simpatía con cierta lesión que tengamos en otra parte.
─ En el ejemplo anterior, de algún aspecto «sin ética» en una relación, eso no es exactamente un vínculo, en cuanto que miramos el aspecto de la codependencia. Es decir, la interacción con esa persona no se ve propulsada por una creencia en común, o no lo miramos así. La codependencia es: «tú me das algo, y así me libro de tal cosa, aunque yo no estaría dispuesto a darte lo que tú me das«.
─ Por ejemplo, en las parejas: «tú me das seguridad económica, cosa que yo no estoy dispuesto/a a darte, pero yo a cambio consigo que tengas emociones de aprobación sexual al tener sexo contigo«.
─ Con espíritus o con personas en general podemos tener relaciones que pueden parecernos conexiones/vínculos amorosos, pero donde estamos simplemente entregando nuestra responsabilidad, o usando las relaciones para no ser responsables en algunas áreas de nuestras vidas.
─ Si compartimos una creencia con alguien, se crea un vínculo, pero si la creencia no es amorosa no hay crecimiento.
─ Podemos establecer vínculos, conexión en torno a creencias amorosas, y esto es algo que fomentará nuestras relaciones y hará crecer el amor (min. 50, S2).
─ Las relaciones de pareja nos cansan por ejemplo a los dos o tres años, debido en parte a que la ley de compensación nos pasa factura. Es la compensación negativa debida a la codependencia, a las adicciones emocionales en las que hemos estado con la pareja.
─ Lo anterior es el aspecto de «atracción empática», en cuanto que compartimos cosas donde cada persona está dispuesta a recibir algo que no desea dar.
─ Eso no sería a lo que nos referimos cuando hablamos de vínculo en general («rapport») (y como no es vínculo, tampoco es un «vínculo amoroso», es decir, basado en una creencia amorosa), ya que usamos a los demás para mantener en esos tipos de intercambio no éticos de los que hemos hablado.
─ El aspecto de «vínculo» tendría que ver con el mero compartir creencias (creencias emocionales).
─ Una relación de codependencia o de «atracción empática» (no de vínculo) posible con espíritus es este caso: Una mujer tiene accesos de enfado con su pareja, un hombre. Ella quizá ya no tiene la creencia de que «está bien enfadarse con alguien», y quiere, sin reprimirlo, entender el enfado como «mensaje» para ella sanar algo. Pero los espíritus (mujeres) utilizan a esa mujer para que vehicule los sentimientos de ellas, de esos espíritus mujer ─de enfado con los hombres─. Esa mujer en realidad puede darse cuenta de que a veces ni siquiera es su propio enfado el que de hecho proyecta a su pareja (sino el de esas espíritu), y la mujer puede ver entonces que en realidad siente miedo de esas mujeres espíritu. Éstas no pueden controlar a la mujer a no ser que ella tenga miedo ─que proteja o conserve ese miedo─, el cual tiene que ver con heridas emocionales relativas a su madre. Esta es una codependencia donde vemos que no hay un vínculo o conexión como tal, en el sentido de que eso requeriría estar de acuerdo totalmente en la creencia, por ejemplo, de que: «está bien proyectar el enfado a hombres».
─ Esto quizá puede estar más claro si pensamos en la interacción con espíritus cuando buscamos verdad de parte del mundo espiritual, y atraemos espíritus que realmente están mejor en sus almas que nosotros. Si estamos en codependencia (en eso que hemos llamado la «atracción empática», que no es ética, en la cual estamos dispuestos a recibir algo que no queremos dar), entonces, en esa búsqueda no puede entrar mucha verdad. Así, abiertos a sentir sobre esto, quizá podemos darnos cuenta de qué tipo de creencias son las vinculantes con los espíritus ─si son falsas, etc.─.
─ Si hemos conseguido vincularnos con espíritus más elevados, es gracias a nosotros sentir y tener alguna creencia en común con ellos. Si lo hacemos, ya tenemos un ejemplo de esa vinculación para discernir las codependencias que quizá son la marca distintiva de otras interacciones que tenemos y de las que no nos dábamos cuenta ─en las que quizá estamos tratando con espíritus de una condición similar o peor a la nuestra─.
─ Todo ello hay que entenderlo en el marco de que la ley de atracción, como «mensajera» de la verdad, y en general de las leyes, ya que toda ley de Dios es amorosa.
─ Ejemplo: podemos tener la creencia falsa de que: «si no conozco algo, o no lo sé, o no lo veo, entonces estoy a salvo ─algo no puede herirme, no me afectará, no tengo que afrontar el miedo respecto a eso─«. Algunos espíritus pueden aprovecharse de eso, y ellos no comparten esa creencia nuestra. Vemos pues que no es un «vínculo (rapport)», tal como lo hemos definido (al menos no lo es en el aspecto de esa creencia), sino una codependencia, una «atracción empática». Ellos pueden tener otra creencia falsa, que no es la nuestra, y estar con nosotros en un trueque o transacción emocional no ética.

Caridad

A la hora de dar y recibir con amor, nos surgen emociones y creencias a sentir, o que pueden estar impulsando la situación no tanto desde el amor, sino desde otras cosas:
─ Carencia, falta, escasez:
cuando damos de corazón quizá es cuando más sentimos el error de «va a faltarnos en el futuro». Sin embargo, es en ese momento que estamos experimentando el regalo de poder liberar ese error, simplemente sintiendo y confiando en que Dios y sus leyes amorosas nos van a «cuidar», si seguimos responsabilizándonos de sentir el error y la verdad que lo sustituya.
─ Transacción, trueque,
─ Culpa,
─ Obligación.

Versión en español
CAPÍTULO XII
TRAS LAS NIEBLAS

Por primera vez, quizá debido a lo que Siamedes me había dicho, me di cuenta de que no caminábamos; y mi rápido paso por el aire era tan agradable como novedoso. No había ningún esfuerzo en mi vuelo, de hecho no era consciente de ejercer ningún poder de locomoción. Cushna me tomó de la mano y tal vez ejerció la fuerza necesaria para llevarnos por el camino. Durante un tiempo considerable no habló ni dio la menor indicación de que fuera consciente de mi presencia.

Nuestro tránsito no fue ciertamente instantáneo; tal vez yo no era todavía capaz de hacerlo, o pudo deberse a otras causas, no puedo decirlo, pero cuando vi las nieblas a poca distancia delante de nosotros, mil preguntas se agolparon en mi mente, mientras un estremecimiento de excitación se apoderaba de mí. En mis condiciones cambiadas, ¿se ofrecería la Tierra como una sorpresa, o no? ¿A qué distancia estaría? ¿Iba a reconocer el primer lugar que avistara? ¿A cuál de mis conocidos iba a ver primero? ¿Vería Londres?

Nos acercamos a las nieblas, pero no hicimos ademán de descender para atravesarlas, lo cual me sorprendió un poco, hasta que recordé que Helen había dicho que, al volver a la Tierra, cruzábamos por encima de ellas. Sí, ¡estábamos por encima de ellas! Ahora, en cuanto al gran secreto del reverso de la vida, ¿cuál sería? ¿Qué revelaría? ¡Vaya!

Las habíamos pasado. Estaba oscuro y me sentí decepcionado. Hubiera preferido cruzar a la luz del día en mi primer regreso. Además, hacía mucho frío; sentí que me recorría un escalofrío y por un momento dudé en seguir adelante. No tenía ni idea de a qué distancia o en qué dirección se hallaba la Tierra; en toda la penumbra, lejana o cercana, no había ningún faro que atrajera mi atención. Cushna me apremió durante un rato, y luego, deteniéndose todavía en la oscuridad, me preguntó juguetonamente qué pensaba de mi visión de la Tierra desde el lado inmortal.

«Todavía no la he visto- le contesté- ni percibo señal alguna de ella, a menos que de ella surjan estos sonidos indistintos y confusos”.

«Eso es justo lo que esperaba. Has caído en el gran error de la humanidad de no comprender la relación que existe entre los aspectos físicos y espirituales de la vida. Esto surge de la falta de pensamiento, y constituye el mayor obstáculo en el camino de la comunicación entre nosotros y los que se quedan atrás; y el tratarlo abre la totalidad de esta cuestión. En el cuerpo no comprenden la verdadera diferencia que existe entre la condición espiritual y la física, imaginando erróneamente que esta última es la superior de las dos. Sostienen que desprenderse del cuerpo es renunciar a todas las ventajas, a todos los poderes y a todos los logros. El trabajo, el progreso y el desarrollo cesan, y el alma se vuelve visionaria e intangible, incapaz de seguir ninguna de las actividades para las que la Tierra le proporcionaba todas las ventajas.

La muerte da un golpe sobre la mesa y dice, a las poderosas influencias de la mente: «Hasta aquí, pero no más allá»; la tumba abre sus fauces y grita al océano creciente de la capacidad humana: «Aquí se detendrán tus orgullosas olas». En el cuerpo son capaces de atacar y superar las dificultades, pero hemos perdido el poder de hacerlo, habiéndolo depositado en la tumba. Tal es la ilusión que abriga un sector de la humanidad; nuestros amigos de la iglesia forman otro. Suponen, y con mucha razón, que si se abriera la comunicación continuaría la corriente de la revelación, pero se imaginan, crédula e inadvertidamente, que Dios ha dicho su última palabra a ese respecto, por lo que sostienen que cualquier intento de romper el silencio de la tumba es un artificio del diablo para destruir sus almas. Ahora bien, un poco de razonamiento sosegado e imparcial pronto perturbaría los fundamentos de ambas objeciones y abriría la puerta a más luz sobre el tema.

«En primer lugar, el cerebro no es la mente, sino simplemente el instrumento conveniente por el cual opera bajo ciertas circunstancias. Entre los dos existe un abismo infranqueable, tan profundo y oscuro que el hombre más sabio no ha descubierto por qué medios están conectados. Basar una suposición en esta ignorancia es el colmo de la locura, y equivale a declarar que el violinista está muerto porque las cuerdas de su violín están rotas. La segunda, o la parte eclesiástica de la objeción, es, si cabe, la más incoherente de las dos. Adoran a Dios como inmutable «sin mudanza ni sombra de variación», y cuyo conocimiento [conocimiento de Dios] se deriva de la inmutabilidad de sus leyes. La Biblia está entretejida en su urdimbre y trama con el ministerio de los ángeles. La reaparición de Cristo después de la muerte es la piedra angular de su fe, sin la cual sería vana, y sin embargo niegan la posibilidad de una comunión abierta y declaran que este Dios inmutable ha cambiado, o al menos lo ha hecho esta única ley, y que el ministerio angélico ha cesado.»

«Tienes mucha razón en tus acusaciones -dije- pero no veo qué relación tiene esto con que yo no pueda ver la Tierra, es decir, si estamos a la vista de ella.»

«Lo que te desconcierta puede tener una explicación muy sencilla, y entonces verás que las dos ilustraciones se basan en una misma verdad. Nuestros amigos teólogos no creen en el ministerio de los ángeles, porque somos insensibles a su vista; tú también eres incapaz de apreciar nuestra efectiva contigüidad a la Tierra por la misma razón. ¿A qué se debe esto? Sencillamente a que has cambiado el punto de vista de tu observación, y al hacerlo te has vuelto invisible para la Tierra y lo físico, mientras que ellos, al mismo tiempo, se han vuelto igualmente imperceptibles para vuestro sentido espiritual. Para cada uno de los lados, las personas son tan reales y tangibles como siempre, pero un lado respecto al otro es tan irreal como te han enseñado a considerarnos. Así que ahora tienes que indagar la Tierra, para ti, como mundo visionario, intangible y casi inmaterial, y, tal como te indicaré, tú, como ser espiritual, seguirás siendo lo sustancial y real. ¿No es esto contrario a todas tus ideas?».

«Ciertamente; pero como la mayoría de la gente, mis ideas eran nebulosas e insatisfactorias».

«¿Pero pensabas en nosotros como criaturas invisibles, inmateriales, impalpables?».

«Supongo que sí, siempre que pensaba en el tema».

«Así somos para ellos en general, y así son ellos para nosotros; esto se debe a que el punto de sensación de la resistencia es diferente [el punto de resistencia, en lo físico ─y emocional e intelectualmente hablando─ es resistirme al mundo espiritual, que se vuelve vago y nebuloso; y a la inversa, el punto de resistencia desde el mundo espiritual es la vaguedad de la Tierra ahora («point of sensation of resistance»)]. Ahora estarás en condiciones de comprender lo que ha sido un misterio. Tú sigues siendo tan real y tangible como siempre, pero todo lo demás está alterado. El mundo espiritual se ha convertido en lo objetivo y natural, mientras que la Tierra ha cambiado a lo invisible, en gran medida. Lo que antes era sólido y os obstruía, ahora ya no lo es: los edificios, los árboles e incluso los cuerpos físicos de los hombres no son para nosotros más que la púrpura neblina que se ciñe alrededor de los hombros de una montaña, y ya no ofrecen resistencia.»

«¡Vaya, Cushna! -dije entrecortadamente, a medida que la revelación se desplegaba, y siguiendo el movimiento de su mano, percibí gradualmente los contornos visionarios de los objetos que nos rodeaban- ¡esta es la mayor sorpresa de todas! ¿Cómo puedo entenderlo?».

«Debes tener paciencia -respondió- Un estudiante no comprende un idioma tan pronto como domina el alfabeto; pero eso no le impide continuar su estudio, si es sabio. Nadie sabe cómo es que es capaz de pensar, pero todo buscador de conocimiento se alegra de poder utilizar su cerebro, a pesar de que la explicación está fuera de su alcance. Así debemos actuar en nuestro desarrollo. Cada etapa sucesiva por la que pasemos tendrá su misterio, pero cada una a su vez será resuelta, y dará lugar a problemas mayores, hasta que habiendo desplegado todas nuestras facultades, veremos a Dios. Si nuestros amigos de la Tierra reconocieran esto, cumplirían mejor su misión.»

«Empiezo a ver ahora la dificultad de llegar a ellos; pero ¿no es posible hacer algo para corregir estos errores?».

«¡Sí! El amor vence a la muerte, y esa gran ley que rige y controla todo con nosotros, es también el medio por el cual podemos alcanzar y salvar a la humanidad. La simpatía, ya sea pura o impura, baja o noble, santa o profana, tiene una atracción natural por lo que es semejante a sí misma, y su poder no es destruido por la tumba, como has visto en la causa de nuestra presente misión. El amor une alma con alma, y tiene el poder de salvar cualquier abismo tan sólo con que sea fuerte y verdadero. Esto se admite parcialmente en la Tierra. Por ejemplo, se admite que una madre que está con nosotros puede ser consciente del bienestar continuo de su hijo, entonces ¿por qué negar la posibilidad de que la información se lleve en la otra dirección? Las experiencias del hijo no pueden ser de ninguna ayuda para la madre, pero las de la madre o el padre supondrían una diferencia inestimable para el hijo [esto es lo que creo que aquí da a entender: que las personas con más experiencia, padres y madres, sirven por ejemplo con su ejemplo, si el ejemplo es bueno, al niño; le sirven al niño por ejemplo con el ejemplo de la experiencia que ha sido vivida por los padres para tener ellos sabiduría ─una sabiduría que el niño puede entonces sentir─]. ¿Por qué, entonces, el conocimiento inútil debe ser ordenado, y el que sería útil negado? ¿Es éste el método habitual de proceder de Dios? ¿Por qué, entonces, si el amor puede atravesar las nieblas de la Tierra y gritar «vuelve», no podría viajar con la misma fuerza en la otra dirección y gritar «ven»?

«Aun así, hay dificultades en el camino».

«Sí, pero de ninguna manera insuperables, porque no son naturales. Surgen enteramente del concepto erróneo al que me he referido. Danos en el lado terrestre una base de operaciones que existiría si se siguieran las sencillas enseñanzas de Jesús, y el resto se lograría muy fácilmente.»

«Desearía haber regresado primero a la luz del día. Creo que la oscuridad me causa más confusión de la que experimentaría de otro modo.»

«¡Otro error! -replicó mi compañero con evidente diversión-; todavía no eres capaz de comprender la situación en su totalidad. Todo lo que ves que es real es espiritual, pero las cosas no son tan negras como parecen naturalmente en contraste con la vida sin sombras a la que te has acostumbrado últimamente. Hay signos del amanecer a nuestro alrededor, y no hay duda de que el sol está saliendo».

«¿Te refieres al Sol espiritual?».

«¡Sí! El Sol de la Rectitud [Righteousness], que ahuyentará la noche del egoísmo, la ignorancia, el fanatismo y la superstición, y establecerá en la Tierra la paz y la buena voluntad para con el hombre.»

«¿Qué indica el aire frío y penetrante?».

«El grado de caridad registrado por el termómetro espiritual».

«Mira esa sombra que se mueve, Cushna, ¿qué es?».

«Un hombre -respondió- en el que no hay espiritualidad, por eso lo vemos como una sombra oscura. A medida que uno se hace más semejante a Cristo, el cuerpo se ilumina con una gloria centelleante que corresponde a la luz sin sombra del paraíso.»

«¿Es así siempre?».

«Siempre. La cantidad y la calidad de la luz que irradia un hombre, declara su verdadera condición. No hace falta que nos lo digan, es imposible engañarnos, porque es imposible alterar el testigo.»

Qué torrente de luz arrojó este sencillo incidente sobre toda una serie de pasajes bíblicos que se precipitaron en mi mente con la rapidez del pensamiento; la profecía de Isaías: ‘tinieblas cubrirán la Tierra, y una espesa oscuridad cubrirá a las gentes‘ el postulado de San Juan, que ‘la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprenden‘; y la declaración terriblemente clara del Salvador: ‘Este es el juicio: que la luz ha venido al mundo, y los hombres aman más las tinieblas que la luz, porque sus obras son malas‘. Entonces pasaron involuntariamente por mi mente otras palabras que dieron énfasis a la vívida ilustración que me ofrecían sus observaciones: ‘Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder‘. Qué otra revelación se abría ante mí de la terrible sublimidad y realidad de la vida.

Mi compañero no me dejó mucho tiempo pensando en estas cosas antes de recordarme el motivo particular de nuestra visita, y me indicó su deseo de dirigir su atención en esa dirección. Mientras le seguía, mis ojos se fueron acostumbrando a la penumbra en que nos movíamos, y aunque todo seguía siendo indistinto y sombrío, me fue posible trazar mejor sus contornos y comprender qué era lo que estábamos atravesando.

Versión en inglés
CHAPTER XII
ACROSS THE MISTS

For the first time, which was perhaps due to what Siamedes had said to me, I realised that we were not walking; and my rapid passage through the air was as pleasant as it was novel. There was no effort in my flight, in fact I was not aware of exercising any power of locomotion at all. Cushna held my hand and perhaps exerted whatever force was necessary to carry us on our way. For a considerable time he did not speak, or give the slightest indication that he was conscious of my presence.

Our transit was certainly not an instantaneous one; perhaps I was not yet capable of making such, or it may have been due to other causes – I cannot tell, but when I saw the mists only a short distance in front of us, a thousand questions rushed through my mind, while a thrill of excitement took possession of me. Under my changed conditions would the earth offer itself as a surprise, or not? At what distance would it be? Should I know the first place I sighted? Which, if any, of my acquaintances should I see first? Should I see London at all?

We drew close to the mists but made no sign of descending to pass through them, at which I was somewhat surprised, until I remembered Helen saying, that in going back to earth we cross over them. Yes, we were above them! Now for the grand secret from the reverse side of life! What would it be? – what would it reveal? Why!

We had passed them. It was dark and I was disappointed. I would much rather have crossed in the daylight on my first return. It was so cold, too-I felt the chill pass through me, and for a moment I hesitated to go forward. I had no idea at what distance, or in which direction the earth lay; in all the gloom, whether far or near, there was no beacon-light to attract my attention. Cushna urged me on for a time, then halting, still in the darkness, asked me playfully what I thought of my view of earth from the immortal side.

“I have not seen it yet,” I replied, “nor perceive any sign of it unless these indistinct and confused sounds arise from it.”

“That is just what I was expecting. You have fallen into the one great error of mankind in misunderstanding the relationship which exists between the physical and the spiritual sides of life. This arises from want of thought, and forms the greatest stumbling-block in the way of communication between ourselves and those left behind; and its discussion opens up the whole of this question. In the body they fail to grasp the true difference existing between the spiritual and physical conditions, very erroneously imagining that the latter is the superior of the two. They hold that to throw off the body is to give up all advantages, all powers, and all achievements. Work, progress, and developrnent cease, and the soul becomes visionary and intangible, being incapable of following any of the pursuits for which the earth afforded it every advantage.

“Death puts down its foot and says to the mighty influences of the mind – ‘Thus far, but no farther’; the grave opens its jaws and cries to the swelling ocean of human capability – ‘Here shall thy proud waves be stayed.’ In the body they are able to attack and overcome difficulties but we have lost the power of doing so, having laid it down at the grave. Such is the delusion cherished by one section of humanity; our church friends form another. They suppose, and very correctly so, that if communication was to be opened the stream of revelation would be continued, but they fondly imagine that God has said His last word in that respect, therefore argue that any attempt to break the silence of the tomb is an artifice of the devil to destroy their souls. Now a little quiet and impartial reasoning would soon disturb the foundations of both these objections and opens the door to more light upon the subject.

“In the first instance the brain is not the mind, but simply the convenient instrument by which it operates under certain circumstances. Between the two there exists an impassable gulf, so deep and dark that the wisest man has not discovered by what means they are connected. To base an assumption upon this ignorance is the height of folly, and equivalent to declaring that the violinist is dead because the strings of his violin are broken. The second, or church side of the objection, is, if possible, the more inconsistent of the two. They worship God as unchangeable ‘without variableness or shadow of a turning,’ which knowledge of Him is derived from the immutability of His laws. The Bible is interwoven in its warp and weft with the ministry of angels. The reappearance of Christ after death is the very corner stone of their faith without which it would be vain, and yet they deny the possibility of an open communion and declare that this changeless God has changed, or at least this one law has, and that angelic ministry has ceased.”

“You are quite right in your indictments,” I said; “but I fail to see what connection this has with my not being able to see the earth – that is, if we are within sight of it.”

“That which puzzles you is capable of a very simple explanation, and you will then see that the two illustrations are grounded in one truth. Our theological friends do not believe in angel ministry, because we are insensible to their sight; you also are unable to appreciate our present contiguity to earth for the same reason. Why is this? Simply because you have changed the stand-point of your observation, and in doing so have become invisible to earth and the physical, while they have at the same time become equally imperceptible to your spiritual sense. To yourselves you are both as real and tangible as ever, but to each other you are as unreal as you have been taught to consider us to be. So you have to look for earth now as to you a visionary, intangible, and almost immaterial world, and as such I will point it out, while you, as a spiritual being, will remain the substantial and real. Is not this contrary to all your ideas?”.

“Certainly; but like most other people my ideas were hazy and unsatisfactory.”

“But you thought of us as invisible, immaterial, impalpable creatures?”

“I suppose I did, whenever I gave any thought to the subject at all.”

“So we are to them generally, and so are they to us; this is due to the fact that the point of sensation of resistance is different. Now you will be in a position to understand what has been a mystery. You still continue to be as real and tangible as ever, but everything else is altered. The spirit-world has become the objective and natural, while earth has changed to the invisible, to a great extent. That which formerly was solid and obstructive to you is now no longer so; – buildings, trees, and even the physical bodies of men are no more to us than the purple haze which wraps itself around the shoulders of a mountain, and offer no more resistance.”

“Why, Cushna!” I gasped, as the revelation unfolded itself, and following the motion of his hand, I gradually perceived the visionary outlines of objects surrounding us, “this is the greatest surprise of all! How can I understand it?”

“You must be patient,” he replied. “A student does not understand a language as soon as he has mastered the alphabet; but that does not hinder him from continuing his study, if he is wise. No man knows how he is able to think, but every searcher for knowledge is glad to use his brain, in spite of the explanation which lies beyond his reach. So must we act in our development. Every successive stage through which we pass will have its mystery, but each in turn will be solved, and give place to greater problems, until all our powers having been unfolded, we shall see God, If our friends on earth would recognise this, they would fulfil their mission better.”

“I can begin to see now the difficulty of reaching them; but is it not possible to do something to correct these errors?”

“Yes! Love conquers death, and that one great law which governs and controls everything with us, is also the means by which we may reach and save mankind. Sympathy, whether pure or impure, base or noble, holy or unholy, has a natural attraction for that which is like itself, and its power is not destroyed by the grave, as you have seen in the cause of our present mission. Love links soul with soul, and has power to bridge any gulf if it is only strong and true. This is partially admitted on earth. For instance, it is allowed that a mother who is with us may be cognizant of the continued welfare of her child, then why should they deny the possibility of information being carried the other way ? The experiences of the child cannot be of any assistance to the mother, but those of the parent would make an inestimable difference to the child. Why then should the useless knowledge be ordained, and that which would be helpful denied? Is this the usual method of God’s procedure? The telegraph wire will carry a message equally well in both directions, why, then, if love can pierce the mists from earth, and cry ‘come back!’ should it not be able to travel with equal force the other way, and cry ‘come forward’?”.

“Still, there are difficulties in the way.”

“Yes, but by no means insurmountable, because not natural. They arise entirely from the misconception I have referred to. Give us on the earth-side a base of operation which would exist if the simple teachings of Jesus were followed, and the rest would be very easily accomplished.”

“I rather wish I, had first returned by daylight. I think the darkness causes me more confusion than I should otherwise experience.”

“Another mistake!” my companion replied with evident amusement. “You are not yet able to grasp the full situation. Everything you see that is real is spiritual, but things are not quite so black as they naturally appear in contrast to the shadowless life you have grown accustomed to lately. There are signs of daybreak all around us, and there is no doubt that the sun is rising.”

“Do you mean the spiritual sun?”

“Yes! The Sun of Righteousness, which will chase away the night of selfishness, ignorance, bigotry, and superstition, and establish on earth peace and goodwill to man.”

“What does the cold, keen air indicate?”

“The degree of charity registered by the spiritual thermometer.”

“Look at that shadow moving, Cushna; what is it?”

“A man,” he replied, “in whom there is no spirituality, therefore we see him as a dark shadow. As one becomes more Christ-like the body becomes illuminated with a lambent glory which corresponds to the shadowless light of paradise.”

“Is that always so?”

“Always. The amount and quality of light radiating from a man, declares his real condition. We do not need to be told, it is impossible to deceive us, because it is impossible to tamper with the witness.”

What a flood of light this simple incident threw upon a whole host of Bible passages which rushed through my mind with the rapidity of thought; the prophecy of Isaiah, ‘darkness shall cover the earth, and gross darkness the people’ the postulate of St John, that ‘the light shineth in darkness, and the darkness comprehendeth it not’; and the terribly clear declaration of the Saviour – ‘This is the condemnation, that light is come into the world, and men love darkness rather than light, because their deeds are evil.’ Then there involuntarily passed through my mind other words which gave emphasis to the vivid illustration afforded me by his remarks:- ‘Ye are the light of the world; a city that is set on a hill cannot be hid.’ What another revelation was here opened up before me of the awful sublimity and reality of life.

My companion did not leave me long to think over these things before he recalled to my mind the particular reason of our visit, and indicated his wish to turn his attention in that direction. As I followed him my eyes became more accustomed to the twilight in which we were moving, and though everything still remained indistinct and shadowy, I was enabled to trace their outlines better and understand what it was we were passing.

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