Introducción: el marco; desarrollo de nuestros deseos para desafiar miedos, y relación con el arrepentimiento; naturaleza
(versión 15 marzo 2023. 1.02)
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Este es el primer apartado de un texto más grande, enlazado y leído en algunas partes en audio. Ver: https://www.unplandivino.net/recordatorios-4/
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En esta introducción vamos a hablar sobre lo que nos va a pasar en este experimento de la vida, una vez que queremos asumir este camino de la relación de amor con Dios.
Vamos a ver quizá algo de lo que podríamos llamar “el marco”, un marco que nos sirve para entender eso que vamos a sentir, en cuanto a sentir el daño que hay en nuestra alma, para que ese daño, ese error, pueda irse… y podamos sustituirlo con la verdad a nivel emocional, y crecer así en amor.
Pues una vez que realmente, más o menos a trancas y barrancas, nos relacionemos con Dios, vamos a ir siendo más sensibles (“más sensibles”… en cierto sentido a discernir).
En concreto, vamos a usar el ejemplo que quiero que protagonice este texto y audios del cuarto texto de “recordatorios”: es el caso de “nuestros problemas con la naturaleza”; es decir, problemas “como civilización”, y problemas “personales” que tenemos con “la naturaleza”.
Para ello, propongamos primero sentir un poco ese “signo de miedo”, ese signo que parece evidente que está ahí… y que es el hecho de estar rodeados de campos arrasados, que casi anuncian desiertos.
Esto pasa en muchas ciudades o pueblos grandes, donde todos, ahí acumulados, estamos en realidad aterrorizados, pero disimulando… y es como si simbolizáramos ese miedo y lo propagáramos continuamente con estos modos de vida… con la participación en estos modos de vida “arrasados” y “que arrasan” (“arrasados” en parte por lo inexpresivos… por la normalización de cierta represión emocional, con sus formas asociadas y distorsionadas de “falsa liberación”… –“ortopedizados”, pues, como me gusta decir… “ortopédicos” perdidos… ahormados ahí–).
Así, tenemos este simple “símbolo” de nuestra alma herida, y que sería la conjunción entre los campos de monocultivo por un lado, esos campos arrasados… y por otro lado la gente apelotonada en las ciudades –más o menos aterrorizada, en realidad–.
Ahí tenemos ese signo de miedo que son los monocultivos, que representarían esa desertificación galopante que creamos los humanos, tan aterrorizados y apelotonados como estamos en las ciudades, unos encima de otros, en colmenas de “creación artificial de escasez”, y casi recreándonos en un “miedo a sobrevivir” que es continuamente creado artificialmente, a base de mucho maltrato emocional que nos hacemos mutuamente para “normalizarnos” (a los niños, etc.)… atosigados mutuamente por nuestra propia “basura” emocional… esa que le echamos a los demás “sin querer queriendo” (tal como vimos, recientemente en otro recordatorio, en casos extremos, al hablar de “cámaras de reverberación ‘infernales’”)… rodeados de esos monocultivos, habiendo arrasado los protectores bosques, sin, por decirlo rápidamente… sin querer “combinar más prudentemente” lo rural y lo “ciudadano-civilizado”…