[En este audio en ivoox comento y leo este breve texto (enlace a descarga de ese audio)]
El miedo, enfermedad social autoinmune
Esta crisis de locura social que vivimos nos enseñó tantas cosas… por ley…
Aunque simplemente parece repetirse la historia de lo que parece que pasó siempre, y es que el miedo es socialmente una enfermedad autoinmume (los totalitarismos de uno u otro color lo ejemplifican).
Vemos cómo «la comunidad» infectada de miedo se vuelve hacia una loca idea de inmunidad, y dramatiza una especie de suicidio social, en esta especie de largo «apocalipsis» que vivimos.
En gran medida, la «comunidad de personas», hoy, solo es comunidad en base a que está viva, «meramente viva» (como pueden estar vivos los individuos de un rebaño de animales, que, para un humano que los usa, prácticamente solo cuentan o importan por estar vivos, extraídos en mayor o menor grado del entorno natural y sus leyes).
Pero, como sabemos por Jesús y por lo que sentimos y practicamos a veces… el alma es la creación más grande de Dios.
Así, es desarmónico (respecto a Dios y sus leyes) que las almas vivan con el mero común-oficio / común-deber* (comunidad) de ser «meramente animales», es decir, de definirse como humanos solo por el hecho de tener un cuerpo animal vivo.
El humano es alma, su yo real es alma. La vida está en esa «dimensión», para nosotros está ahí (dada por Dios al alma en su creación. En los animales va directamente a su cuerpo energético, pues no hay un alma que en ellos contenga a su cuerpo energético/espiritual).
La gente («eruditos») escribían frases (en 2002) tan pertinentes como esta:
«En vez de adecuar la protección al efectivo nivel de riesgo, TIENDE a adecuar la percepción del riesgo a la creciente necesidad de protección, haciendo así de la misma protección uno de los mayores riesgos» ** .
El sujeto de ese verbo, de TIENDE, es «síndrome protector», o «lo que hace la sociedad con un síndrome protector»; es decir, el sujeto es lo que nosotros podemos llamar miedo, esos bloqueos en el alma (absorbidos por cada cual, desde la concepción).
Ese síndrome es sinónimo también –en el libro citado**–, de «hipertrofia de los aparatos de seguridad».
Así, podemos leer ese párrafo de estas maneras:
«En vez de adecuar la protección al efectivo nivel de riesgo, el SÍNDROME PROTECTOR tiende a adecuar la percepción del riesgo a la creciente necesidad de protección, haciendo así de la misma protección uno de los mayores riesgos».
O:
«En vez de adecuar la protección al efectivo nivel de riesgo, la HIPERTROFIA DE LOS APARATOS DE SEGURIDAD tiende a adecuar la percepción del riesgo a la creciente necesidad de protección, haciendo así de la misma protección uno de los mayores riesgos».
O:
«En vez de adecuar la protección al efectivo nivel de riesgo, el MIEDO tiende a adecuar la percepción del riesgo a la creciente necesidad de protección, haciendo así de la misma protección uno de los mayores riesgos».
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La etimología comunidad y de inmunidad:
munus es «cargo, deber, ocupación».
La obsesión con hacernos inmunes («sin deber») es quizá muy aclaradora sobre el punto que comenté, no hace mucho: que el virus de moda en realidad significa Dios.
Dios ya ha diseñado la existencia por un motivo. Ese motivo no es un deber, ni estamos obligados a ello… pero sí es un diseño/designio:
amar a Dios (creador de estas maravillosas leyes que expresan los principios amorosos de Su naturaleza), y amarnos (a nosotros y entre nosotros) eminentemente gracias a la relación con el creador de nuestras almas.
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Párrafo sacado del libro «Immunitas», 2002, Roberto Esposito, pág. 27