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¿Qué es realmente la basura?
Antes de responder tenemos que definir las cosas inertes (piedras, tierra, átomos, etc.) de una forma que no sea «mecánica».
Esta definición va a ser un mero esbozo o «apunte», indicación… pero sirve para hacer una especie de gesto cómico de «salida del aislamiento»… de ese «aislamiento» que conlleva nuestro ego (ya que nuestro ego es una especie de oda al caos y a la separación, y con él en gran medida nos hacemos la vida más difícil).
Y además, esta definición lo que va a conseguir ante todo, es que nos planteemos más y más preguntas… antes que responder a ninguna.
Entonces, la pregunta sería más bien esta: ¿qué es la basura, entendida con un poco más de realidad?
Y aquí, cuando digo «realidad», me refiero a tener en cuenta la génesis constante de las cosas, del universo: el proceso aparentemente banal por el que todo el rato estamos sintiendo/viendo/siendo este universo en lo físico.
Es decir –aclaremos ya– este texto no va simplemente de «ecologismo».
Como veremos a continuación, el tema trata de una observación neutra, de una descripción de una especie de hecho objetivo que tiene su lado cómico en el universo (aunque la experiencia que conlleva será quizá casi siempre tragicómica).
(Y esto, por cierto, nos lleva a sospechar que toda objetividad es cómica y siempre ha sido algo esencialmente cómico.)
Así es que sigamos: respecto a «la basura» hay algo independiente del ecologismo –tal como quizá normalmente lo entendemos–, y que puede ser interesante tener en cuenta.
Como hemos visto en textos anteriores (siempre al hilo de nuestros queridos seres ascendidos, Jeshua, Seth…), y aunque solamente sea para jugar… hemos de contemplar esta hipótesis fundamental: Que en todo lo que sentimos o vemos hay una cierta satisfacción; que todo está de alguna manera movido por una tendencia o ser que se satisface.
Es decir, que EN «ser un átomo» habría una satisfacción… (entendamos como entendamos esta «particularización» de una entidad cuando decimos «un átomo»). O bien, dicho de otra manera ligeramente diferente: TRAS el hecho de que un átomo exista… habría una satisfacción, un cumplimiento.
Y esa satisfacción, que podríamos quizá considerar como un cierto «brillo interno» que es de entrada invisible… sería algo inherente, fundamental. Esta satisfacción, este estar satisfecho por ser lo que se es, sería la búsqueda o el intento inevitable de «realzar» ese ser… y gracias a asociaciones con otros átomos, etc.
Es decir, no podría haber una verdadera satisfacción en el inmovilismo.
Por tanto, además, ese brillo no sería algo anecdótico para el ser de un átomo, sino un ingrediente fundamental, algo «constituyente».
Por lo tanto, esa satisfacción la podemos relacionar con una cierta tendencia «natural» a efectuar o a representar dos cosas a la vez:
– ser en continuidad (preservarse),
– y a la vez cierta «superación».
Por lo tanto, lógicamente todas estas cosas no serían solamente humanas (la búsqueda de la preservación y de la superación).
O sea, cuando percibimos un objeto «estáticamente», en nuestra percepción normal… nos estamos viendo –por así decirlo– muy tentados a pensar que ahí detrás no hay ningún tipo de «brillo» o de búsqueda de satisfacción.
Y sin embargo la hipótesis que consideramos es que esta satisfacción es algo esencial para que siquiera podamos percibir algo… lo que sea que de alguna manera percibamos.
Entonces, pongamos que consideramos átomos que están siendo plantas (y plantas de las que luego nos comemos, como por ejemplo una manzana).
Pero… ¡un momento!
Antes tenemos que repasar lo que vimos sobre la experiencia y la memoria: Toda entidad está visitando o suscitando de alguna manera una memoria de lo que supone ser esa entidad… es decir, el tipo de ser que esté siendo esa entidad.
Es decir, para poder ser ella, esa entidad suscita, excita o «visita» de alguna manera la Memoria Cósmica de la experiencia –habida y por haber– que conlleva ser una entidad como la que es en ese momento (lo que le esté tocando ser en ese momento).
Es decir, la Mente Cósmica (que en el fondo sería una sola «energía»… aunque luego esta parezca estar estratificada…)… la Mente Cósmica… decíamos… tiene un aspecto «experiencial» que llamaremos así para abreviar: MCE.
Esta Mente Cósmica «Experiencial» (MCE) tendría pues estratos (siempre ilusorios en último término), que podemos llamar eMCE (con esa «e» minúscula delante).
Por ejemplo, consideremos que somos alguna de las células que componen una planta.
Esta célula como una totalidad (y para siquiera poder ser ella… es decir, para proyectarse desde la unidad energética que es la MCE)… esa célula… estaría de alguna manera conectada con un eMCE: con el estrato eMCE correspondiente a ser esa entidad.
Es decir, la célula estará conectada al estrato experiencial que le sirva para actuar lo mejor posible en un determinado sistema de realidad (como es este planeta).
Por lo tanto, suponemos que esa conexión le permite a la célula «pastorear» los átomos de forma adecuada, en conexión con otras como ella y con un ambiente en general.
La célula en cuestión estaría de alguna manera dirigiendo y «domesticando» a los átomos que «pasen» por ella… es decir, los que la conforman o «son ella» a cada instante… –o a cada pulsación (según entendamos el universo)–.
Estos átomos, conectados siempre con su correspondiente estrato… estarán también de alguna manera influidos por lo que supone estar al servicio de las células, que son unas entidades que básicamente están conectadas con otro estrato ilusorio.
Por tanto, dentro de su nivel de experiencia (dentro de su eMCE), el átomo como un cierto nivel de consciencia invisible que surge de la MCE… está a su manera «viviendo universo» bajo la perspectiva de una célula.
Los átomos se realizan (se satisfacen a sí mismos) en ese servicio… sirviendo en esa especie de confluencia o de «integración de memoria» que conlleva ser célula… es decir, que conlleva ser esa «conexión» que a la vez la célula HACE y la célula ES… constantemente… con su eMCE.
El átomo está pues realizándose «personalmente» (en su caso «atómicamente»)… es decir, contribuyendo… para dar la mejor experiencia posible en cuanto a ser una célula que, siempre en combinación con otras, da lugar a una planta que a su vez sea lo más «feliz» posible (que se «realice», «vegetalmente» hablando)… según las circunstancias internas y externas a la vez.
Como vemos, esta sería una especie de cadena de «servicio», muy compleja, que a cada instante estaría «sirviendo universo» al proyectar todos los diversos estratos invisibles e ilusorios de la MCE… dando experiencias que están así articuladas en una especie de tendencia a dar «círculos virtuosos».
¿Nos hemos olvidado de la basura?
No, claro.
Cuando un átomo ha estado sirviendo «alegremente» a una célula en una gloriosa plantación de manzanos en algún recóndito huerto de la cordillera cantábrica (por ejemplo)… ese átomo es a continuación ingerido por un ser humano que por ejemplo esté en la gran y a veces muy polvorienta ciudad de Madrid.
(Otro ejemplo más peliagudo sería el de un átomo de árbol de cultivo que, en un breve lapso de tiempo, pase a formar parte de ese trozo de papel higiénico que nos pasamos por el trasero para limpiarnos la caca… Pero como no quiero ser ni parecer demagógico… por ahora no uso el ejemplo 🙂 )
Entonces, si seguimos con la manzana…: allí, en Madrid, los humanos tienen la costumbre de comer (una inercia que nos tiene muy engatusados)… y si alguien se come esa manzana muy probablemente sucederá que los átomos pasan a habitar por un tiempo un abismo ignoto (alcantarilla o sistema de depuración «x») donde todo se mezcla y todos los gatos y las cacas son pardas: Se mezcla seguramente con todo tipo de detergentes, de plásticos, de productos de «belleza»… con todo tipo de venenos y de líquidos «industriales»… envases… vamos… con todo tipo de lo que llamamos «desechos».
Vaya, el átomo que hace poco estaría bajo el «abrazo» del eMCE de la planta (el que conlleva ser célula en una planta)… está ahora no se sabe dónde… representando nuestra tragicomedia… la del ser humano que, de alguna manera, rechaza su ser biológico… en cantidades estratosféricas de mi
les de millones de humanos habitando en ciudades «etéreas»… etéreas ya que día a día desterramos esa «joya» que en realidad es la caca: es una joya para el suelo y las plantas y para muchos otros seres… ya que creo que es amada por las bacterias que además fertilizan el suelo de forma gratuita… alimentándose de la caca de cualquier tipo de animal… etc.
Así es que desterramos la caca y la mezclamos con no se sabe qué y para no se sabe qué fines… y en ella iban aquellos átomos… acostumbrados a ser manzano… durante quizá cientos de miles de años ilusorios…
Y mientras, los agricultores industriales «tienen que» gastar dinero en comprar fertilizante industrial para echar sobre la plantación y poder tener algo… ya que el suelo a menudo está sobreexplotado y, por cierto, se va quedando sin nutrientes ya que hay poco aporte y poco variado.
Además, ese fertilizante químico estará seguramente compuesto de átomos que recientemente no han pasado por ninguna célula viva; es decir, que no han estado sometidos al «gobierno» de un eMCE celular, sino que quizá lleven millones de años en la corteza terrestre siendo petróleo.
Como vemos, la cuestión del reciclaje de los residuos orgánicos sería a veces una cuestión poético-metafísica, más que «ecológica». (Otra cuestión es la del reciclaje de envases y demás… que es de otro modo tragicómica también… ya que de entrada no haría falta fabricar tanto precioso envase para luego volverlo a triturar o quemar para seguir fabricando sin parar más joyas de envases.)