Índice
─ Enlace al audio con la lectura del primero de los textos (un poco cambiada)
─ Comentarios 1: ¿Cómo convertirse en filósofo? Debate: Ernesto Castro y Pedro Vivar
─ Comentarios 2: «A Radical New Vision»: The Conscious Cosmos
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Enlace al audio con la lectura del primero de los textos (un poco cambiada)
En este audio … (enlaces):
─ ivoox: https://go.ivoox.com/rf/137295225
─ Descarga:
https://www.dropbox.com/scl/fi/hasj0c19u3n7rdz3009rr/20241225-Afrontar-resistencia-verdad.mp3
… repasamos algunas verdades básicas que estamos comprobando gracias a Jesús y María Magdalena, en esta «segunda venida» en la que estamos hoy.
Se trató de leer el texto «Comentarios 1» ─primero de los textos aquí abajo─. Consiste en los comentarios que hice bajo uno de los vídeos tratados en esta entrada.
Este primero fue en un podcast, que en esta sesión trata «de filosofía», y donde debaten dos exitosos youtubers que tienen que ver con el tema.
Comentarios 1
En este vídeo:
─ ¿Cómo convertirse en filósofo? Debate: Ernesto Castro y Pedro Vivar
─ https://www.youtube.com/watch?v=rqIyCdVQJjo
Comentario/s:
Fundamental, el tema de que realmente existe el progreso moral: 48:00 .
Cuando habla Ernesto de la ética como no susceptible de ciencia, es un momento crucial. Hay una falacia ahí.
Sí habría leyes sobre el alma, solo que los métodos para armonizarnos con esas leyes no son los «externos» de la «ciencia física».
El experimento consigo mismo no es subjetivo, en el sentido de que las leyes que regulan el progreso moral son objetivas y eternas.
La filosofía enseguida traiciona a Sócrates, porque se trataba de progresar en esta idea de «sentir las leyes morales universales», y no de anteponer la interpretación intelectual («ponerse» uno primero en el alma, que es muy poderosa, y no privilegiar el intelecto).
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Es curioso ver las contradicciones de cada uno de los dos consigo mismo, que se resuelven muy fácilmente si resolvemos que somos el alma, y no animales que piensan.
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Cuando hablan de la enfermedad, es así:
el ánimo, el alma, manda sobre la enfermedad (ELA, en ese caso).
Nuestras resistencias emocionales, que protegen nuestros miedos dañinos, crean enfermedad, así de poderosa es el alma.
La crean por esa protección de los miedos (en el caso de la mujer con ELA, miedo a verdades concretas en la relación, miedo a tomar acción, etc.).
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Tras 48:00 ya no se justificaría la separación sugerida del ámbito político («mal menor»).
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Sería equivocado pensar que se necesita el mal para progresar en acciones armónicas con el amor.
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(Pedro no escucha a Ernesto cuando éste habla de virtudes como criterios «absolutos», por así decirlo.)
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Luego, es fundamental el discurso sobre la atención y el alma, el dar ejemplo… la autarquía bien entendida… del entrevistador.
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Es cierto (que Pedro es «filósofo» y Ernesto más bien «estudioso de la filosofía»), en cuanto que la sabiduría no se alcanza poniendo primero el intelecto, pues para transformarse hay que ser valientes para desafiar malas emociones, que no nos hacen bien.
Y por eso Sócrates supongo que pediría a la gente que expresara su estado de ánimo, el alma, cómo nos sentimos.
Y eso se puede «pedir» desafiando creencias sin atacar, para que la gente sintamos nuestra base anímica, el alma, lo causal.
La filosofía occidental traiciona ese movimiento, traiciona a gente como Sócrates y la relación interna práctica que él estableció de forma virtuosa
(esa relación está sujeta igualmente a leyes universales —como los fenómenos externos, que también están sujetos a leyes).
La existencia de esas leyes sobre el alma no es incompatible con el fenómeno de la personalidad única de cada alma.
Que cada uno seamos únicos sería el fenómeno que subyace a la «defensa» del arte que hace Ernesto.
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La sabiduría no tendría que ver con el gesto de «lo intelectual primero». El amor a la sabiduría (si traducimos así «filosofía») es una falacia tal como se entiende en nuestra distorsionada «tradición», ya que esa filosofía es amor al intelecto, es decir, es hacer preponderar lo intelectual (y yo forzaría además la idea de que es eso lo que distingue a «la sofística», ese intelectualismo).
Creo que muchos dirían que esta tradición intelectualista es «falsa tradición», en gran medida, pues sería bastante moderno esto de «intelectualizar» y academizar así.
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Podríamos entender que esas contradicciones (en ambos participantes) son un simple indicio del miedo.
En general tenemos miedo a la verdad, y así, tanto giro intelectual, tanta interrupción, etc., se debería a que no queremos desafiar del todo esos miedos.
La ignorancia y el miedo parece que van juntos, y, entonces, la traición que sería la filosofía así entendida ─o sea de manera intelectualista─, esa traición, no hace más que «camuflarse» en nuestro mundo habitual, en el que tanto se glorifican en masa muchos miedos (sería una traición poner primero el intelecto, cuando parece que se trataba de «amar la sabiduría»).
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Una contradicción fundamental es que:
─ si existen «virtudes absolutas» con las que «armonizarnos» (Ernesto habló de que el progreso moral existe),
─ entonces, aunque no lo parezca, la existencia de eso es incompatible con el tópico de que seamos «animales que piensan» (seríamos almas, y ahí residiría lo causal ─y eso es, por cierto, lo que surgió en el «debate» cuando hablan de una enfermedad concreta─).
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Un comentario hablaba de que no entendía esa identificación de la enfermedad como «pecado en contra de la naturaleza»:
Respuesta:
Esto se ve en el vídeo cuando hablan de una enfermedad concreta.
Y lo que sucede en la vida sería más o menos lo que pongo abajo, aunque ellos no lo despliegan.
Es como que los dos se van mucho por las ramas, cuando podrían haber tirado de algún hilo importante, y haber hecho algo así como «un hallazgo en común» (aunque cada persona tiene que absorber cada verdad por sí sola).
Podrían haberse permitido «ser inspirados» y detenerse en más momentos, claro.
(Ernesto, en ese momento, no creería lo que voy a poner abajo, aunque en parte lo que pongo aquí está un poco implicado en algunas creencias que él sí esboza. Y Pedro sí lo podría creer más en este plan, como lo comento, pues él supongo que parece estar más abierto a admitir lo poderosos que somos como «ánimo», como alma… ya que literalmente lo dice):
─ Hay básicamente dos tipos de emociones (sirve entender la emoción simplemente como «energía en movimiento»).
─ Las emociones tienen mucha importancia porque nuestras intenciones, deseos, etc., compartirían ese aspecto de «ser emociones», básicamente.
─ Cuando retenemos en nuestro ánimo el «tipo malo» de emoción (que efectivamente, es malo) nos dañamos a nosotros mismos (o sea, «pecamos» «contra la naturaleza», entendiendo que «pecar» es no atinar en el marco o la diana de la verdad y del amor; no es amoroso con uno mismo dañarse, no es cuidadoso).
─ Un ejemplo de retener es vivir en el miedo a algo ─pero eso no quiere decir que tengamos que experimentar con todo para ver si es o no dañino─.
─ Esa verdad y ese amor tendrían un «ser objetivo», una cualidad de ser algo objetivo; es decir, serían como principios subyacentes a todas las leyes naturales.
─ Retener emociones degradantes sería malo, dañino, porque nuestro ánimo (alma) no está diseñado para almacenar eso que nos degrada.
─ Es decir, el error, el pecado, tienen consecuencias, y se traducen en algún momento en nuestro cuerpo, también ─y en nuestra propensión a tener accidentes, a no preverlos, etc.─.
─ Es decir, las enfermedades en general son causadas por nosotros mismos al resistirnos a sentir humildemente nuestros bloqueos, nuestras emociones bloqueadas, etc. (Protegemos los miedos a sentir esas cosas, vivimos en el miedo, etc.)
─ Esa resistencia, esa retención, la hacemos «a imagen del mundo». Es decir, nos volvemos como los demás, por imitación y absorción en el alma ─antes de que sepamos incluso hablar─.
─ Esto empieza, por tanto, con la «imitación emocional» de nuestra familia, de la gente que nos rodea, que ya tiene muchas emociones dañinas retenidas «sin sanar» ─por ejemplo muchos miedos a decir la verdad, miedo a decir cómo se sienten, miedo a la reacción que causará en su pareja, en la sociedad, en la familia ,etc.─.
─ De pequeños somos muy sensibles. No aprendemos intelectualmente, sino «sólo sintiendo». Y aprendemos lo más difícil: lengua materna, caminar, etc. (Esto lógicamente tiene que ver con el hecho de que seríamos almas.)
─ Las emociones «malas» (miedo, vergüenza, etc.) sólo son malas porque las retenemos (habíamos dicho: emoción es energía en movimiento).
─ Las emociones buenas nos dan fuerza y liberan más potencialidades, más «poder», entendido tal «poder» desde el amor, y no como «poder sobre los demás» (obviamente estas son las emociones relacionadas con la verdad, el amor, la alegría, etc.).
─ A la larga (¡a la larga!) sólo nos hace bien, es decir, solamente nos da placer ─y nos hace más agradables incluso, o sea, nos hace más «bellos»─ aquello que realmente está en armonía con el amor y la verdad, y no lo que está en armonía con el error ─que nos da dolor y sufrimiento… y fealdad─.
─ Es decir, hay «placeres verdaderos». Sería por eso que la verdad libera también en este aspecto de la verdad (el «interno»), y no sólo en el aspecto «externo»: el de conocer las leyes naturales físicas, ya que es evidente que al conocerlas tenemos más libertad de movimiento ─construyendo aviones, etc.─.
─ El problema es nuestra definición de placer. Definimos el placer «inconscientemente» desde un estado de ánimo que contiene creencias falsas, unas «creencias emocionales» falsas, y en general emociones erradas.
─ Lo que «nos mata» (lo que nos degrada a la larga) es NO poner el foco primero en la disyuntiva entre: la verdad y el amor por un lado, y el error por otro lado. Así, huimos del «dolor» y buscamos «placer», pero con unas definiciones erradas de tales placer y dolor.
─ Así, valoramos errores, como creencias no sólo intelectuales, como «creencias profundas», digamos. Ellas están en contra de la objetividad de los principios universales ─pero en general se normalizan «en sociedad»─.
─ Valoramos así, por ejemplo, el miedo a sentir, y otros miedos. Esto nos hace valorar, en círculos viciosos, las creencias que ya tenemos sobre el placer, sobre la vida, etc., y así aumentamos nuestra degradación nosotros mismos.
(Nota: Estas cosas básicas no me las invento yo)
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El problema sería que artificialmente se han separado las «verdades físicas» de las «verdades sobre el ánimo», o sea, verdades «internas», verdades sobre el alma, por así decirlo.
Habría leyes que se pueden igualmente descubrir, en todo campo.
Y la experiencia interna no es meramente «subjetiva», pues si no, no podría darse el progreso moral que Ernesto admite que hay.
Es muy simple, esto sería lo que pasa, en parte:
No queremos admitir esa homogeneidad lógica (que existiría). Y no queremos porque creemos que hablar de verdades internas hace que perdamos nuestra personalidad única.
Por eso es que vemos a Ernesto reaccionar «defendiendo el arte». Esa sería una reacción que muestra esta separación de la que hablo, que es «artificial», y que es lo que sostiene la falacia de la filosofía.
¿Falacia? Sí, evidentemente, porque deja de ser «amor a la sabiduría» cuando ponemos «primero el intelecto». Ese gesto de «poner primero el intelecto» es lo que todos hacemos «por defecto de fábrica», aunque es aprendido…, sólo que la deriva degradante académica de lo filosófico sólo nos lo muestra ahí fuera de forma exacerbada (hace esta maniobra en paralelo a lo que la religión en general, por cierto… ya que las religiones tienen muy poco que ver con Dios).
Ni siquiera los científicos pueden ser «sabios» en su campo si no sienten certezas y se guían por ellas; es decir, si no se guían por lo que realmente son: almas/ánimo, o sea, seres susceptibles de una transformación interior, de un aprendizaje real, gracias a poder sentir.
Hay pensadores que hablan de esto, de todos modos, es decir, que lo sitúan así, distinguiendo bien el componente de «espiritualidad» bien entendido. Este concepto de todos modos desde siempre está dando vueltas en la filosofía «academizada», pues supongo que lo que funda la filosofía sería eso: un Sócrates ejerciendo realmente de acicate en torno a las cosas del alma, del ánimo… y por tanto de las verdades absolutas sobre el progreso moral, que es un aspecto crucial.
«La espiritualidad como práctica» es algo así como el cuidado de la relación de uno consigo mismo. Ese cuidado o ese amor nos transforma, y nos permite acceder a más conocimiento real.
La verdad libera, pero también y sobre todo la verdad «interna».
En realidad sólo ella libera, si realmente la absorbemos, pues no hay descubrimiento científico si los científicos no aprenden algo realmente, y eso sólo se da con «eurekas» relacionados con certezas «emocionales».
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Enlace al otro material en audio donde estas dos personas se encontraron hablando:
https://www.rtve.es/play/audios/futuro-abierto/17-06-24/16149859/
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Comentarios 2
Comentarios bajo este vídeo:
─ «A Radical New Vision»: The Conscious Cosmos
─ https://youtu.be/DeTm4fSXpbM
─ Es una conversación con el profesor de filosofía Matthew Segall, que tiene el canal llamado footnotes2Plato (la conversación es en el canal de Curt Jaimungal llamado «Theories of Everything»).
Comentario:
Wow, what a teacher!
So beautiful class.
Leibniz is thus like the great absentee in this class. At least until 1:50:00. (But it finally appears at minute 1:55:40 !! 🙂 )
The final part is beautiful too. There is even talk of death as a possible mere transition.
In reality ‘death’ would only be the projection of our identification with the physical body.
That is, the only thing that dies in ‘death’ is the mental_emotional identification that we (as soul) make with the physical body.
We then continue to live on as souls (anima, that which animates us), but using as an instrument a body that we already have, and that is the so-called ‘spirit body’.
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The «criticism of Leibniz» (if we can say there was some here), in the Whiteheadian view, would not be valid, obviously, since the monads are the souls, and the other ‘actual occasions’ are not souls.
So, there is definite dualism, even if all mathematical-metaphysical reflections are valid in their fields ─and they are very fruitful and encouraging.
And in this our problem is simple: we do not understand that there are laws with equal reliability in the field of what we are: souls (the souls we have said exist because dualism would be true ─as «hypothesis» if you will).
For example, there is also a mathematics of the operations of souls, but this is something we cannot treat with the same ‘externalist’ attitude, since the soul gives life to our physical body (and to the spirit or energy body, which is basically the container of what we call mind, and which uses the physical brain as an instrument).
There would be a «pre-established harmony», sort of, which would give us clues to the timeless, transcendental character of the natural laws that we verify and feel to be correct.
And of course, if there is an infinite and ‘personal’ God (which there is, as I checked), this God is what the laws point towards (laws, that is, the truth that we find around the facts, and much more).
The only problem we have is a kind of Western self-betrayal, since the philosophical quest, according to even the basic manuals, would have to do with the Socratic interest in seeking laws for everything equally, also for the moral realm, which seems more «subjective», but which would not be «subjective» (ultimately morality is dependent on the «soul based» substance and laws).
The self-betrayal we absurdly believe ─’against Ockham’s razor’─ is that there are no universal laws around the facts of emotion, i.e. ‘energy in motion’. But our ‘emotional’ ‘internal’ experience would be intimately related ─and law_based related─ to ‘external reality and processes’.
And this treacherous tradition is that we believe that these possible laws have nothing to do with morality, believing still, as a «civilisation», moreover, that morality is not really «practical», etc.
(as a crucial part of our soul we have the phenomenon of conscience, which is not just self-awareness, of course.)
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One statement (prior to the 1:55:00 Leibniz appearance) sounds very much like Leibniz’s Continuity Principle, when Matthew describes this sort of aspect of quantum physics:
«there is moment by moment an integration of what’s already been actualized in the past with what remains possible in the future»
Having only read a bit some texts about Leibniz, it seems clear that Whitehead is very much dependent on Leibniz.
Also on the question of perspective, point of view: «Monads» as points of view «expressing the world as a whole’… that is sort of thing resonating a lot here, I think, when they’ve talked about “perspective”.
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When they discuss the issue of «anger transfer», assuming the example of a «Matthew being angry» and a listener ‘getting’ that:
The filter for the reception of anger, by that fictitious listener, is not the physical body (it would be rather, to make things square, the souls, which would be what e.g. Leibniz would have called monads, I think).
Dualism is necessary because somehow ‘energy’ ‘is prior’, «causal» (and ‘emotion’ is merely energy in motion). This is ‘empirically demonstrated’ by seeing that, in our individuation as human beings ─which we start from an infancy (a ‘non-voice’)─ we come from a situation where mere emotionality is fully functional, because we do not yet have reasoning and in fact we learn the most difficult things: our mother tongue, walking…
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About free will, what for me «solved everything» in its basis would be Alan John Miller’s material, although it is not on an apparently kind of ‘philosophical theoretical’ level as it is solved… or it doesn’t seem so, since Miller’s teachings let’s say ‘come out organically’
(there is a lot of defamation of that person and it is not true).
So, free will would be an attribute of the soul, one of its gifts, let’s say; and the soul is the «most substantial thing», as we saw above (the mood, the desires, the emotions… etc…. ultimate «cause of our experience»).
Thus, free will would have as its ‘first point of application’, or better, it would be like a ‘lever’ inscribed in that substantial realm of emotion, energy in motion. And of course, it has everything to do with what we can choose with regard to what affects us emotionally (with or without a possible direct help from God).