Índice
─ Introducción
─ Notas sobre el capítulo
─ Versión en español
─ Versión en inglés
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Introducción
Este texto es introducido en esta página (y es enlazado en ella):
Página-guía B.9:
unplandivino.net/transicion/
Está en el apartado de esa página dedicado a Robert J. Lees (buscar «Robert» en la página).
Para los audios:
En esa misma página estarán enlazados y ordenados. El audio de este capítulo ya está allí enlazado (como en el anterior, hago un largo comentario al final del audio, tras la lectura del texto, para ver algunas ideas importantes, y a veces para aclararnos con algunas cosas).
Reuniré todos los textos de este primer libro de R. J. Lees (A través de las nieblas) cuando vaya terminando de hacer esta «primera» versión de la traducción (que hago con ayuda de deepL, google, etc.) ─»primera» versión en el sentido de «para mi web»─.
Notas sobre el capítulo
(Estas notas las leo y comento en el audio de comentario sobre el capítulo 6, enlazado también en la página B.9.)
16-enero-2025:
Podemos plantearnos esta pregunta básica, y algo de contexto para entenderla:
─ El caso general, planteado en el libro, es pues que hay una definida transición al mundo espiritual ─y recordemos que en general miles de millones de espíritus no hacen tal cosa porque se quedan pegados a la Tierra─.
─ Esta transición es representada por las nieblas, cuando efectivamente son atravesadas «definitivamente» (quizá en algún sentido de tal idea: «definitivamente»).
─ Entonces, con respecto a alguien como la mujer culposa, que vemos retratada en el capítulo: ¿le sería imposible por ejemplo regresar a la Tierra para pedir perdón a la persona a quien ella le ha de pedir perdón, si esta persona está todavía viva en su cuerpo físico?
─ Un poco de «contexto»:
Recordemos que existe el estado de sueño para las almas que todavía tenemos un cuerpo físico.
─ En ese estado de sueño podemos encontrarnos con personas que ya están en el mundo espiritual (por ejemplo en su «cueva»; como esta mujer retratada aquí).
─ Y/o bien también podemos encontrarnos con personas que están pegadas a la Tierra, y ya han dejado el cuerpo físico (o con personas que, como nosotros, están durmiendo, teniendo todavía su cuerpo físico en la Tierra).
─ Supongamos que podemos encontrarnos con ambos tipos de personas: las «ya transicionadas» y las «pegadas a la Tierra».
─ Es decir, la mujer culposa, si trabaja en su arrepentimiento, podría darse cuenta de la posibilidad de hablar con esas personas a quienes ha dañado (de hablar con ellas mientras tales personas viven en el estado de sueño, al dormir en la Tierra).
─ Un aspecto a meditar es el de que, quizá, si esta persona culposa no entra al mundo espiritual en su especie de «cueva bien definida», y, sin embargo, se queda rondando la Tierra, entonces es posible que no pueda desarrollar fácilmente la claridad o el propósito de realizar un encuentro «sano» y eficaz con aquellas personas a las que ha dañado (con esas personas hacia las cuales, en su arrepentimiento, ella ─la mujer culposa─ necesitaría pedir perdón, o sea, mostrar al menos un sincero arrepentimiento en actos efectivos ─por lo menos hablar de ello y permitir la expresión de las personas dañadas─).
17-enero-2025:
(a raíz de lo que hay en:
─ 20120418 Through The Mists – With Mary – Chapter 4 S2
https://www.youtube.com/watch?v=z1cJ1LR7cEU )
En el caso de esta mujer culposa, que vemos «recibir» el perdón de otra (que parece que en realidad es su hija, según afirma María Magdalena ─ella y el muchacho son hijos de la mujer culposa─).
En este caso vemos que ella no ha aceptado todavía ese perdón que queda en ella como una especie de luz potencial para acompañarla en el proceso de arrepentimiento que alguna vez emprenderá.
Esto lo podemos asemejar a lo que le pasa a los niños, pero no con luces sino con las sombras de las creencias falsas o pecados de las madres y padres (y otros adultos). Es decir, desde pequeños, de niños, todos portamos esas cosas oscuras, pero luego, para que realmente las aceptemos, las recibamos como nuestras, hemos de ejercer nuestra propia voluntad en ellas. Así, de cierto modo también nos vamos haciendo responsables por esos pecados, mientras que cuando aún no tenemos casi autoconsciencia no estamos realmente manchando nuestra alma de pecado, aunque ya esté dentro, como esa especie de «anti-luz», en nuestra alma, y a veces con efectos muy visibles (incluso somatizaciones tipo deformidades, etc.).
La ley de atracción actuará sobre esas heridas o anti-luces (ya albergadas en ese niño/a), y será una especie de mensaje para los padres ─lo que le pase al niño lo será─. Eso que suceda todavía caerá totalmente bajo la responsabilidad de los padres, si el niño apenas ha desarrollado su voluntad.
Por otra parte, cuando al final habla del «poder del amor en otra dirección»:
dice eso en el sentido de que Eusemos ya le ha mostrado a Fred sucesos que tienen que ver con cómo opera el amor: Lo que pasa con las nieblas, lo que pasa con la gente que se reencuentra, lo que le pasó a la mujer culposa… y ahora le mostró esa dirección hacia arriba, para que viera el poder en una dimensión superior.
Versión en español
CAPÍTULO 4
EL MONTE DE DIOS
EUSEMOS me condujo colina abajo hacia aquel punto del que partían los diferentes caminos y que era necesariamente un punto de encuentro común para las multitudes que iban y venían continuamente. No había ninguna razón visible para que esto fuera así, ninguna barrera o impedimento para que pasaran directamente desde, o hacia, cualquier camino o punto particular al que quisieran llegar, ninguna puerta en la que tuvieran que ser admitidos o examinados para probar sus calificaciones, y sin embargo, de mutuo acuerdo, todas las personas gravitaban hacia ese centro común en su paso en cualquier dirección. Cada vez me interesaba más mi nuevo y sobrecogedor entorno, a medida que cada nuevo pensamiento y escena se grababan en mí. Fue mientras descendía en medio de esta multitud ajetreada, siempre cambiante y alegre, cuando por primera vez comprendí plenamente el hecho de que la muerte estaba fuera de nuestra vista detrás de nosotros, y al hacerlo me detuve ─me detuve para tratar de darme cuenta de todo lo que había dejado atrás, de aquello a lo que había llegado y del incomprensible cambio de circunstancias al que me había visto arrastrado, mientras que yo seguía siendo el mismo─. Todos y cada uno de los incidentes que conocí parecían encerrar un cielo, y más de lo que yo había podido imaginar en la Tierra; sin embargo, cada uno de ellos estaba diseñado de tal manera que no era más que una parte, un fascículo [instalment], de nuestro hogar, donde se oiría la palabra exhalada por los labios de un Padre Infinito en el acorde perfecto del amor, cuyos ecos perdurarán para siempre en la vasta extensión de esa cúpula eterna bajo la cual encontraremos finalmente nuestro descanso. Continuar leyendo «A través de las nieblas | Capítulo 4: El monte de Dios»