Este es un mensaje que dio Jesús a través de J. Padgett en la fecha indicada. (Enlace al original.)
Enlace al audio: enlace ivoox / descarga.
Como ya hemos comentado, tras estos mensajes dados a través de Padgett, y en parte para difuminar y distorsionar la verdad acerca de Dios, han venido a la tierra canalizaciones e informaciones «muy atrayentes», pero que nos sacan de lo esencial, o lo combinan tramposamente con muchas cosas (con el atractivo de una «coherencia supuesta», o de la complejidad, etc.).
Pero, como constaté en mi propia experiencia (y como vimos en general gracias a cómo Jesús habló sobre el tema de la conciencia —la conciencia como órgano de la verdad de Dios en el alma—), viene bien tener mucho cuidado.
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25 de mayo de 1917
Jesús: Quién y qué es Dios.
Estoy aquí, Jesús.
He estado contigo mientras rezabas y me he unido a tu oración al Padre para que Su gran amor fluya en tu alma en gran abundancia; y sé que Su Espíritu Santo está presente y que Su amor está fluyendo en tu alma, y que te estás volviendo en unidad con el Padre. Su amor siempre vendrá a ti cuando reces como lo has hecho esta noche, y Su oído está siempre abierto a las aspiraciones sinceras de Sus hijos que acuden a Él con verdaderos anhelos del alma. Tienes el secreto para alcanzar el amor del Padre, y en todas las ocasiones, cuando sientas que necesitas ese Amor o desees una cercanía al Padre, usa el secreto y no te decepcionará.
Esta noche estás en mejores condiciones en el desarrollo de tu alma y en tus percepciones, y puedes recibir el mensaje que desde hace tiempo he deseado comunicar, y para hacerlo solo esperaba que estuvieras en completa vinculación conmigo [complete rapport].
Bien, recordarás que en las primeras etapas de nuestros escritos, te comuniqué mi conocimiento y concepción de «quién y qué es Dios», y que recientemente te he dicho que deseaba reescribir el mensaje, ya que ahora tu condición es mucho mejor para recibir estas verdades de lo que era cuando el mensaje fue escrito; y así, esta noche, entregaré el mensaje, y tomaré una posesión más completa de tu cerebro, y el control de tu mano, más de lo que pude conseguir en el momento mencionado.
Entonces la cuestión es: ¿Quién y qué es Dios?
Al tratar esta cuestión debes comprender que no es tan fácil describir, en un lenguaje que los mortales puedan comprender, la Esencia y los Atributos de Dios, y siento las limitaciones que tengo al esforzarme por darte una descripción satisfactoria del único y verdadero Dios; no por la escasez de conocimientos y de concepción por mi parte, sino por el hecho de que no tienes el desarrollo álmico requerido como para permitirme formar la vinculación necesaria contigo, a fin de que a través de tu cerebro pueda expresarse la verdad exacta acerca de quién es el Padre.
Bien, para empezar, Dios es Alma, y el Alma es Dios. No el alma que está en el hombre creado, sino el Alma que es Deidad [Deity] y autoexistente, sin principio ni fin, y Cuya entidad es el único gran hecho en el universo del ser [being].
Dios es sin forma, tal como ha sido concebido por el hombre en casi todas las épocas, y especialmente por aquellos que creen en la Biblia de los hebreos así como en la de los cristianos. Pero, sin embargo, Él es de forma [of form], que solo puede discernir y comprender como una entidad aquellas percepciones álmicas del alma de un hombre que haya llegado a un cierto grado de desarrollo, que haya tomado la naturaleza divina del Padre y así se haya convertido en una parte del Alma de Dios. No hay nada, en toda la naturaleza, con lo que los hombres estén familiarizados o tengan conocimiento, que pueda ser utilizado para hacer una comparación, incluso en las percepciones espirituales [percepciones cuando estamos en el cuerpo espiritual en los diversos planos], con esta Gran Alma; y por lo tanto, es totalmente erróneo que los hombres conciban a Dios como si tuviera una forma de cualquier manera que se asemeje a la del hombre; y aquellos que, en sus creencias y enseñanzas, niegan al Dios antropomórfico, están en lo correcto.
Pero, sin embargo, Dios tiene una forma tal que le da una entidad y Sustancia, y una sede [seat] para su morada, a diferencia de ese Dios que, en las enseñanzas de algunos hombres, se dice que está en todas partes en esta Sustancia y entidad —en los árboles y las rocas, y el trueno y el rayo, y en los hombres y las bestias, y en todas las cosas creadas, y en el que se dice que los hombres viven y se mueven y tienen su ser—. No, este concepto de Dios no está de acuerdo con la verdad, y es vital para el conocimiento y la salvación de los hombres que tal concepción de Dios no sea albergada o creída.
Creer que Dios no tiene forma conlleva creer que es una mera fuerza o principio, o poder nebuloso, y, como dicen algunos, la resultante de las leyes, unas leyes que, de hecho, Él ha establecido para el control de su universo de creación, y que se expresan a los hombres mediante estos mismos poderes y principios, que hasta cierto punto, pueden comprender.
El niño ha preguntado: «¿Quién hizo a Dios?». Y como los sabios no pueden responder a esa pregunta, en su sabiduría concluyen y afirman que no puede haber un Dios real con personalidad, o de forma álmica, y, por lo tanto, solo la fuerza, el principio o las leyes evolucionadas pueden ser Dios; y en su propio engreimiento piensan que han resuelto la cuestión. Pero el niño podría no estar satisfecho con la respuesta, y puede preguntar a los sabios: «¿Quién hizo el principio, la fuerza y las leyes que deben ser aceptadas como el único Dios?». Y entonces, los sabios no pueden responder, a menos que digan: «Dios», cosa que no creen, pero que, permíteme decir, es la verdadera y única respuesta.
Dios está tras la fuerza, el principio y la ley, que son solo expresiones de Su ser [being], y que sin Él no podrían existir; y son solo existencias, cambiantes, dependientes y sujetas a la voluntad de Dios, que únicamente, es el Ser [Being].
Dios, pues, es Alma, y esa Alma tiene su forma, perceptible solo para Ella misma, o para aquel hombre que, por la posesión suficiente de la Sustancia misma de la Gran Alma, se haya hecho semejante a Dios no solo en imagen, sino en la misma Esencia. Nosotros, los espíritus de la más alta progresión álmica, estamos capacitados por nuestras percepciones álmicas para ver a Dios y a su forma. Pero aquí utilizo las palabras «ver» y «forma», por ser las únicas que puedo emplear para dar a los mortales una concepción comparativa de lo que estoy tratando de describir.
Cuando se recuerde que los mortales apenas pueden concebir la forma del cuerpo espiritual de un hombre, que está compuesto o formado por la parte material del universo —aunque no suele aceptarse que sea de lo material—, fácilmente se verá que apenas puedo transmitiros ni siquiera una ligera idea de la forma Álmica de Dios, que está compuesta de aquello que es puramente espiritual —es decir, no de lo material, aunque sea de lo material sublimado en el grado más alto—.
Y aunque no soy capaz, debido a las limitaciones mencionadas, de describir esa forma a los hombres, de tal manera que puedan extraer algo sobre la concepción de la forma del Alma —ya que tal forma solo puede ser vista con el ojo del alma, cuyos ojos los hombres no poseen—, no se debe creer que, como los hombres no pueden entender o percibir la verdad de la forma del Alma, por lo tanto, no es una verdad. [Una verdad, la verdad de la forma del Alma, por lo tanto, no es una verdad. (esta frase la pongo entre corchetes porque en el contexto, aunque es la traducción literal y no se me ocurren alternativas, no parece tener mucho sentido, y con el resto del texto basta para entender)] Pero una verdad, aunque no sea concebida o percibida por los hombres, los espíritus o los ángeles, sigue siendo una verdad, y su existencia no depende de que sea conocida; y aunque, de entre todos los mortales de la tierra, y de todos los espíritus y ángeles del cielo, solo uno pudiera percibir la existencia de esa verdad, sin embargo su existencia percibida por ese uno solo prueba irrefutablemente su realidad.
Pero, como he dicho, la verdad de la forma de Dios —la forma del Alma— puede ser atestiguada por más de uno de los espíritus celestiales de los hombres que han pasado más allá de la tierra—; y la posibilidad está ante los mortales de la vida presente, en el gran futuro, si sus almas se han vuelto poseedoras de la Sustancia Divina del Amor de Dios en la abundancia suficiente como para percibir a Dios, tal como he intentado explicar.
El alma creada del hombre tiene su forma, siendo hecha a imagen de Dios, pero el hombre no puede ver esa forma, aunque es un hecho, y puede ser atestiguado por muchos en los reinos espirituales.
Y aquí es necesario decir que, cuando en nuestro mensaje hablamos de que Dios no tiene forma, nos referimos a cualquier forma que los hombres hayan concebido o crean haber concebido, y nuestras expresiones no deben considerarse como contradictorias con lo que he tratado de explicar acerca de la forma de Dios.
Pues bien, además de la forma, Dios tiene una personalidad, y esta se expresa y se da a conocer al hombre por medio de ciertos atributos, que para la consciencia del hombre existen en el universo; y para algunos filósofos y científicos y sabios estos atributos son su Dios impersonal mismo, y para ellos, el único Dios. Convierten a lo creado en el Creador, sin darse cuenta de que detrás de la expresión debe estar la Causa; y que más grande que el atributo debe ser Aquello desde donde es proyectada la expresión del atributo, o, como mejor les gusta decir, «es desarrollada» [evolved].
Y aquí, yo, que lo sé, deseo decir que estos atributos o fuerzas y poderes y principios y leyes y expresiones manifestadas no constituyen, ni son, todos juntos, aquello de lo cual fluyen, o aquello en lo cual tienen su fuente. Dios es Él mismo, por sí solo. Sus atributos o expresiones, manifestadas a los mortales o a los espíritus, no son más que los resultados o los efectos de las obras de Su Espíritu, cuyo Espíritu no es más que la energía activa de su Alma —Él mismo—. Y, por lo tanto, la forma de Dios no está distribuida por todo el universo de la creación donde puedan estar Sus atributos, o debido a que estén manifestados en todas partes.
No, como fue dicho por el Moisés de antaño, y como fue dicho por mí cuando estuve en la tierra: Dios está en sus Cielos. Y aunque a los mortales les resulte sorprendente y asombroso oírlo, Dios tiene su morada; y Dios como Sustancia, forma autoexistente y Alma, tiene su localización, y los hombres no viven ni se mueven ni tienen su existencia en Dios, sino en sus emanaciones, expresiones y espíritu.
Como estás algo agotado, creo que este es un buen lugar para detenernos.
Me complace que estés en tan buenas condiciones. Así que prepárate para una pronta reanudación del mensaje.
Con mi amor y mis bendiciones, me despido.
Tu hermano y amigo, Jesús.
Index: PJE19170525A Author: Jesus Receiver: James E. Padgett Location: Washington D.C. Date: 25 May 1917 Sources: True Gospel, Vol I, page 59 Angelic Revelations, Vol I, page 99