En este audio y en el texto (abajo están los enlaces y el formato web del texto)…:
Enlace al audio:
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Enlace al texto correspondiente:
– pdf (versión 1.01, 28 agosto, 2023)
este audio y en el texto… decíamos…
… vemos algunas cosas básicas más sobre el tema de la compensación.
Seguimos pues al hilo de los comentarios que Jesús y María Magdalena hacen sobre la compensación, el pecado (desarmonizar el alma), el perdón y el arrepentimiento, etc.
En el audio leo este texto (enlazado arriba en pdf), que coloco también abajo (aunque a veces los pdf’s pueden tener versiones un poco más actualizadas).
Índice
– Introducción
– “Transcripción”
– ¿Cómo la negación del pecado retrasa pero incrementa el dolor y el sufrimiento?
– Notas
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Introducción
En este texto vamos a ver una especie de transcripción-traducción que he preparado. Es de una conversación entre Jesús y María Magdalena. Está algo transformada desde el formato de la conversación original, para hacer un texto con un discurso casi continuo, digamos, como si fuera casi un monólogo. (nota 1) En el texto hay algunos paréntesis que son añadidos míos para, por ejemplo, aclarar, parafrasear, completar, etc. (aunque el texto en sí ya puede contener a veces una pequeña elaboración o parafraseo, pero en general es muy literal).
En general, en los audios que casi siempre acompañan estos textos, comento, remarco y repito cosas que parecen realmente importantes, etc.
“Transcripción”
¿Cómo la negación del pecado retrasa pero incrementa el dolor y el sufrimiento?
Entonces, ¿cómo es que efectivamente la negación del pecado retrasa, pero incrementa el dolor y el sufrimiento causados por el pecado?
En primer lugar, probablemente necesitamos enfocarnos en cómo actúa sobre nosotros la negación del pecado, en términos de retraso.
Obviamente, si niego un pecado, entonces ya no soy consciente de que estoy pecando. Y esto es algo en lo que los seres humanos son expertos. Todos somos muy astutos en cuanto a la negación de las cosas. Y, de hecho, frecuentemente se nos ha enseñado, desde una edad muy temprana, a negar que hicimos ninguna cosa; en particular, a negar que hemos hecho algo mal.
La mayoría de nosotros cuando éramos muy, muy pequeños, hemos comprobado que siempre que decíamos: “oh, sí…”, y levantábamos la mano para ser honestos y…: “sí, yo hice eso”… usualmente nos veíamos castigados muy duramente por ese comportamiento.
Y eso, entonces, nos hace aprender que la honestidad con respecto a lo que hemos hecho es algo que efectivamente va a ser castigado. Y así, tras un tiempo, comenzamos a creer que lo mejor que podemos hacer es negar que hemos hecho alguna cosa mal. Nuestra regla general es… “si se te da la oportunidad… negarlo”.
El problema de esto es que tras un tiempo nos volvemos personas tan enredadas en la negación, que incluso dejamos de creer que tan siquiera hayamos hecho algo malo jamás.
Así que hemos ido desde un estado en el que se lo negamos a los demás, hasta un punto en que ahora nos lo estamos negando a nosotros mismos, de modo que así incluso sofocamos el reconocimiento consciente de nuestro pecado.
Y esto es algo que al final es terrible, es terrible hacer esto, pues las leyes de Dios —y en particular la de compensación— están intentando desenmarañar eso, esa negación; y así, todas las leyes están efectivamente dirigidas a desenmarañar nuestra negación, mientras estamos invirtiendo cada vez más y más esfuerzo en la negación. Y desafortunadamente eso va a tener unos efectos bastante negativos.
Y bien, cuando estamos negando nuestro pecado, continuamos actuando en base a él, y por tanto eso conlleva que continuemos cosechando la compensación negativa por ello. Y algunos de nosotros somos incluso expertos en negar eso. (nota 2) Y esto lo hemos planteado en el primer grupo de asistencia (del 2016)… el concepto de pecado… y en concreto estuvimos hablando de cómo la mayoría de personas incluso quiere negar la relación que hay entre el dolor y el pecado. Y así, este segundo punto que queremos plantear sobre la negación trata por entero de la relación entre el dolor y el pecado.
Queremos negar que nuestro dolor esté causado por nuestro pecado. Y así, por tanto, si no está causado por el pecado, necesariamente ha de estar causado por alguna otra cosa, por algo que no conocemos y no entendemos.
Y esto para muchos de nosotros significará que ahora tenemos la oportunidad de decir…:
“Dios hizo algún sistema… y no lo conocemos… ¿quién sabe lo que está pasando con eso? Y entonces mi dolor no tiene nada que ver conmigo…, sino que tiene todo que ver con este sistema de mierda que hizo Dios”.
De ese modo es como lo solemos ver cuando comenzamos a negar los resultados del pecado, en cuanto que dolor. Y así estaremos negando los efectos compensatorios del pecado mediante la negación del dolor que causó el pecado. Y luego eso nos hace decir…: “oh, tiene que existir otra razón para el motivo de que esté con dolor”.
Y casi me parece que se trata de que hay como dos escenarios (dice Mary); uno de ellos es aquel en el que nos damos cuenta de que en nuestra vida tenemos dolor, pero no lo asociamos con una causa que esté relacionada con nuestro pecado personal y nuestro deseo de pecar. Y el segundo escenario sería aquel donde nos hacemos muy expertos en usar adicciones que nos dan esta especie de “chute” [buzz] de placer a corto plazo, de modo que de cierta manera nos podemos distanciar del nivel extremo de dolor que se está formando en nosotros.
Y, obviamente, un tercer punto es que tenemos esta adicción, que nos da esta sensación de “placer a corto plazo” (es Jesús aquí quien hace el signo de comillas con las manos, mientras dice las palabras correspondientes a “placer a corto plazo”)… y esto es un poco como cuando la persona que es alcohólica, que bebe y le da cierta sensación de placer a corto plazo, pero todavía está negando por completo los problemas que conlleva el alcoholismo a largo plazo, lo que incluye relaciones rotas, niños dañados, amistades rotas, incapacidad de cuidar de uno mismo y de los demás, etc.… y la lista sigue y sigue.
Pero en lo tocante a las adicciones emocionales hacemos exactamente lo mismo que un alcohólico con su alcoholismo, donde básicamente decimos…:
“Mientras yo obtenga este chute a corto plazo, este placer a corto plazo, e ignore todas las consecuencias a largo plazo —de dolor—, entonces puedo justificar para mí mismo la obtención de este placer a corto plazo”.
Y obviamente esto es algo muy ilógico, muy ilógico de hacer, al igual que el alcohólico está siendo muy ilógico en cuanto a su beber continuo. Pero continuamos involucrándonos en ello hasta un punto en que comenzamos a sopesar los resultados de nuestro pecado a largo plazo.
Así que mientras permanecemos en negación, puedes ver que se da una gran cantidad de efectos muy negativos —respecto a la negación— (aquí, recordemos, añaden estas coletillas, a veces, como la de “respecto a la negación”, porque tenemos por un lado el pecado de estar en negación, y por otro el pecado en sí de beber alcohol —que maltrata nuestro cuerpo físico, etc.—).
Y bien, podemos entonces enumerar algunas pocas cosas que suceden, a grandes rasgos, en cuanto a que, cuando negamos el pecado, incrementamos el dolor y el sufrimiento, simplemente por el hecho de que continuamos sembrando cada vez más emociones y pensamientos pecaminosos. Continuamos por la misma ruta, opuesta a la ruta amorosa, así que continuamos acumulando más dolor y sufrimiento.
Y probablemente la mejor manera de decir esto sea decir que ahora mi deseo de pecar de una cierta manera me hace desconectarme, desensibilizarme de ese método de pecar, lo cual entonces me vuelve una persona que está abierta a un nivel más oscuro de pecado, en algún momento del futuro; y, por lo tanto, que está abierta a alcanzar un nivel más oscuro de dolor y sufrimiento. Y cuanto más dolor obtenga —que también negaré— eso significará que ahora habré de actuar en ese dolor, y por tanto causar más pecado.
Así que se vuelve como una bola de nieve que cae por la colina recolectando más impulso y velocidad, y también más masa. Y este es el problema con mucha de nuestra negación, que al final acumula tanta masa que para deshacerlo es como si se tratara de un tren desbocado, arrollador, ante el cual nos estamos intentando plantar para detenerlo:
“para, para, para”… (hace el gesto de ponerse erguido ante un tren con la mano levantada, Jesús). Pero para la mayoría de personas, en lo tocante a los trenes desenfrenados de los demás, se ponen ante ellos: “para, para, para”… pero normalmente se ven completamente atropelladas por el tren en cuestión.
Y ahora, volviendo a la analogía de la bola de nieve rodante, que reúne más impulso… podemos ver cómo a menudo las personas que tienen adicciones físicas han de llegar a pegarse contra la roca del fondo antes de cambiar (del fondo de la colina, de abajo de la pendiente, cayendo del todo).
Y para muchos de nosotros es casi lo mismo cuando estamos en negación de cierta cosa. Es lo mismo con todo nuestro pecado: tienes que llegar a aquella fase en la que el dolor es usualmente lo suficientemente grande como para decir:
“Un momento, ahora ya puedo ver la relación entre el dolor y el pecado, y realmente necesito detener el pecado para evitar este dolor”.
Pero, ¿acaso cuando estamos en negación, estamos en esa posición? No, pues en realidad estamos haciendo totalmente lo opuesto.
Y no sólo nos afecta a nosotros. El impacto de nuestro pecado llega a un círculo alrededor de nosotros que siempre se expande cuanto más neguemos el pecado. Porque cuando lo estamos negando estamos actuando en base a ello, y lo hacemos una y otra vez… y eso estará afectando a cada vez más personas.
Y usualmente tampoco estaremos sopesando este efecto, pues no estamos interesados en sopesarlo. Y la principal razón de que no estemos interesados en ello es porque en esa posición somos bastante egoístas. Sólo estamos interesados en nuestro propio placer, nuestra propia satisfacción, y en realidad no estamos muy preocupados por cómo ese placer o satisfacción afecta a otras personas. En otras palabras, no tenemos ningún sentido de la igualdad.
No estamos diciendo, a otras personas…: “tú y yo nos merecemos el mismo resultado de felicidad”.
Estamos diciendo: “yo me merezco toda la felicidad, y no me importa si eso te hace feliz o infeliz”.
Eso es lo que realmente estamos diciendo.
Y así, la suma total… cuando estamos en negación, es que estamos actuando en el pecado cada vez más, afectando cada vez a más personas, y así va a haber más dolor compensatorio, y es así como esto se relaciona con el incremento del dolor y del sufrimiento.
Así que la pregunta era:
“¿cómo la negación del pecado retrasa pero incrementa el dolor y el sufrimiento?”…
Si lo retrasa, es en el sentido en que da la apariencia de que no está sucediendo nada, porque nos hemos desconectado de la sensibilidad emocional ante el suceder de eso.
Pero en realidad ello está incrementando nuestro dolor y sufrimiento. Cuanto más neguemos, más se incrementa nuestro dolor y sufrimiento, y no sólo para ahora, sino que también está incrementando nuestro dolor y sufrimiento relativos a la recuperación.
Es un poco como el caso de la persona que se da contra la roca del fondo para cambiar, que ahora tiene una distancia más larga que recorrer, en su recuperación, que aquella persona que va por la mitad del camino (se entiende, en el descenso de la colina, como bola de nieve rodante) y se decide a cambiar.
Así que, obviamente, cuanto antes decidamos volvernos conscientes —no negar más—, mejores serán nuestros niveles de dolor y sufrimiento —serán inferiores—. Pero cuanto más neguemos, obviamente llegaremos a un punto en que el dolor y el sufrimiento serán bastante intensos e inmensos, y un punto en el que también va a ser mucho más difícil recuperarse desde ahí, desde ese punto.
Lo podemos ver como que cuando estoy en negación, que comienzo a hacer esta especie de declive… y si llego a tocar la roca del fondo (si llego hasta el final de la colina, abajo), entonces, hay mucho camino de recuperación hasta el punto de no tener dolor… el punto de felicidad, o lo que sea. Mientras que si nos detenemos a mitad de camino, entonces hay menos que recuperar, pero ello requiere más sensibilidad al dolor —de lo cual hemos hablado en sesiones previas—.
Y si vemos esto con el ejemplo de una adicción física como el alcoholismo… Podría ser que nos emborrachemos dos veces a la semana o una, o algo así; pero partimos de una posición en la que no bebíamos nada —probablemente esto es así en la adolescencia temprana, para muchas personas—; pero luego toman la primera bebida y les gusta el efecto que tiene —de anular algunas de las emociones que sienten, etc.—, de modo que deciden hacerlo más, y más, y más… y en un momento dado se vuelve como…:
“No puedo vivir sin ello ningún día”, y luego: “no puedo pasarme sin ello ni un minuto del día”…
Y luego se llega a ese estado en el que ya no me encuentro en mi sano juicio casi nunca… y realmente no sé lo que estoy haciendo… mis relaciones son destruidas… y todas las demás cosas resultan destruidas; y luego, cuando llego justo al final del proceso, podría tener un cierto momento de reconocimiento.
Ahora bien, puedes ver que en esa pendiente, a cada momento, tenía la opción de detenerlo. Y obviamente, si lo detengo justo arriba, cuando sólo estoy emborrachándome una vez a la semana o al mes… y me digo:
“uf, esto parece estar creando algunos problemas, para mí y para otras personas…; creo que voy a tratar con ello… creo que voy a restringir esto”…
Y ahora es muy fácil recuperarse desde esa posición. Pero después de haber perdido a tu familia, amigos, vida, trabajo… prácticamente todo lo que hayas tenido alguna vez, entonces, es mucho más difícil recuperar aquella posición original que lo que lo era si simplemente lo detenías más temprano.
E incluso es mayor el dolor compensatorio para todos a mi alrededor, y para mí, al final de esa pendiente. Así que, incluso aunque haga el trabajo para recuperar mi vida, físicamente, para llegar a un momento en el que no esté bebiendo, en el que puedo permanecer trabajando, e incluso en el que puede que empiece otra relación… eso no necesariamente significa que esté plenamente recuperado, pues existen el dolor y el sufrimiento compensatorios del pasado, y que has creado no sólo para ti sino para otros.
Y a menos que trates con la causa real, todavía existe el potencial de que vuelvas a hacerlo, y también existe el abordaje de las emociones asociadas con el hecho de que efectivamente causaste dolor y sufrimiento en las vidas de otras personas.
Eso necesita ser abordado, y habrá de ser abordado: las leyes de Dios van a exigir que se aborde.
Así que, aunque ahora te veas recompensando por tu comportamiento más sabio (enlightened), el de ya no continuar cayendo por esa pendiente resbaladiza, sin embargo, todavía tendrás que pagar por el comportamiento del pasado. Y esto tiene sentido, por supuesto:
Las leyes de Dios de la compensación no nos permiten salirnos con la nuestra con nada. Las leyes de Dios de la compensación no nos permiten salirnos con la nuestra con la negación.
Y volviendo al ejemplo de la bebida. Si me estoy emborrachando una vez por semana o por mes, y sigo queriendo negar los efectos, entonces a menudo tomaré otra bebida y beberé mas… y luego me sentiré incómodo en el trabajo… y entonces bebo algo más… Así que esto es lo que estás diciendo (dice Mary a Jesús), asimismo, en cuanto al retraso, en cuanto a la relación que hay entre la negación y el retraso del dolor y el sufrimiento…
Sí, todavía estoy acumulando más dolor y sufrimiento, pero me vuelvo insensible a ello; así que se siente como que estoy retrasando el dolor, pero en realidad sólo te estás volviendo insensible a él. Eso es todo lo que en realidad estamos haciendo con esto.
La negación es algo muy dañino.
Cada vez que optas por negar una adicción emocional, se trata del mismísimo efecto que cuando optas por negar una adicción física. Cada vez que optas por la negación de un pecado, se da exactamente el mismo efecto que cada vez que optas por negar una adicción física. Es exactamente el mismo principio.
De ese modo es como te vas a ver marchando cuesta abajo, volviéndote cada vez más insensible al problema; y también te encontrarás con que el problema se vuelve peor. Y entonces, a menos que afrontes eso de cara y resuelvas el dilema, vas a degradar continuamente tu condición.
Ahora bien, la ley de compensación sigue intentando que llegues a corregir eso mediante la asistencia que te da para que puedas ver la relación entre el dolor y el sufrimiento, y el deseo subyacente ya sea de negar (el pecado), o ya sea de involucrarte en el pecado (por un lado tenemos “dolor y sufrimiento”, y la relación es lo que se da entre ese “dolor-y-sufrimiento” y dos tipos de deseo, por así decirlo: el “deseo-de-negar” y el “deseo-de-pecar”).
Y cuando antes hablabas (dice Mary) de la negación de la adicción física, te referías a negar la existencia de tal adicción. Sí (dice Jesús), la mayoría de personas que beben demasiado no admitirán que lo hacen, por ejemplo —la mayoría no, durante un largo periodo de tiempo—; ni siquiera lo admitirán tras volverse bebedores empedernidos. Usualmente tienen que llegar a ese punto en el que casi toda su vida se ve destruida, aunque ni siquiera así muchos lo admiten. Eso se debe al nivel de negación.
La persona que está muy sensibilizada respecto a la negación, no permite que las cosas lleguen a ese punto de degradación sin comenzar antes a corregir su comportamiento.
Y esto (lo que estaban viendo: la “necesidad” de “tocar fondo”) es causado por esta negación incluso de la relación entre el dolor y el sufrimiento, y entre estos dos con el pecado (aquí Jesús en este momento indica, añade o parece indicar o añadir, que la negación también se daría en el nivel de que negamos la relación que hay entre el dolor y el sufrimiento, que ha definido a veces como “dolor de largo calado”, “dolor de larga data”, “dolor persistente”).
La mayoría de personas quiere negar que haya una relación. Pero el gran problema de negar la relación es que eso permite que el comportamiento pecaminoso continúe, y así, eso permite que haya más dolor y sufrimiento en nuestro futuro.
Pero, obviamente, la negación es una emoción muy importante de la que necesitamos salir si es que alguna vez vamos a conectar con la ley de compensación.
Notas
Nota 1
Se trata de una parte de la sesión 5, parte 1 (S5P1), de los materiales de Divine Truth sobre el perdón y el arrepentimiento, la compensación y la conciencia (del 2017 y del 2018): https://www.youtube.com/watch?v=1rsZh_fYNO8
Hemos visto algunas otras partes en otros textos y audios, por ejemplo de la sesión 4, y también algunas de esta sesión 5. Ver por ejemplo lo publicado en la web en torno a la fecha de redacción de este texto/audio (verano, 2023). Algunos títulos son por ejemplo: “La gente que muere no es inmediatamente consciente de ello. ¿Cómo siente el pecado la persona promedio tras morir?”, o…: “¿Cómo siente el pecado la persona promedio en la Tierra?”, etc.
Nota 2
Entendiendo aquí que somos expertos en negar que la compensación negativa que experimentamos (dolores, etc.), tengan que ver con nuestro pecado.