[Este tema pertenece a la página guía A.5 donde se pueden encontrar más cosas sobre la compensación]
Miller da un ejemplo extrañamente simple,
habla de que, al aprender a caminar,
el momento de la compensación es el lloro por el dolor de la caída.
Esa compensación es «sanadora» en el sentido de que cierra el ciclo.
Pero si no se permite ese lloro del niño tranquilamente, entonces evitamos que se dé la natural compensación (en ese ejemplo de aprender a caminar no tiene sentido hablar de ley del perdón/arrepentimiento, por lo que parece… es muy físico, digamos).
Nosotros estamos todo el rato «no cerrando ciclos» cuando no nos permitimos a fondo sentir dolores, miedos, etc., que lleven a lloros/penas y a “cerrar el ciclo”.
No nos permitimos esos lloros con grabaciones enormes y muy fundamentales que están desde la concepción grabadas por el entorno en la superpotente alma que somos.
Esas grabaciones compensan en el momento de ser realizadas en las almas de la gente del entorno, padres, etc. (todo miedo proyectado al niño, etc.).
Luego vamos decidiendo desarmónicamente muchas cosas desde niños… y eso se compensa de inmediato (cualquier deseo… todo)
y como estamos muy heridos, tampoco lloramos esas otras «caídas del alma»…
así acumulamos una pelota descomunal.
Por eso podéis imaginar mejor cómo es posible que los espíritus que van autodependientemente sanando el alma hasta el punto del amor perfecto natural (plano 6)… pueden pasarse decenas de miles de años investigando y sintiendo «autodependientemente» cada causa-efecto de cada cosa que hicieron en la vida terrestre.
Es como que el alma fuera un cuerpo que se está cayendo todo el rato y doliendo, pero no lloramos esas caídas, porque aprendemos muy fuertemente a bloquear… y eso lo hacemos parece que «por encima» de los bloqueos ya bien guardados de las emociones causales más fuertes…
El alma, plano 36,
efectivamente tiene su propio mundo, su propia sustancia, está en otro espacio dimensional, capaz de contener todas estas potenciales experiencias en 35 planos diferentes, así que imaginemos la complejidad.
El alma «se cae» cada vez que piensa en desarmonía o que desea, «intenciona», etc., en desarmonía… o cada vez que tiene carencia de voluntad o de deseo que estén en armonía con verdad-amor de Dios.
Y cuando somos muy pequeños ya está muy caída, digamos, ya se ha dado muchos «golpes»… así que la pelota es eso, grandota.
Cuanto antes nos qitemos el agobio lógico qe puede dar el despertar al pecado descomunal (y tan anestesiantemente negado)
de más dolor nos libraremos en la potencial eternidad que sigue.