Jesús: el alma, lo que es y lo que no es | 2 de marzo, 1917

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Un mensaje anterior y también muy relevante es este (también dado por Jesús).

Este tema del alma es enormemente práctico y simple (se trata de volvernos seres «plenamente emocionales», dicho rápidamente -aunque esto se puede malentender-). Este asunto básico lo he resumido en la página principal o guía de la web, en sus primeros puntos (A.1, A.2, etc.).

Para ver enlaces a varios materiales prácticos sobre el alma (audios, vídeos), más modernos, dados por Miller de forma más desenfadada, gráfica y risueña (complementariamente a lo tratado en este mensaje), ver los apartados dedicados al alma en la página A.3.
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Jesús: El alma, lo que es y lo que no es
(mensaje via Padgett, 2 marzo 1917)

Estoy aquí, Jesús.

Vengo esta noche a escribir mi mensaje sobre el alma, y ​​lo haré, si podemos establecer el vínculo que se necesita.

Bien, el tema es de gran importancia y difícil de explicar, pues no hay nada en la Tierra -nada conocido por el hombre- con lo que se pueda hacer una comparación; y, por lo general, los hombres no pueden comprender la verdad ni la naturaleza de las cosas excepto por comparación con algo que ya saben que existe, y cuyas cualidades y características conozcan.

No hay nada en el mundo material que pueda proporcionar una base de comparación con el alma, y, por lo tanto, para los hombres resulta difícil  comprender la naturaleza y las cualidades del alma mediante las meras percepciones intelectuales y la razón. Y para comprender la naturaleza de esta gran creación -el alma- los hombres deben tener algo de desarrollo espiritual y la posesión de lo que puede ser conocido como las percepciones del alma. Sólo el alma puede comprender el alma, y ​​el alma que busca comprender la naturaleza de sí misma debe ser un alma viva, con sus facultades desarrolladas al menos en un pequeño grado.

Primero diré que el alma humana es necesariamente una criatura de Dios, y no una emanación de Él, como parte de Su alma; y cuando los hombres hablan y enseñan que el alma humana es parte de la Super-Alma, enseñan algo que no es cierto.

Esta alma es simplemente una criatura del Padre, al igual que lo son las demás partes del hombre -como el intelecto, el cuerpo espiritual y el cuerpo material-, unas partes que antes de la creación del alma no existían.

El alma no ha existido desde el principio de la eternidad, si puedes imaginar que la eternidad alguna vez tuvo un principio. Quiero decir que hubo un tiempo en que el alma humana no existía; y no sé si alguna vez llegará el momento en que algún alma humana deje de existir, ni tampoco ningún espíritu lo sabe; solo Dios conoce este hecho.

Lo que sí sé es que siempre que el alma humana participe de la Esencia del Padre y, por lo tanto, se vuelva Divina y poseedora de Su Sustancia de Amor, esa alma se dará cuenta con certeza de que es Inmortal, y que nunca más podrá volver a ser menos que inmortal. Como Dios es inmortal, el alma que ha sido transformada en la Sustancia del Padre se vuelve inmortal, y nunca más podrá pronunciarse sobre ella el decreto «muriendo, morirás»*.

Como dije, hubo un período, en la eternidad, en el que el alma humana no existía y fue creada por el Padre, y fue hecha como lo más elevado y perfecto de toda la creación de Dios, hasta tal punto que fue hecha a Su imagen. Es aquel único ser, y aquella única cosa, de entre todas Sus creaciones, que fue hecha a Su imagen. Y es la única de las partes del hombre que fue hecha a Su imagen, pues el alma es el hombre, y todos los atributos y cualidades del hombre -tales como el intelecto, el cuerpo espiritual y el cuerpo material, así como los apetitos y pasiones- son meros apéndices o medios de manifestación, dados a esa alma para que la acompañen mientras pasa por su existencia en la Tierra, y también, limitadamente**, mientras vive en la eternidad. Me refiero a que algunos de los apéndices acompañarán al alma en su existencia en el mundo espiritual, ya sea que esa existencia sea por toda la eternidad o no.

Pero esta alma, grande y maravillosa como es, fue creada a la mera imagen y semejanza de Dios, y no en Su Sustancia o de Su Sustancia o Esencia -la Divinidad del universo- y ella, el alma, puede dejar de existir sin que se vea disminuida ni de ninguna manera afectada ningún tipo de parte de la naturaleza Divina o Sustancia del Padre. Y, por lo tanto, cuando los hombres enseñan o creen que el hombre, o el alma del hombre, es algo Divino, o que tiene alguna de las cualidades o Sustancia de lo Divino, tal enseñanza y tal creencia son erróneas, pues el hombre es sólo y meramente el hombre creado, la mera semejanza, pero no parte del Padre ni parte de Su Sustancia y cualidades.

Si bien el alma del hombre es del orden más elevado de la creación, y sus atributos y cualidades se corresponden con ello, sin embargo, no es más divina, en sus componentes esenciales, que lo que lo son los objetos inferiores de la creación -siendo cada uno de ellos una creación, y no una emanación, de su Creador-.

Es cierto que el alma del hombre es de un orden de creación más elevado que cualquier otra cosa creada, y es la única criatura hecha a imagen de Dios, y fue hecha como hombre perfecto. Sin embargo, el hombre, el alma, nunca puede convertirse en nada que sea diferente o más grande que el hombre perfecto a no ser que reciba y posea la Esencia Divina y las cualidades del Padre. Estas, esencia y cualidades, no las poseía en su creación, aunque con su creación vino el don más maravilloso, pues Dios le otorgó el privilegio de recibir esta Gran Sustancia de la naturaleza Divina, y, por lo tanto, de convertirse en Divino él mismo.

Así, el hombre, creado perfectamente, podía convertirse en Ángel Divino, si así lo quisiera, y si obedeciera los mandatos del Padre y siguiera el camino provisto por el Padre para obtener y poseer esa Divinidad.

Como he dicho, las almas, las almas humanas -a las que Dios proporcionó los cuerpos materiales para que morara en ellos, y para que pudieran vivir la vida mortal- fueron creadas, igual que dichos cuerpos materiales también son algo creado, ulteriormente.

Y esta creación del alma tuvo lugar mucho antes de la aparición del hombre en la Tierra como mortal. El alma, antes de tal aparición, tenía su existencia en el mundo espiritual como una entidad consciente sustancial, aunque sin forma visible, y, puedo decir que sin individualidad, aunque, sin embargo, teniendo una personalidad distinta, de modo que era diferente y distinta de todas las demás almas.

Cualquier otra alma que entrara en contacto con ella podía sentir su existencia y presencia y, sin embargo, no era algo visible para la visión espiritual de la otra alma. Y así son los hechos ahora. El mundo espiritual está lleno de estas almas no encarnadas que esperan el momento de su encarnación, y nosotros, los espíritus, conocemos y sentimos su presencia, y sin embargo no podemos verlas con nuestros ojos espirituales hasta que se conviertan en moradoras en una forma humana, y en el cuerpo espiritual que habita esa forma -solo así podemos ver el alma individual-.

Y el hecho que acabo de afirmar ilustra en cierto modo el Ser de Aquel a cuya imagen son creadas estas almas. Conocemos y podemos sentir la existencia y presencia del Padre y, sin embargo, ni siquiera con nuestros ojos espirituales podemos verlo; y solo podremos percibirlo con la percepción de nuestra alma cuando tengamos esta alma desarrollada por la Esencia Divina de Su Amor, pues no tenéis palabras en vuestro lenguaje para poder transmitir su significado, y no hay nada en la naturaleza creada -nada de lo cual tengáis conocimiento- con lo que se pueda hacer una comparación.

Pero esta es una verdad, pues la visión de la percepción del alma es para su poseedor una visión tan real, o -como también lo puedo decir- tan objetiva, como lo es la visión del mortal para el mortal.

Al considerar este asunto de la creación del alma se podría plantear esta pregunta: «¿todas las almas que han sido encarnadas, o que están esperando encarnar, fueron creadas al mismo tiempo, o esa creación todavía está en marcha?».

Sé que el mundo espiritual contiene muchas almas como las que he descrito, que esperan tener sus hogares temporales y poder asumir la individualidad bajo la forma humana, pero en cuanto a si esa creación ha terminado, y si en algún momento cesará la reproducción de los hombres para la encarnación de estas almas, eso no lo sé. El Padre nunca me lo ha revelado a mí ni a los otros de Sus ángeles que están cerca de Él en Su Divinidad y Sustancia.

El Padre no me ha revelado todas las verdades, operaciones y objetos de Sus leyes creativas, ni tampoco me ha dado todo el poder, sabiduría y omnisciencia que algunos pueden creer que tengo, al encontrar justificación para esa creencia en algunas de las declaraciones de la Biblia.

Soy un espíritu que progresa, y tal como crecía en amor, conocimiento y sabiduría cuando estaba en la Tierra, así sigo creciendo en estas cualidades, y el amor y la misericordia del Padre me llegan con la seguridad de que nunca en toda la eternidad dejaré de progresar hacia la fuente misma de estos atributos de Él, del único Dios, el Todo en Todo.

Como estaba diciendo, el alma del hombre es el hombre, y lo es antes, lo es mientras está en la existencia mortal, y lo es para siempre en el mundo espiritual. Y todas las demás partes del hombre -como la mente, el cuerpo y el espíritu- son meros atributos que pueden ser separados de él a medida que el alma progresa en su desarrollo hacia su destino, ya sea el de hombre perfecto, o bien el de Ángel Divino. Y en la última progresión, y aunque esta verdad puede que los hombres no la conozcan, pero es una verdad… resulta que la mente, es decir, la mente tal como es conocida por la humanidad, se vuelve -por así decirlo- no-existente. Y esta mente -como dicen algunos: la mente carnal- se ve desplazada y reemplazada por la mente del alma transformada, una mente que, hasta cierto punto es -en sustancia y cualidad- la mente de la Deidad misma.

Muchos teólogos, filósofos y metafísicos creen y enseñan que el alma, el espíritu y la mente son sustancialmente una y la misma cosa, y que se puede decir que cualquiera de ellos es el hombre, el ego, y que en el mundo espiritual una u otra de estas entidades será la que persista y la que determine -en su desarrollo o falta de desarrollo- la condición o estado del hombre después de la muerte.

Pero esta concepción acerca de estas partes del hombre es errónea, ya que cada una tiene una existencia y un funcionamiento distintos y separados, ya sea que el hombre sea un mortal o un espíritu.

La mente, en sus cualidades y operaciones, es algo muy bien conocido por el hombre debido a sus diversas manifestaciones, y siendo una parte del hombre que más bien pertenece a la naturaleza de lo material, ha sido objeto de mayor investigación y estudio de lo que lo ha sido el alma o el espíritu.

Si bien los hombres, durante todos los siglos, han especulado e intentado definir el alma y sus cualidades y atributos, no han podido objetivar nada en cuanto a ella, y ha sido imposible de comprender por el intelecto humano, que es el único instrumento que el hombre generalmente posee para buscar la gran verdad del alma.

Y, ​​por lo tanto, la pregunta de «qué es el alma» nunca ha sido respondida satisfactoriamente ni con autoridad, aunque a algunos de estos buscadores, cuando la inspiración les arrojó una tenue luz, les llegó algo de atisbo acerca de lo que el alma es. Sin embargo, la mayoría de hombres que han tratado de resolver este problema consideran que el alma, el espíritu y la mente son sustancialmente lo mismo.

Pero el alma, en lo que concierne al hombre, es por sí sola una cosa en sí misma. Es una sustancia real, aunque invisible para los mortales. Es el elemento que discierne y retrata la condición moral y espiritual de los hombres. Nunca muere, hasta donde se sabe, y se trata del ego real del hombre. En ella están centrados el principio del amor, los afectos, los apetitos y las pasiones, así como las posibilidades de recibir, poseer y asimilar aquellas cosas que elevarán al hombre al estado o condición de Ángel Divino o de hombre perfecto, o bien, que lo rebajarán a una condición tal que lo adapta a los infiernos de la oscuridad y el sufrimiento.

El alma está sujeta a la voluntad del hombre, que es la mayor de todas las dotes que su Hacedor le otorgó en el momento de su creación, y es el indicador*** seguro de las operaciones de esa voluntad -ya sea en el pensamiento o en la acción-. Y en las almas, las cualidades del amor, el afecto, los apetitos y las pasiones están influidas por el poder de la voluntad, ya sea para bien o para mal. Puede estar inactiva y estancada, o puede estar activa y en progreso. Y así, sus energías pueden estar regidas por la voluntad para el bien o para el mal, pero estas energías le pertenecen y no son parte de la voluntad.

El hogar del alma está en el cuerpo espiritual, ya sea que ese cuerpo esté encerrado en el cuerpo mortal o no; y el alma nunca está sin ese cuerpo espiritual, que en su apariencia y composición está determinado por la condición y el estado del alma.

Y finalmente, el alma, o su condición, decide el destino del hombre mientras continúa su existencia en el mundo espiritual. Este no es un destino final, porque la condición del alma nunca es fija, y el destino del hombre cambia a medida que esta condición cambia, pues el destino es cosa del momento, y la finalidad no es algo que se vuelva conocido para el progreso del alma, hasta que se vuelve el hombre perfecto y se queda así satisfecho y no busca un progreso superior.

Ahora bien, en vuestro lenguaje común, y también en vuestros términos teológicos y filosóficos, se dice que los mortales que han pasado a la vida espiritual son espíritus, y en cierto sentido esto es cierto, pero tales mortales no son existencias nebulosas, informes e invisibles, sino que tienen una realidad de sustancia, más real y duradera que la del hombre como mortal, tienen forma y rasgos visibles, y están sujetos al tacto y a ser objeto de los sentidos espirituales. Entonces, cuando los hombres hablan de alma, espíritu y cuerpo, si entendieran la verdad de los términos dirían alma, cuerpo espiritual y cuerpo material.

Hay un espíritu, pero es algo completamente distinto y diferente del cuerpo espiritual, y también del alma. No forma parte del cuerpo espiritual, sino que es un atributo del alma, exclusivamente, y sin el alma no podría existir. No tiene sustancia, como sí la tiene el alma, y ​​no es visible ni siquiera para la visión espiritual; solo se pueden ver o comprender los efectos de sus operaciones, y no tiene cuerpo, forma ni sustancia. Y, sin embargo, es real y poderoso, y cuando existe nunca cesa en sus operaciones, y es un atributo de todas las almas.

Entonces, ¿qué es el espíritu? Simplemente esto: la energía activa del alma. Como he dicho, el alma tiene su energía, que puede estar inactiva o activa. Si está dormida, el espíritu no está en la existencia; si está activa, el espíritu estará presente y manifestará esa energía en acción. Por lo tanto, confundir al espíritu con el alma creyendo que son algo idéntico conduce al error y se aleja de la verdad.

Se dice que Dios es espíritu, lo cual en cierto sentido es cierto, pues el espíritu es una parte de las grandes cualidades de Su alma, y ​​que Él usa para manifestar Su presencia en el universo; pero decir que el espíritu es Dios no es decir la verdad, a menos que se esté dispuesto a aceptar como verdadera la proposición de que una parte es el todo. En la economía divina Dios es todo espíritu****, pero el espíritu es solo el mensajero de Dios, mediante el cual manifiesta las energías de Su Gran Alma.

Y así pasa con el hombre. El espíritu no es el alma del hombre, pero el alma del hombre es espíritu, ya que este es el instrumento con el que el alma del hombre da a conocer sus energías, poderes y presencia.

Bueno, he escrito bastante por esta noche, pero en algún momento vendré y simplificaré este tema. Pero recuerda esto: que el Alma es Dios, el alma es hombre, y todas las manifestaciones -como el espíritu y el cuerpo espiritual- son meras evidencias de la existencia del alma, que es el hombre real.

He estado contigo tal como te prometí, y sé que mi Padre te bendecirá.

Entonces, con mi amor y bendición, te digo buenas noches.

Tu hermano y amigo,
Jesús

Index: PJE19170302A
Author: Jesus
Receiver: James E. Padgett
Location: Washington D.C.
Date: 02 Mar 1917
Sources: True Gospel, Vol I, page 107
Angelic Revelations, Vol I, page 193

 

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Notas (asteriscos):

* Génesis 2:17; «dying thou shalt die», referencia
** qualifiedly
*** index: indicador, señal, índice.
**** «God is all of spirit,»