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Este mensaje de Jesús es la continuación de este otro. Estos mensajes son largamente comentados por Miller y Mary en una serie de vídeos, por ejemplo este, que he traducido en parte en este otro vídeo.
El recopilatorio de las traducciones de los 4 esquemas de las conversaciones donde tratan estos dos mensajes de Jesús es este pdf (23 pág.).
Un mensaje anterior donde también Jesús habla de algunos de estos temas es este.
Jesús: continúa el mensaje sobre «cómo el amor divino entra en el alma del ser humano»
8 de mayo de 1916
Estoy aquí, Jesús.
Vengo esta noche para terminar mi mensaje, y así lo haré si tu condición es tal que puedas recibirlo. Bueno, como recordarás, el tema es: «cómo el amor divino entra en el alma de un ser humano».
Ya te he explicado la diferencia y las funciones respectivas del cuerpo físico, el cuerpo espiritual y el alma, y cómo es que el hombre real es el alma, que puede vivir para siempre. También te he mostrado cómo los cuerpos físico y espiritual cambian las partes que los componen, y cómo es que, como tales cuerpos, se desintegran y desaparecen en cuanto a la forma que puedan tener, en cualquier momento.
Y bien, el alma es el hombre, y se convierte en ángel del reino de Dios. El alma también puede llegar a ser la única parte imperecedera del hombre, en el reino espiritual, a diferencia de los Ámbitos Celestiales.
La única forma en que el alma puede convertirse en habitante de las Esferas Celestiales es obteniendo el Amor Divino y, por lo tanto, participando de la naturaleza Divina del Padre; y esto sólo se puede lograr mediante la afluencia del Amor Divino, por medio de la operación del Espíritu Santo, que es el instrumento utilizado por Dios para llevar este Amor a las almas de los hombres.
Como he dicho antes, este Amor nunca fuerza el alma de los hombres, y sólo les llega cuando lo buscan con sinceridad y con esfuerzo. Está esperando a que todos los hombres lo reciban, pero nunca llega al alma por iniciativa propia y sin invitación. Entonces, la pregunta importante es: ¿cómo llega al alma y qué deben hacer los hombres para inducir su afluencia?
Sólo hay una manera, y es mediante la apertura del alma de tal manera que este Amor, cuando llega en respuesta a una búsqueda sincera, pueda encontrar una entrada y una condición de desarrollo que le permita encontrar alojamiento y un lugar permanente, armonioso y que satisfaga las cualidades de su propia existencia. Por supuesto que el hombre no puede por sí mismo abrir su alma a esta afluencia, porque, si bien tiene un gran poder, la voluntad no es suficiente; ni tampoco tiene otras cualidades inherentes que le permitan poner su alma en tal condición que haga posible el trabajo del Espíritu Santo, el trabajo de hacer que el Amor fluya hacia el alma.
Los únicos medios con los que esto se puede lograr son la oración y la fe. Cuando un hombre, con verdadera sinceridad y aspiraciones sinceras, ruega al Padre por este Amor Divino, tal oración no solo proporciona Amor, sino que hace que aquellas porciones del alma que son capaces de recibirlo se abran a su venida y trabajen de tal manera que atraen el Amor.
El Espíritu Santo nunca realiza esta obra de preparar el alma para la recepción de este Amor, sino que simplemente trae el Amor y provoca su afluencia cuando el alma está en condiciones de recibirlo. En respuesta a la oración, hay otros instrumentos del Padre que trabajan para preparar la condición del alma requerida, y estos instrumentos son los espíritus brillantes de los Ámbitos Celestiales, cuyos deberes son, entre otros, responder a las oraciones del penitente de tal manera que llenan el alma de las influencias que dirigen los pensamientos y las aspiraciones hacia este Amor Divino y hacia sus operaciones.
Como dije cuando estuve en la Tierra, no hay otra manera de entrar en el redil sino a través de la puerta provista, y el que intenta entrar trepando por la cerca es un ladrón y un salteador. Pero esto debería modificarse para que se ajuste al hecho exacto, ya que no hay ninguna posibilidad de entrar en este redil saltándose la cerca. Solo hay un camino: a través de la puerta de la oración y el anhelo sincero.
Sé que muchos hombres creen que cumplir con los deberes de la iglesia y con la observación de sus requisitos, como el bautismo y los sacramentos, etc., será suficiente para permitirles entrar en el Reino; pero les digo que están todos equivocados, y su decepción será muy grande cuando entren en el mundo de los espíritus.
Las llamadas acciones morales y buenos pensamientos no provocarán esta afluencia del Amor Divino, pues estas cosas son pasos necesarios hacia la purificación del alma en su amor natural; y (no obstante) sin importar lo puro que pueda llegar a ser este amor, sin embargo, no es el Amor Divino ni ninguna porción de él.
Sin embargo, los buenos pensamientos y las buenas acciones pueden ayudar a dirigir las aspiraciones del alma hacia estas condiciones superiores y a abrir sus percepciones en un grado tal que pueda verse conducida a la oración y la fe y, por lo tanto, además de su trabajo de purificación, el amor natural puede resultar de gran valor para ayudar a los hombres al desarrollo del alma para que el Amor Divino entre en ella. Pero es un gran error contar con que los buenos pensamientos, las acciones morales y una vida purificada del pecado le den al hombre el derecho a entrar en el Reino Celestial.
El Amor Divino es una cosa enteramente separada de la naturaleza del hombre, incluso en su estado más puro, y nunca fue conferido al hombre como sí lo fue el amor natural y, en consecuencia, cuando el hombre obtiene este Amor Divino, y se vuelve parte de las cualidades de su alma, entonces, su naturaleza -por así llamarla- cambia, y se convierte en una nueva criatura. Se le ha conferido algo adicional, y se le hace imposible seguir siendo el mero hombre que era, y que siempre sería, si no fuera por este cambio en su naturaleza.
Sé que los hombres no comprenden la distinción entre un hombre que sólo tiene el amor natural y otro con el Amor Divino, pero la distinción es tan grande, que el último, cuando se posee en grado suficiente, hace que el hombre sea parte de la Divinidad, mientras que el primero, sin importar lo completamente que sea poseído y cuán puro llegue a ser, le hace al hombre ser simplemente hombre, aunque perfecto.
Quienquiera que ore con sinceridad por la afluencia de este Amor Divino, lo recibirá. No hace acepción de personas, y las aspiraciones sinceras del alma de cualquier hombre, príncipe o campesino, rico o pobre, invariablemente harán que este Amor entre en su alma y cambie su naturaleza, de modo que se convierta en una criatura nueva, ya nunca más sujeta a la muerte.
Las oraciones meramente intelectuales no son eficaces, porque no tienen ningún efecto en la apertura del alma, y en gran medida tampoco funcionan para sus propósitos. Un pequeño momento de una verdadera oración será más efectivo a la hora de hacer que este Amor Divino fluya hacia el alma que toda una vida de repetición ociosa de oraciones que provengan de una fuente meramente mental. Y aquí permíteme decirte que la mente no es el alma, y mucho menos Dios.
Bien, creo que he dejado claro cómo este Amor fluye en el alma de un hombre y, además, cuál es su efecto cuando es poseído por el hombre. No hay nada en todo el universo de Dios que pueda sustituir a ese amor para el propósito de hacer al hombre uno con el Padre, y hacer que se vuelva Divino en la medida en que posea este Amor.
Por eso les digo a todos los hombres que oren y oren, y nunca dejen de orar por la afluencia de este Amor, pues no hay límite para su abundancia, ni para la cantidad que el hombre o el espíritu puede obtener. Siempre, en los Ámbitos Celestiales, nosotros, los espíritus, oramos continuamente por un mayor otorgamiento, y nuestras oraciones son siempre respondidas -aunque hay siempre más por venir-.
No debo escribir más por esta noche.
Estoy satisfecho con la precisión de tu recepción de mi mensaje; volveré y te escribiré otro.
Con todo mi amor y bendiciones,
soy tu hermano y amigo,
Jesús
____Nota: Continuación del mensaje de Jesús (PJE19160323A).
Index: PJE19160508A
Autor: Jesús
Receptor: James E. Padgett
Localización: Washington DC.
Fecha: 08 de mayo de 1916
Fuentes: True Gospel, Vol II, page 293