Sigo el «estudio de caso» (el propio) que empezaba aquí a comentar.
Por tanto ¡no leer! Esto es solo para muy cotillas o estudiosos de la sociopsicología de esta sociedad altamente «infecta» :), es decir, corrompida, sucia, repugnante, abyecta… en proceso planetario de auto-destrucción. Perdón por los exabruptos, hay que leerlos como «dichos con cariño»…, como «caricias paradójicas»… ya que no presuponen una «predicción del futuro» ni nada por el estilo, sino una mostración emocional de las probabilidades en que estamos sumidos (eso, por no llamarlo… «juicios tontos» 🙂 ).
Estos ciclos de destrucción-autodestrucción de civilizaciones alta y variadamente tecnológicas… ocurrieron al parecer hasta el aburrimiento sobre este planeta… y serán como una especie de sueño, consensuado masiva y colectivamente. Pero la «mente colectiva» que sueña este universo (desde un marco de visión ampliado al que nosotros pertenecemos aunque no lo creamos así)…, tal mente colectiva… y aunque no lo parezca… al parecer siempre va sanándose (aunque tampoco lo parezca), reciclándose a la vez que se da una sanación quizá muy lenta… en dirección quizá hacia un posible «salto cuántico» entre esas capas de conciencia «materializándose»… esas «capas» en las que por decirlo así consistiría este multiverso (y un «salto» que quizá veamos de aquí a 2000 años, como podríamos entender que se dice por ejemplo a través de las revelaciones de Patricia Cori, que ya comentábamos por aquí).
Recordatorio de «mi caso»:
— hijo único de madre soltera. A mi padre biológico nunca lo conocí, y fue «excluido» desde el principio de las ayudas y la presencia que quería darnos una vez decidió mi madre no abortarme (gracias!).
— Él fue excluido en parte por el sistema familiar, que digamos quizá que sigue «dominado», en la sombra, en cierto modo por lo femenino (mi abuela), como aquí abajo hablaremos —aunque mi abuelo también participó en esa exclusión de mi padre biológico… o bien lo hizo como voz cantante, quizá. Eso fue, ya digo, tras decidir mi madre no abortarme —ella, por cierto, se llevaba muy bien con mi padre.
— Una abuela culpabilizadora por lo que había pasado: el embarazo de mi madre, durante dicho embarazo.
Luego, mi madre nunca se ha movido de la casa de mi abuela, no ha hecho «vida propia» en su propia casa o con compañeros, amigos, etc.
— Mi abuelo era muy majo, pero murió pronto, siendo yo niño… y en parte digamos que sustituía a «mi padre»… pero, al parecer, yo le toreaba mucho (era bastante «blando», repitiendo un poco el patrón del marido de la madre de mi abuela).
— Mi padre, antes de tenerme a mí, tenía tres hijas en otra región española. Se había desplazado a trabajar a Madrid. Curiosamente él tuvo un hijo varón que murió, y entonces, lo mío (ese pasar a ser mi «padre desconocido») le debió doler mucho de nuevo… al igual que tanto le habría dolido el tener un hijo varón que muere pronto tras tener sus tres hijas. Supimos hace poco que murió «por cáncer» ya de vuelta en la península… hace ya bastantes años (algo así como 20 años) y tras un periplo migratorio por las américas trabajando (quizá «huyendo»).
En mi familia cercana (escasa en número y en el caso de mis dos madres (madre y abuela) no es muy dada a abrirse a la familia más amplia…)… en la familia cercana el lado femenino es digamos el importante. De un modo u otro todos los hombres han sido apartados, excluidos: el marido de mi tía, mi padre biológico… y mi abuelo que muere hace mucho. Quizá lo lógico sería que se me excluyera indirectamente o que yo me auto-excluyera de las funciones digamos más “masculinas”… y esto es lo que está pasando en parte (al no haber concretado un camino de vida o realización «social»…, por ejemplo).
Este «lado femenino» es muy importante para casi todo el mundo, pues buena parte del bienestar, una parte muy importante, depende para nosotros de aceptar incondicionalmente a «la madre»; pero… de aceptarla digamos que en plan «arquetipo»… y no tanto a «la madre» en tanto que es ese «ego» que pareció tocarte en suerte al nacer (fuese como fuese «objetivamente»). Aceptar, sí, ese «ego» tal cual es… completamente… pero (aunque esto no haya que pensarlo así)… aceptarlo en tanto que apunta a otra cosa… a algo «más grande»… a algo que vino «primero» que tú (relativo digamos que al «amor incondicional», al simple acto de dar lo que aquí llamamos «vida»).
El bienestar depende pues del respeto maduro que nos permite algo así como ir liberando las reacciones o los «sentires» automáticos que nos «poseen» cuando interiorizamos nuestra primera articulación entre «amor» y «necesidad»… en esa «primera infancia»… adolescencia…
Y tal articulación nos posee de mil y un modos, pero sería una primera articulación siempre a «superar» si es que queremos ser maduros, sentirnos cada vez más plenos; es decir, es una articulación que siempre debemos poder «volver a sentir» y rehacer… es algo que debemos poder rehacer para el bienestar de todos si es que queremos poder llamarnos a nosotros mismos o sentirnos realmente «maduros» —cosa esta muy difícil en esta sociedad altamente autodestructiva e «irracional» (y ello sucede paradójicamente… pues, engañosamente, la sociedad a menudo presume de «racional»… de «progreso»… cuando obviamente se escapa por todos lados lo fundamental y está destruyendo la Tierra «super-poblando» a marchas forzadas y miedosamente este planeta con cuerpos y más cuerpos principalmente nacidos del miedo, la culpa, el aburrimiento).
En mi familia, mi madre y mi tía están altamente «co-poseídas» por su madre (en un trío «diabólico» 🙂 ) —no me incluyo aquí porque si veo todo esto tened por seguro que es debido a que yo estoy en la misma «mierda» metido… y es obvio que formo parte de esto y estoy «repitiendo» cosas, haciendo que todo esto reverbere o resuene también en la cuerda de mi propio ser ego-identidad (aún) (teóricamente esta situación estaría reflejando mi interior (así como mi situación refleja el de ellas en mi actitud… aunque ésta va cambiando lentamente (me refiero quizá a mi actitud hacia mi propia felicidad… que es la única manera de poder afectar a los demás para bien… intentando ser feliz uno, quererse uno en el buen sentido…))).
Mi tía está «poseída» según un patrón «rebelde»… sí, «rebelde» pero apegada a reacciones enfermizas, inmaduras, respecto a una madre no asumida.
Aclarar ya que, como en todo papel o rol… todos podemos ser por ejemplo «sanamente rebeldes»… pues todo depende del «cómo» lo hagamos… de si lo hacemos con o sin compulsión interior… habiéndonos «perdonado» por todo… sin sentir realmente culpa (auto-ataque) por nuestra «rebeldía», o por lo que sea que creamos ser (si sentimos «vibración» de auto-ataque… ya podemos hacer mil «revoluciones» que estaremos por lo normal compartiendo y repartiendo en realidad «mierda» por el mundo, puro ataque, pura culpa, puro resentimiento… como podréis haber comprobado a veces hasta en grupos que se dicen alternativos, revolucionarios, por el cambio, etc.… así como individualmente).
Y, la otra parte… mi madre… está apegada al mismo tipo de reacciones pero mediante un patrón dañino que de cierto modo es muy «sumiso»… un patrón que hace algunos años se estabilizó más o menos… tras pasar depresiones y úlceras mil.
Este patrón sumiso digamos que es de alta fidelidad —en la forma, en lo superficial— al sistema familiar… pero con una rabia mostrada día a día, en dosis ya más suaves que antes… rabia que aparece en la «relación» inercial con la enfermizamente «sacrosantificada» madre (mi abuela); digo «sacrosanta» pero lo es, obviamente, solo en una parte de los aspectos formales externos… solo se patentiza tal sacro-santificación por el hecho de estar aquí «encerrada» mi madre con mi abuela… y no tanto porque realmente haya «respeto» —y aclarar que cuando «no respetamos» a alguien en realidad lo primero (y lo último) es que no nos estamos respetando a nosotros mismos, eso lo primero (y lo último, como decimos, pues todos somos uno en realidad… y si proyectamos «fuera»… nos hacemos daño dentro… ya que así conservamos la separación dentro… una «separación» que como idea en la mente es lo único que realmente nos daña —a nivel mental, que es donde está la causa de lo que vemos)).
Continuar leyendo ««Dios no las cría, y ellas creen que se juntan» (o: "la importancia de una abuela". Sigue el "estudio de caso")»
Cantan los dioses, cantan los pájaros…
Nada está separado, en un sentido muy literal y práctico… en el sentido más pragmático de la literal fabricación de las cosas. Todo nos sana sutilmente (enlace a Eva Julián).
Nosotros somos los pájaros; es nuestra propia mente la que nos canta a través de ellos. Si os fijáis, ningún canto de ningún pájaro es realmente monótono, ni siquiera el piar a veces muy débil del gorrión (los enlaces llevan a los cantos o los reclamos)… que parece glorificar tímidamente la útil inexistencia de la acera.
Las alondras tejen entre todas una red de seda dorada sobre la estepa amarillo brillante para elevarla… para elevar ese tejido sutil de planicie llevándoselo agradecidas al Sol en sus interminables ascensiones cantadas.
No es monótono el mirlo, que milagrosamente canta fuerte también en los suburbios, entre todas esas viejas antenas de televisión… quizá tras aprovechar los céspedes y sus lombrices.
Misteriosamente los cantos nunca se repiten exactamente; siempre hay pequeñas variaciones con lo que aparentan ser pocos «recursos».
El ruiseñor es algo impresionante en esto; canta impetuoso y claro pero nunca se repite mientras demuestra el fluir del agua y las hojas del soto… y además, la circularidad rotunda de su canto estalla en espirales ascendentes suavizando la linealidad de la bajada del agua… equilibrándola con la ascensión interminable de los patrones geométricos de su canto… y siempre creando y creando diferente, sin descanso, noche y día… completando la primavera cuando llega a firmarla con su sello de divina luz circular en las arboledas.
Las currucas viven matorral y son matorral, lo cantan con bullicio suave; son Dios haciendo cierta metáfora del intrincado matorral… corroborándolo en lo chirriante de su música de alas y sangre en lo enramado de la espesura. Continuar leyendo «Cantan los dioses, cantan los pájaros…»
Dos Partidos universales. Notas sobre el gobierno de las granjas de egos
«Según esta manera de hablar, vuestros pensamientos siguen ciertas leyes. Su comportamiento y su
actividad obedecen ciertas leyes que no comprendéis, a pesar de que decís que vuestros pensamientos son
vuestros. Así pues, de manera independiente a vosotros, otros tipos de conciencia los manipulan como
fenómenos naturales siempre cambiantes. La conciencia innata en este tipo de sistemas no es consciente del
origen de estos fenómenos, ni tampoco de vuestra realidad. Ellos toman la evidencia que aparece ante sus
sentidos como realidad, al igual que hacéis la mayoría de vosotros, y ni siquiera se les ocurre que estos
fenómenos se han originado fuera de su propio sistema.» (Habla Seth II)
Índice
– …contextualizando.
– El partido de la separación
– El partido de la Fuente
– El juego
– Granjas de egos
– El desencajamiento del marco del campo de batalla del ego
Imaginemos que es cierto eso que venimos diciendo y trabajando por aquí (eso que lleva diciendo la literatura por activa y por pasiva toda la vida):
— el universo es nuestro propio sueño desde otro nivel aparente de nuestra propia mente.
El universo es por tanto un mero truco; y es también un truco el hecho de que este sueño, el universo, adonde venimos a repetir ciclos de «vida»-muerte —a este matadero—, nos parezca tan natural, o ajeno, enorme, extraño…, o fascinante… Todo esto sería un mero truco de la mente, y, por tanto, nuestro propio truco (y este truco es en realidad una defensa; de ello ya hemos hablado por aquí).
Si esta es la verdad, y si esto es así de simple —como creemos, y como vamos trabajando, interiormente, para liberarnos de la pesadilla—, entonces, en este sueño, si esto es así, existe la posibilidad de que la mente que aquí está aparentemente encarnada —por ejemplo en cuerpos del estilo de los nuestros, pues parece que «existen» muchos tipos de humanoides en el universo-ilusión…—, es posible que, ya digo, esa mente…, tenga o haya tenido una cierta estructuración, muy visible, muy polarizada, en una especie de dos «partidos» universales: dos paradójicos partidos o «causas» universales, y con historias más o menos «de ciencia ficción». Continuar leyendo «Dos Partidos universales. Notas sobre el gobierno de las granjas de egos»
El órgano del verdadero universo: la verdad.
«No estáis «programados». Nada sucede porque tiene que suceder. Cada uno de los pensamientos que tenéis ahora cambia la realidad. No sólo la realidad como vosotros la conocéis, sino todas las realidades. Ningún acto vuestro predispone a un ser futuro a actuar de una manera concreta. Existen depósitos de actividad que podéis utilizar o no, según escojáis.» (Habla Seth II)
En el artículo «La verdad como vector de un feliz exilio…» hemos citado un poco al célebre Heidegger, muy poco, para simplemente comentar acerca de una sensación bastante clara: la de «no ser de este mundo», que diríamos que todo ser humano tiene, en el fondo (ya sea o no reconocida en tanto tal). Heidegger ya ha sido al parecer, por cierto, muy comentado al respecto del no-dualismo en el ámbito «intelectual».
Volvamos a esa sensación de «no ser… de este mundo»: ¡esa sensación tiene consecuencias cósmicas! No solo no se trata de una «tontería», sino que tiene que ver con el origen de este universo, como hemos hablado en artículos anteriores.
Esta sensación la podemos alimentar y nos podemos ayudar a «concebirla», con escritos, conceptos…, etc. Aunque debemos tener en cuenta el hecho de que todo trabajo conceptual sigue siendo «para el ego» a no ser que estemos alerta…, y en principio no tiene por qué «servirnos» para mucho —o no más que ninguna otra cosa en particular— a la hora de nuestro trabajo práctico en tanto que gente que practica o empieza a trabajar un sistema de «no-dualismo puro» para ir «deshaciendo» la ilusión (deshaciendo el ego con trabajo para empezar sobre todo mental, es decir, yendo a la causa). Digamos que «los conceptos» no tienen por qué «servir» a no ser que recordemos, como siempre —y haciendo lo que sea que estemos haciendo…—, nuestra verdadera función —de la cual hablaremos aquí esta vez a cuento del «órgano».
De todas maneras digamos que podría parecer a veces que es fácil alimentar la sensación —o la convicción— de «no ser de este mundo» con escritos como los de Heidegger así como con los del también comentado Badiou (así como con muchos más tipos de escritos, filosóficos o no, por supuesto).
Al final, podemos también dar otro tipo de «conclusión» sobre todo esto que venimos contando o resumiendo en el blog, diciendo que somos órganos de la verdad; somos un órgano, si queréis, de un «organismo» llamado «verdad» (o «Cielo»).
Continuar leyendo «El órgano del verdadero universo: la verdad.»