¿Por qué me siento peor cuando afronto la verdad personal?

[Actualizaciones últimas:
26 de agosto, 2023: he cambiado un poco, para mayores aclaraciones, el texto del pdf 2 (no he trasladado la nueva versión a la «versión formato web» que se encuentra aquí abajo, de dicho texto, aparte del pdf)
]

En estos audios y en los textos (abajo están los textos en formato web y en pdf):

Enlaces a los dos primeros audios:

– audio 1: descarga // en ivoox // en spotify
– audio 2: descarga // en ivoox // en spotify

Enlace al texto correspondiente a esos dos audios:

pdf 1  (versión 1.02, 13 agosto, 2023)

Enlace al tercer audio:

– audio 3: descarga // en ivoox // en spotify

Enlace al texto correspondiente al audio 3:

pdf 2  (versión 1.02. 26 de agosto, 2023)

(Nota importante:
estos textos y audios están muy relacionados con este otro reciente, con lo que se completa el asunto a tratar, en relación a cómo nos sentimos al afrontar la verdad personal y el pecado
(tal como lo tratan Jesús y María Magdalena en las dos partes de la sesión 5 que estamos viendo aquí):
- "¿Por qué me siento peor al reconocer un pecado?"
unplandivino.net/reconocer-pecado-y-sentirse-peor/)

… en estos audios y en los textos… decíamos…
… vemos algunas cosas básicas sobre cómo nos sentimos cuando se nos presenta, cuando se nos dice, alguna de nuestras «verdades personales» (errores emocionales, etc., en el alma).

Seguimos pues al hilo de los comentarios que Jesús y María Magdalena hacen sobre la compensación, el pecado (desarmonizar el alma), el perdón y el arrepentimiento, etc.

En los audios leo estos textos (enlazados arriba en pdf), que coloco también abajo (aunque a veces los pdf’s pueden tener versiones un poco más actualizadas).

En el primer audio leo hasta el apartado sobre «sentirme peor debido al apego a la fachada» (inclusive), en el «índice 1». En el segundo audio leo los dos últimos apartados de ese «índice 1».

En el tercer audio leo lo correspondiente al segundo índice abajo (correspondiente al segundo de los pdf’s arriba enlazados).

Índice 1
– Introducción
– “Transcripción”: Sentimientos sobre el pecado, y desear la verdad personal
– ¿Por qué me siento peor cuando afronto la verdad personal?
– Sentirme peor debido a una nueva sensibilidad a la compensación y al pecado
– Sentirme peor debido al apego a la fachada
– Sentirme peor debido a que las adicciones ya no se ven satisfechas
Sentirme peor debido a que el deseo de pecar sigue dentro de mí
– Notas
____

Índice 2 (correspondiente al texto bajo el anterior)
– ¿Por qué a veces me siento emocionalmente confuso al dejar de pecar?
– ¿Por qué podría sentirme peor al dejar de pecar?
– ¿Por qué podría sentirme mejor cuando dejo de pecar?
– Notas del texto 2

Introducción
En este texto vamos a ver una especie de transcripción-traducción que he preparado. Es de una conversación entre Jesús y María Magdalena. Está algo transformada desde el formato de la conversación original, para hacer un texto con un discurso casi continuo, digamos, como si fuera casi un monólogo. (nota 1) En el texto hay algunos paréntesis que son añadidos míos para, por ejemplo, aclarar, parafrasear, completar, etc. (aunque el texto en sí ya puede contener a veces una pequeña elaboración o parafraseo, pero en general es muy literal).
En general, en los audios que casi siempre acompañan estos textos, comento, remarco y repito cosas que parecen realmente importantes, etc.

“Transcripción”: Sentimientos sobre el pecado, y desear la verdad personal

Hasta ahora en nuestra conversación, hemos empezado a ver que muchas de nuestras recompensas compensatorias y penalizaciones compensatorias, giran en torno a nuestras emociones y sentimientos, incluso aunque no seamos sensibles a ellos en el momento. Pero una vez que nos empezamos a abrir emocionalmente un poco a nosotros mismos, podemos empezar a sentir algunas emociones; y a veces nos sentimos bien, a veces mal, otras veces nos sentimos confusos…
Y así, en la siguiente parte de nuestra sesión hoy vamos a hablar de algunas maneras en que aparentemente podemos tener unas emociones contradictorias sobre el pecado, sobre afrontar la verdad personal… y a veces es algo que parece sentirse bien, y luego un poco mal… y luego bien… (y son situaciones donde) a veces la gente tira la toalla:
“Eh, simplemente no puedo confiar en mis sentimientos, porque, honestamente, pienso que aquí estoy haciendo lo correcto, pero no necesariamente se siente bien…”… o lo que sea.
Diríamos que pueden surgir todo un conjunto de estados emocionales confusos, y hay una razón para ello, y probablemente necesitamos comentar las posibles razones en cuanto a por qué pueden surgir estas condiciones emocionales con respecto a la compensación.

¿Por qué me siento peor cuando afronto la verdad personal?
Así que esta es nuestra primera cosa… ¿no? Sentirnos mal… al afrontar la verdad personal..
Ahora bien, algunas personas que nos conocen desde hace algo de tiempo, probablemente hayan experimentado esto, en el sentido de que, al escuchar algo sobre ellas mismas, piensan:
“es cierto, pero ahora me siento impactantemente mal”.
Así que nuestra cuestión aquí es: ¿por qué ocurre esto? ¿Por qué me siento peor cuando afronto la verdad personal? ¿Acaso no estoy haciendo algo que es más amoroso? Al afrontar la verdad personal, ¿no debería haber menos compensación, o bien ¡cierto tipo de recompensa… por afrontar la verdad!? O sea, no me debería sentir tan mal, ¿no? Y entonces, ¿por qué a veces me siento peor, cuando afronto la verdad personal?
Bueno, la realidad es que hay muchas, muchas razones por las que una persona podría sentirse peor. Y probablemente lo que hemos de hacer es enumerar algunas de las razones más sustanciales; pero que la gente tenga en cuenta que, aunque vamos a comentar tres o cuatro razones sustanciales en cuanto a por qué podrías sentirte peor al afrontar la verdad personal, eso no significa que la lista sea exhaustiva.
Puede haber muchas razones por las que sucede esto. Pero lo que necesitamos hacer es dar a la gente algunas “pistas”, por así decirlo, sobre cuáles podrían ser las posibles razones, y de ese modo podemos ayudarles a —digamos— ver las cosas un poco más realista y analíticamente en lo que respecta a este asunto de sentirse peor cuando te es presentada la verdad personal.
De nuestra experiencia sabemos que la mayoría de personas —particularmente en grupos y cosas así— a las que se les presenta algo de verdad personal, usualmente reaccionan bastante mal y airadamente, y a menudo realmente ya nunca las volvemos a ver.
Y todo esto es así porque obviamente en ese momento (de presentarles esa verdad personal) se sienten mal, y luego ya no quieren repetir la experiencia; pero ahí debía de haber una razón por la que se sintieron mal, en ese momento.
Así que probablemente necesitamos explicar las posibles razones —al menos algunas—, de modo que puedan llegar a entender lo que realmente está pasando.
Entonces, hablaremos de cuatro áreas principales en las que esto probablemente nos podría llevar a sentirnos peor. Luego las trataremos efectivamente con más detalle, y ahora las voy a enumerar.

La primera es: Me puedo sentir peor debido a tener una nueva sensibilidad a la compensación efectiva en la que he estado viviendo, y al pecado efectivo en el que me encuentro.
Sí, y esto básicamente está diciendo que te has “elevado por encima” de cierta negación emocional, (nota 2) y ahora eres consciente de algunas cosas; son cosas que ya estaban dentro de ti anteriormente, pero que antes negabas.

(La segunda es que) Me puedo sentir peor debido a un apego a mi fachada.
O sea, en otras palabras: “realmente me gusta la persona que pienso que yo soy, pero tú me acabas de decir que soy una persona diferente de la que pienso que yo soy… ¡No me gustas por eso! (no me caes bien, diciéndome esas cosas…). ¡Eso se siente bastante mal!”.

(La tercera es que) Me puedo sentir peor debido a que mis adicciones ya no se están viendo satisfechas.
Sí, si resulta que estoy en plan adictivo: “dame, dame, dame…”, de lo que sea que esté buscando, o persiguiendo… ya sea algo físico —aunque mayormente es emocional… o sexual, o lo que sea—… o como podría ser la validación (dice Mary): “eh, tú eres un hombre, dame validación”… sí, estoy en plan: “dame, dame…”… lo que sea que quieras de esa persona…
Pero entonces la persona ya no lo hace más, así como en plan… por ejemplo (dice Mary, riendo): “ya no me estoy sintiendo tan excitada por ti ahora… (ya no ‘me pones’ tanto… etc.)”.
Sí, ya no estoy por eso que estás haciendo (ya no lo apoyo); y eso nos hace sentir…: “eh, qué pasa contigo, ya no me quieres, no estás satisfaciendo mis exigencias y adicciones”…
Sí, y entonces me siento realmente peor.

(Y la cuarta es que) Me puedo sentir peor debido a que el deseo de pecar todavía permanece dentro de mí.
En otras palabras, veo que efectivamente hago eso: “guau, lo hago… eso que has dicho es cierto… lo veo; yo hago eso”. (nota 3)
Y luego de repente tengo este sentimiento en mí: “guau, ¡pero yo es que simplemente lo quiero seguir haciendo!”.
E incluso (dice Mary) aunque no tenga el sentimiento de que lo quiero seguir haciendo… podría estar incluso auto-castigándome sobre ello. Pero la verdad es que el hecho de que todavía quiera hacerlo significa que estoy generando compensación.
La sensación que tengo (dice Jesús) sobre el autocastigo —y sé que esto es un poco una digresión— (nota 4) es que lo haces (el autocastigo) porque quieres evitar detener la cosa —por eso es que te autocastigas—.
Sí, eso es lo que quiero decir (dice Mary).
Así que, a fin de cuentas, todavía quieres hacerlo: quieres obtener los resultados, y sientes dentro de ti que quieres. Pero ahora, cada vez que te encuentras con esa persona… se te recuerda eso, y dices: “Ella me habló sobre eso… y me recuerda de nuevo, y de nuevo… la misma cosa; y, ahhhh… así que ahora el mejor curso de acción será no ver más a la persona; así podré ser capaz de vivir en este pecado sin pensar en ello”.
Es decir, vuelves a la negación.
Entonces… vamos a hablar de todo esto con más detalle.

Sentirme peor debido a una nueva sensibilidad a la compensación y al pecado
Cuando afronto la verdad personal, ¿por qué es que a menudo me siento peor debido a esta nueva sensibilidad a la compensación y al pecado?
Bueno, una vez que sientes la verdad, o una vez que alguien te expone la verdad, ahora se da un cierto número de cosas en ti que no estaban transcurriendo antes. Antes las podías ignorar. Podías ignorar la verdad sobre un montón de cosas acerca del tema. Es como eso que se dice, de la “bendita ignorancia”…
No es realmente una bendición, la ignorancia, en la perspectiva de Dios; y de hecho, esa manera de pensar, esa creencia, es muy negativa. Y la razón de que se piense en la ignorancia como algo “bendito” —(algo bueno), como una “bendición” (“felicidad”, etc.)— es porque si no somos conscientes de algo entonces podemos ignorarlo, y lo podemos ignorar fácilmente.
Pero cuando alguien nos dice una verdad, entonces suceden toda una serie de cosas que no podemos fácilmente ignorar. Y eso es un problema. (nota 5)
Así, en esta cuestión, lo primero es que ya no puedo ignorar que existe la compensación por ese pecado. Ya no lo puedo ignorar más.
Así que no puedo ignorar que existe este sentimiento negativo, el que tengo, y que probablemente esté asociado con el hecho de que eso es verdad acerca de mí.
Y ahora es más difícil ignorarlo efectivamente, pues ahora soy sensible. Es como que la verdad ha abierto una vía (nota 6) de sensibilidad en mí, ahora; es una sensibilidad emocional a que eso pueda ser potencialmente verdad. Antes, yo simplemente podía ir por ahí y decir:
“no, yo soy genial; no hay ningún problema conmigo, todo está bien, y ni siquiera pienso en ello”.
Pero cuando alguien me lo señala, entonces eso me va a empezar a perturbar en algún nivel, emocionalmente, si sigo pensando en ello… y si veo a la persona.
Y en relación con eso (dice Mary), lo que a menudo sucede entonces es que empezamos a tener este irritante sentimiento de:
“voy a tener que cambiar esto sobre mí misma…”.
Y ese no es un sentimiento tan genial si todavía quieres evitar la emoción que está asociada con esa verdad.
Sí. Y ahora nos vemos continuamente confrontados con…:
“sí, puedo ver que el tema está aquí… y ahora esto es un poco molesto, ahora que soy consciente…” —ese es el sentimiento que tenemos normalmente—.
Pero también está ese sentimiento de:
“ah, ahora que sé que está ahí, ¿qué voy a hacer sobre ello ahora?”.
Y esto es así especialmente si nos hemos vuelto sensibles, tal como dijiste (dice Mary):
“estoy haciendo esto, quiero esta cosa… pero ello me está haciendo que…”… “No se siente tan bien dentro de mí, y probablemente voy a tener que cambiarlo… Pero ahhhh, ¡no!… entonces eso va a significar que tendré que tratar con alguna otra cosa más…, pero en realidad no quiero cambiarlo”. Pero ahora que alguien me ha hecho consciente de ello no puedo dejar de pensar sobre el tema.
Y la manera en que opera la conciencia es interesante aquí —y más adelante hablaremos de la conciencia—, pues una vez que está abierta la vía para que Dios comunique contigo verdad sobre esa cuestión, Dios va a seguir llamando a esa puerta… a través de la conciencia. Y a resultas de ello se siente como que no puedes dejar de pensar sobre eso, o bien las cosas te lo siguen recordando…
Esta intensificada sensibilidad emocional ante el problema está ahora provocándote cierto dolor y sufrimiento. Y la culpa y el dolor que forman parte natural de la compensación, son más difíciles de ignorar. Soy más consciente de ello.
Y por eso es que a corto plazo, cuando se me dice la verdad personal y me vuelvo consciente de ello en cuanto que verdad, simplemente puede que me empiece a sentir peor.
Sí (dice Jesús), y lo que realmente estamos diciendo es que se trata de una intensificada sensibilidad emocional a nuestra verdadera condición. O sea, en otras palabras, al haber alguien que nos expone la verdad, que nos la dice, ahora me encuentro en un poco más de reconocimiento emocional, e intelectual, acerca de que hay un problema, de que existe un problema, y de que podría necesitar pensar en hacer algo sobre el tema.
Y aquí (dice Mary) es crucial observar que no es que ese dolor y ese sentimiento negativo no existieran antes (Jesús lo confirma). Siempre estuvieron ahí, pero mi negación era capaz de amortiguarlos.
Y los podía amortiguar al negar la verdad sobre el tema. Pero cuando alguien me dice la verdad, ahora es más difícil amortiguar la verdad acerca de ello, sin evitar a la persona. Y a menudo, cuando le decimos la verdad a alguien nos encontramos con que esa es la última vez que vemos a la persona. (nota 7) Pero la nueva sensibilidad va a seguir funcionando hasta que la persona se decida o bien a permitirse tomar acción sobre esa sensibilidad, o bien intente volver a reprimirla de nuevo —lo cual tiene sus propias consecuencias negativas—.

Sentirme peor debido al apego a la fachada
De nuevo, aquí estamos hablando de que, cuando afronto la verdad personal, ¿por qué es que a menudo me siento peor, a resultas de estar muy apegado a mi fachada?
Bueno, aquí tenemos que recordar que nuestra fachada es la imagen personal de nosotros mismos, y no sólo es presentada a los demás, sino también a nosotros mismos.
Así que la mayoría tenemos una enorme adicción a continuar presentándonos esta imagen de nosotros mismos, a nosotros mismos. Lo podrías asemejar a tener una mascarilla facial de cirugía estética, pues no estás contento con tu cara. (nota 8)
Ahora estás viendo la fachada; no tienes por qué preocuparte más por cómo te muestras realmente, de cómo pareces ser. Ahora piensas que lo que aparentas ser es esa nueva persona. Pero subyacentemente a todo eso todavía está la vieja persona ahí, aunque ahora deseas creer que eres esta nueva persona.
La razón de que nos aferremos a una fachada es porque somos adictos a ella, por las razones que sea. Y hay muchas razones; hay literalmente cientos de posibles razones en cuanto a por qué podríamos ser adictos a nuestra fachada. Y mencionaremos unas pocas cosas que ocurren emocionalmente, a resultas de ello. Pero en vez de comentar las cientos de razones necesitamos ver que la mayoría de nosotros tiene esta adicción muy, muy fuerte, a mantener una imagen de nosotros mismos que nosotros mismos podamos aceptar.
Y cuando alguien nos dice verdades, esa imagen de nosotros mismos ya ha empezado a ser desmantelada. Se ve desafiada de alguna manera, y eso no se siente tan genial, pues nuestra inversión está puesta en creer que, si somos esta versión de nosotros mismos (fachada), entonces somos más aceptables para nosotros mismos, para los demás…
Y es en el aspecto “para con nosotros mismos” en lo que más interesados estamos: Si mantenemos esta ilusión nos sentimos más aceptables para nosotros mismos —“esta es la manera en que somos… así es como parecemos…”—.
Entonces, cuando alguien me dice una verdad personal, ahora me siento más expuesto, y también podría sentir algo de vergüenza sobre mi pecado.
O bien, es como que alguien podría estar escarbando por debajo de esa fachada, y no quiero ver lo que hay ahí, pues lo que hay por debajo me avergüenza —pues es por eso que creé mi fachada—.
Así que ahí tenemos un sentimiento desagradable.
E incluso podría ser que ahora tome acciones para arreglar este comportamiento, eso que se me ha advertido (la verdad personal sobre algún pecado), pero podría hacer esto en mi fachada, y lo que estaría emprendiendo así no sería un proceso real.
Entonces, lo que realmente estaría intentando hacer con eso es decir:
“Vale, la última vez mi mascarilla facial no funcionó demasiado bien, así que lo que voy a hacer es poner parches y arreglar ese poquito (ese poquito de “apertura” en la mascarilla, ya algo agujereada, digamos —Jesús se toca la cara indicando esta idea—)… y solventarlo así”.
Y efectivamente, conocemos personas que han escuchado verdad personal y simplemente modifican su comportamiento, cambian su fachada…
Y en realidad ese es un comportamiento aprendido en la infancia. Pues lo que frecuentemente se nos enseñó en la infancia es que no tienes por qué retirar la causa de lo que hiciste; sólo necesitas arreglar los efectos de lo que hiciste.
Y entonces, desarrollar una nueva fachada —o simplemente modificarla, darle unos retoques a la vieja fachada— es una manera de librarse de tener que tratar realmente con la causa subyacente de ese comportamiento.
Así que somos adictos a los retoques. Y a veces creamos fachadas totalmente nuevas cuando nos relacionamos con diferentes personas, de hecho. O sea, tenemos un conjunto de fachadas con nuestra pareja, otro conjunto completamente diferente de fachadas con nuestros compañeros de trabajo, y otro conjunto completamente diferente con los padres, etc.
Y tal como hemos comentado en nuestro grupo de asistencia —creo que en el segundo—, en 2016, usualmente las personas tienen entre 5 a 7 fachadas estándar, y que usan en diferentes situaciones. Y luego, durante su vida, hacen retoques a esas fachadas para perfeccionarlas.
Y de lo que estamos hablando aquí (dice Mary), es que cuando estamos tan apegados a esas cosas y alguien nos señala la verdad, podemos intentar arreglar esta situación —o así es como entendemos la cuestión (hace el gesto de “comillas”)— generando otra fachada, o arreglando un nivel de la fachada… haciendo un retoque… Pero eso realmente nos hace sentirnos peor, porque estamos cada vez más y más apartados de quienes somos.
Aunque, bueno, podría ser que inicialmente (dice Jesús) eso no nos haga sentir peor. Pues a menudo hacemos eso porque pensamos que estamos evitando sentirnos peor. Pero a largo plazo sí lo hará (hará hacernos sentir peor) pues ello te desconecta aún más de tu yo verdadero. Y el problema con esa desconexión ulterior de tu yo verdadero es que en algún momento te vas a sentir peor. Así que ese va a ser un resultado a largo plazo, aunque el retoque te pueda dar una satisfacción a corto plazo.
Pero, para ser francos, cualquier persona que esté emocionalmente bien desarrollada, notará que lo único que estás intentando hacer es un retoque, en vez de curar efectivamente el problema. Y esas personas en particular te recordarán eso también. Así que ya ni siquiera puedes salirte con la tuya con tus retoques.
El apego (dice Mary) a nuestra fachada trata todo ello por entero sobre nuestra resistencia a echar abajo, para con nosotros mismos, la ficción que tenemos sobre nosotros mismos.
Y a menudo (dice Jesús) nos oponemos violentamente a eso. Y cuando digo “violentamente”… es que a menudo recurriremos a la violencia para poder oponernos a una persona que aparentemente está destruyendo la imagen que tenemos sobre nosotros mismos.
Y como resulta que (dice Mary) esta fachada la vemos como la parte más aceptable de nosotros, entonces, cuando es desafiada al escuchar verdad personal, a menudo nos sentimos con más miedo a que otras personas nos ataquen, pues van a ver algo en nosotros que esas personas sienten que no es bueno, pues nosotros vemos que no es bueno. Y así, podemos sentirnos peor, simplemente porque tenemos más miedo (y lo confirma Jesús).
Y eso proviene (dice ahora Jesús) de mucha vergüenza personal, también, que a menudo tenemos. Cuando nuestra fachada se ve expuesta, comenzará a evidenciarse la condición subyacente de la que estamos avergonzados. Así que a menudo queremos mantener la ilusión de nuestra fachada debido a que nos ayuda a evitar sentir la emoción de vergüenza. Pero ahora comienza a asomar esa emoción cada vez que ves a esa persona, o cada vez que esa persona te muestra algo… y eso nos va a hacer querer reprimir esa emoción, si no tenemos el deseo de sentirla. Y eso por supuesto que nos va a hacer reaccionar negativamente, y nos va a hacer sentirnos peor sobre el hecho de que la verdad esté siendo expuesta.
Así que hay muchas más razones por las que nuestro apego a la fachada nos hace sentir peor cuando escuchamos verdad personal. Y se podría hablar del asunto durante semanas interminables, en realidad. Pero lo que intentamos hacer aquí es dar a nuestros oyentes algunas oportunidades para ver cuáles podrían ser las motivaciones que tienen dentro de sí mismos para evitar la verdad personal, y para resistirse a ella, lo cual conlleva obviamente sus propios efectos compensatorios.

Pero, entrando en el aspecto general que estamos comentando aquí… normalmente pensarías que aceptar la verdad personal te hará sentir mejor, debido a las recompensas compensatorias por aceptar verdad personal.
Pero en realidad hay muchas cosas que se ven expuestas por ella (por la verdad personal siendo expuesta), y eso te puede hacer sentir peor, lo cual es compensación por tu pecado del pasado, con respecto a la cual (compensación) todavía no eres sensible.
En otras palabras, hay cosas relativas a la compensación que tuvieron lugar antes, cuando hiciste aquella cosa mala, pero ahora te vuelves consciente de ello. Y a menudo sucede que volverse consciente de ello se siente peor que estar ahí (se entiende lo siguiente: que estar ahí, es decir, en la situación aquella en que hiciste algo malo, y en la que, en ese pasado, seguramente nos autoengañamos sobre lo mal que se sentía lo que hicimos —mucho o poco—. Y aquí dice Jesús que sentir ahora esa compensación del pasado, esa que en el pasado evitamos sentir humildemente, podría ser que sea algo que se sienta peor incluso que el hecho de “estar ahí” efectivamente, es decir, que estar en aquel pasado donde tan resistentes éramos —o más resistentes—).
Esto, en este caso, no es (algo que vaya, que trate) tanto acerca del aspecto de la verdad en cuanto que esté (la verdad) exponiendo nuestra situación actual; o sea, a menudo la verdad personal expone un dolor en el que ya estamos viviendo, pero que simplemente estamos negando (ese dolor compensatorio al que se han referido, y que está ahí desde el pasado, está en el alma).
Y así, ese es siempre un buen signo… que la persona efectivamente se siente peor, inicialmente, con ciertos asuntos —y si se siente peor es debido a su fachada— (es un buen signo) pues eso significa que ahora por lo menos es sensible al hecho de que lo que está operativo es la fachada.
Mientras que antes, cuando la persona se sentía bien con su fachada, no era ni siquiera sensible al tema. Así que se trata de crecimiento, pero que a veces puede sentirse peor —eso es todo—.

Sentirme peor debido a que las adicciones ya no se ven satisfechas
Entonces, cuando afronto una verdad personal, ¿por qué a menudo me siento peor como resultado de que mis adicciones no se vean satisfechas?
Bueno, esto probablemente esté muy claro si la persona ya está instruida acerca de sus adicciones. El propósito de la adicción es evitar alguna emoción subyacente, o bien conseguir tener alguna emoción que sientes que te falta dentro de ti. En otras palabras, o bien tratas de evitar algo que no quieres sentir, o bien tratas de obtener algo de alguna persona que sí quieres sentir, y que no sientes.
Entonces, de cualquier manera, la adicción está motivada por un deseo egoísta de que otras personas hagan que tus sentimientos se vayan, o bien que te hagan tener buenos sentimientos, sentimientos que defines como buenos.
Y estas adicciones, ya sean físicas, como las drogas, el alcohol, incluso comer, el alimento, el sexo, lo que sea…; o bien ya sean espirituales, lo que consideramos como adicciones relativas al “amor”, cosas como: “te necesito… me necesitas”; o bien respecto a aspectos generales morales, como la ética, la moralidad…; sea el que sea el objeto de las adicciones, estamos muy enfocados en conservarlas, porque todas nos hacen que podamos evitar sentir cosas que Dios siente que necesitamos sentir, y así librarnos de ellas, pero no queremos sentirlas, o experimentarlas.
Y en nuestra mente tenemos el concepto, y en nuestros sentimientos tenemos el concepto, de que si las sentimos será el fin del mundo, el acabóse para nuestro mundo, así que no queremos sentirlas.
O bien tenemos el concepto, en nuestra mente, de que si otras personas no nos dieran lo que queremos, eso sería el fin del mundo. Y no queremos sentir eso. Así que emocionalmente invertimos mucho para evitar el reconocimiento de nuestras adicciones.
Entonces, digamos que alguien nos dice la verdad sobre nuestras adicciones. Obviamente eso se va a sentir incómodo de inmediato, porque significa el final del mundo.
Los sentimientos desagradables serían a menudo el miedo, o el de que nunca volveré a ser feliz si no consigo satisfacer mis adicciones… un deseo de una felicidad que no has tenido… incluso pueden ser relativos a tener dignidad o valía, atención, aprobación, aceptación…; podrían estar relacionados con el sexo: aceptación sexual, aprobación sexual, deseo sexual…
Podrían detonarse todo tipo de áreas, debido a tener que volvernos conscientes de nuestras adicciones, de las emociones desagradables asociadas a todas esas cosas.
Y cuando digo “desagradables”, son cosas que están ahí ya, ya están haciendo su daño, están dañando nuestro cuerpo, nuestra salud… todo. No son nuevas en absoluto, pero nos están dañando y estamos contentos siendo inconscientes de ello. Y de hecho incluso nos enfermamos a partir de muchas de estas adicciones que están en marcha, y que estamos desesperados por conservar.
Y, de hecho, cosas como enfermedades muy relevantes en nuestro planeta, como el cáncer… todas, están causadas por eso, por alimentar adicciones concretas. Y no obstante estamos totalmente contentos de atravesar terribles procesos de quimioterapia, incluso, antes que tratar con la efectiva adicción subyacente, pues estamos tan desesperados con nuestra adicción subyacente que estamos literalmente dispuestos a morir por nuestras adicciones. Y de hecho, en este momento muchas muertes en el planeta que se deben a enfermedades y dolencias están relacionadas con esto, específicamente con las emociones asociadas a las adicciones.
Así que estamos desesperados por ellas, y tanto, que llegamos a morir por ellas. Así que si llega alguien y nos expone la verdad sobre esto… diremos: “¿¡Qué?!”.
Se siente como un asunto de vida o muerte; muchos de nosotros lo sentimos así, y de ahí que tengamos reacciones enormemente violentas a la exposición de nuestras adicciones.
Y esa reacción violenta puede ser de ira, o temerosa, o de desesperación, o de desilusión, de suicidio… todas esas cosas; pero, de nuevo, eso está simplemente exponiendo (el miedo)… es simplemente miedo que no queremos sentir, miedo sobre abandonar nuestra adicción. Y luego a veces he tenido ocasiones en las que comienza a aflorar la emoción subyacente que he estado evitando al satisfacer la adicción.
O sea que no es sólo el hecho de que se sienta desagradable abandonar la adicción, es que:
“oh, no, ahora tengo realmente miedo…”.
Ahora, aquella emoción que estaba tapando la adicción, también empieza a asomar su cabeza. Y la mayoría de veces esa es la emoción de la que tienes terror. Así que ahora dices: “¡guau! Esto no se siente bien, ahora. Me siento peor”.
Y me siento peor no sólo porque mi adicción está siendo expuesta, y puedo sentirme algo avergonzado por ello, o lo que sea; sino que ahora, esa cosa subyacente que estoy tapando con la adicción —y que es lo que quiero evitar, la emoción que no quiero experimentar, de la que me quiero librar, y sacar y mantener apartada de mí—, esa mismísima cosa que estoy intentando apartar mediante la adicción, también está ahora asomando la cabeza.
Así que no sólo mi adicción no está siendo satisfecha ahora, sino que también el sentimiento subyacente está siendo expuesto —cosa nada agradable—.

Entonces, todo ello causa sentimientos desagradables, y luego está también esta otra cosa, cuando no es el caso de que todo ello esté sucediendo, pero sí que la verdad sobre nuestra adicción nos es señalada, que nos volvemos conscientes ya de ello, y entonces se da así como esa sensibilidad aumentada, de la que hablamos antes, esa que va en plan:
“no, todavía estás haciendo eso; todavía estás haciendo eso…”.
Y pueden pasar años y simplemente nos sentimos peor sobre el hecho de que se nos exponga la verdad, pero eso sólo se debe a que continuamos actuando en el pecado, y ahora somos más sensibles a los efectos compensatorios de ello.
Podrías decir que el pecado está royendo nuestra autoestima (“self-worth”).
En otras palabras, cada vez que pecamos, y como ahora somos conscientes de ese pecado —ya no estamos en negación de él, ya nos ha sido expuesto— ahora se come, roe, la percepción que tenemos de nosotros mismos; y por tanto, cada vez que realicemos cierta acción de nuevo, reconocemos que nos sentimos algo así como decepcionados con nosotros mismos; y esto es casi como una forma de carcomernos —se siente así, como un sentimiento muy desagradable—.
Nos iría mucho mejor eliminando la adicción, en vez de pasar por eso. Pero desafortunadamente la mayoría de personas sigue por esa ruta (la que acaba de decir: por donde es como si el pecado carcomiera nuestra autoestima, y permitimos eso).
Y al final apenas puedes siquiera mirarte al espejo, si vas por ese camino plenamente, pero quieres todavía satisfacer tu adicción.
Y puede que hayas afrontado la verdad personal acerca de ello, pero todavía quieres eso, y vas a sentirte peor. Y ves que esto pasa mucho con las adicciones físicas, donde una persona empieza con drogas, se mira al espejo y se siente algo decepcionada…: “cómo puedo estar así”. Y luego, con los años, esas drogas conducen a algún tipo de comportamiento inmoral, e incluso se puede acabar en la prostitución para poder conseguir suficiente dinero… o robando para conseguir el suficiente dinero para obtener las drogas.
Y cada vez que se miran al espejo se sienten peor sobre sí mismas —y ese es el resultado natural de los efectos compensatorios de su comportamiento—, y lo mejor sería sentirse mal dentro de sí mismas, sentir cómo se siente eso, para luego así afrontar su adicción (aquí esto lo entenderíamos así —lo he transformado un poco, pero casi seguro quiere decir eso que he puesto antes del paréntesis; es decir, esto, que es muy lógico y simple en el fondo—: la persona estaría mejor aceptando sentir con humildad los efectos compensatorios de su comportamiento, para poder afrontar la adicción, en vez de seguir realizando más comportamiento que dañará más su alma, de ese tipo de comportamiento inmoral que Jesús ha mentado—lógicamente—).
Y eso ahora obviamente se va a sentir mucho peor (es decir, una vez que hemos acumulado más degradación de alma debido a alimentar muchos pecados, alimentando mucho nuestra resistencia, va a haber más compensación añadida, para colmo, a lo que estábamos evitando; es decir, vamos a tener más sentimientos desagradables así como por encima de los que ya son muy desagradables y que son los que intentábamos evitar con nuestra resistencia).

Sentirme peor debido a que el deseo de pecar sigue dentro de mí
Así que aquí estamos hablando de que cuando afrontamos una verdad personal, alguien nos la ha señalado, y la reconozco, pero aun así todavía quiero continuar en realidad con el pecado que se me ha señalado… ¿Por qué me siento peor entonces?
Bueno, antes de examinar por qué nos sentimos peor, vamos a mirar la dinámica de esto. Aquí tenemos, pues, que se nos ha señalado el pecado; su realidad me ha sido señalada hasta cierto punto, pues obviamente puedo ver al menos intelectualmente la realidad de que:
“probablemente esto no sea lo correcto a hacer”.
Pero ¿qué me hace pecar? Bueno, hay todo un montón de emociones, deseos, pasiones… hay motivación en mí, emocional, para hacerlo. Ahora bien, una cosa es decirme:
“oh, sí, efectivamente hago eso”, y otra cosa muy diferente es decir:
“no quiero hacer eso más”, y decir esto desde una perspectiva de sentimiento, sentida.

Entonces, la mayor parte del tiempo, cuando llegamos a admitir que efectivamente hacemos algo, aún tenemos que atravesar por la cosa emocional de eliminar el por qué lo hacemos.
Así que el porqué todavía permanece. Y ahora, como permanece ahí, va a seguir como agitándose, encabritándose (“rearing up”), motivándonos a hacerlo de nuevo…:
“hazlo de nuevo, peca de nuevo, peca de nuevo…”.
Pero ahora que ha sido expuesto, este deseo de pecar va a estar perturbándonos todo el rato. Y deseo pecar, pero todavía no me he librado de ese deseo de pecar. Y así, naturalmente eso se va a sentir muy incómodo.
Soy consciente, al menos intelectualmente, de que eso está mal. Soy consciente, al menos intelectualmente, de que probablemente no sea algo bueno a hacer, y que habrá penalizaciones asociadas con ello; pero para más inri no he soltado la razón de por qué quiero hacerlo.
Y eso va a seguir fastidiándome, como si fuera un niño irritante que fastidia a mamá y papá porque quiere una golosina…; eso va a fastidiarme, y a fastidiarme… es como alguien que te induce a tomar una droga… y que fastidia y fastidia… y al final no puedes pensar en ninguna otra cosa que no sea seguir y hacerlo de nuevo. Y luego te sientes incluso peor, pues lo hiciste de nuevo, pero tú ya lo sabías… y no deberías estar haciéndolo, pero: “quiero hacerlo… pero es malo…”…
Y llegas a algo que supongo que podrías decir que es un estado emocional confuso, donde una parte de ti siente que quieres abandonarlo, y la otra parte de ti quiere luchar por ello, quiere mantenerlo. Es muy desagradable, es como que algunas veces te sientes como que te estás partiendo en pedazos, en ese estado.
Me veo tan reflejada en eso (dice Mary)… Se trata de una parte muy real del progreso, ¿no?
Bueno (dice Jesús), no tiene por qué serlo necesariamente. Obviamente, entre el reconocimiento intelectual y la liberación emocional hay una fase. Pero puedes llegar muy rápidamente desde el reconocimiento intelectual al deseo de tratar con las causas emocionales. Puedes hacer eso.
La mayoría no lo hace, porque el deseo de pecar está sólidamente establecido. Y las que aparentemente son las recompensas por ello son deseadas decididamente. Y tienes que abandonar el deseo de esas recompensas, o aparentes recompensas. Tienes siquiera que empezar a no verlas más como recompensas; y tienes que ver que:
“realmente no son recompensas, sino que en realidad están causando más daño en mi vida”.
Y en esta fase tus sistemas de creencias han de cambiar. Y este es realmente un periodo de tiempo muy dificultoso, porque puedes cambiar tus sistemas de creencias bastante rápidamente si estás dispuesto a sentir emoción, pero puede ser un proceso muy lento si no estás dispuesto a sentir emoción.
Así que cualquier persona que no esté dispuesta a sentir emoción va a encontrar esta fase muy intragable, muy difícil… y larga, porque lo que libera el deseo subyacente de pecar es la disposición a sentir emoción. Y a menos que estés dispuesto a sentir las emociones que causan el deseo de pecar, vas a querer continuar pecando aunque sepas que probablemente eso no sería lo idóneo.

Y (dice Mary) no obstante ¿acaso no es que uno de los principales propósitos de la compensación es sacarnos de ahí? Casi como que es eso lo que (es ella, la compensación, lo que) derriba la resistencia en ese estado emocional, para hacer la conexión con nuestro reconocimiento intelectual —cosa que podemos tener sin sentir—…
Pero la compensación nos está ayudando a volvernos sensibles a nuestra experiencia de base álmica, ¿no? (Jesús lo confirma) Y así es como funciona para nosotros:
“ah, ahí está, ese dolor, al hacer eso, ese dolor, y de nuevo ese dolor al hacer eso…”.
Pero también está el deseo de hacerlo de nuevo… y sientes el baile (“play”) que se da entre ambas cosas…
Y aquí es donde resulta muy peligroso entrar en el autocastigo. En vez de eso tienes que decirte: “ok, lo hice de nuevo, no estoy muy contento con el hecho de que lo hice otra vez; y es un imperativo para mí, es ahora urgente, liberar la emoción de por qué lo hice de nuevo”.
Y ahí es donde veo (dice Jesús) que la mayoría de personas se viene abajo. No ven lo imperativo que realmente es liberar la razón emocional de la causa de pecar.
Y ahí (dice Mary) es donde el autocastigo tiene su propia compensación, pues básicamente te involucras en el autocastigo porque tienes miedo a hacer eso…
Y hay cientos de razones para el autocastigo (dice Jesús). Muchas son para evitar el dolor de la emoción original efectiva.
Eso es lo que quiero decir (dice Mary): todo el propósito de involucrarse en ello (en el autocastigo) es el de evitar el miedo a experimentar la emoción que efectivamente está impulsando el pecado.
Pero con lo que te encuentras es con que el autocastigo tiene sus propias penalizaciones compensatorias, que se vuelven muy extremas si te involucras mucho en eso (en el autocastigo).
Así que, al final, puedes acabar dándote cuenta de que el dolor en el que estoy (en el que estoy por un lado, y en el que mayormente estoy debido ahora al autocastigo y a sus efectos —es decir, a la ley de compensación que estoy activando por ese “pecado contra mí mismo” que es el autocastigo—), y el miedo que tengo a esa otra emoción (un miedo en el que por otro lado estoy: el miedo a esa otra emoción que es la que causa el deseo de pecar)… mmm… ahora ya es un asunto negociable (está representando en dos lados, con ambas manos, como si fuera una balanza o algo así, el asunto de lo que “pesan” los dos tipos de dolores emocionales que acabamos de explicitar entre paréntesis). Pues ¿cuál es mayor ahora?
Así que al final la compensación te conduce de vuelta a esa emoción original que estás evitando. Esos son los mecanismos de la ley. Y es una gran ley, en ese sentido. Siento que hace tanto por nosotros…
Así que (dice Jesús) hay muchas razones por las que me siento peor debido a que el deseo de pecar sigue dentro de mí. Una vez que veo el deseo de pecar dentro de mí a menudo me siento avergonzado sobre ese deseo; a menudo me siento avergonzado de que otras personas puedan verlo…
Y como dijiste (dice Mary), todavía estoy cosechando la compensación, porque una cosa es afrontar la verdad pero otra cosa es eliminar el deseo. Y sólo cuando elimine el deseo es cuando… pues aunque incluso detenga mi involucramiento en el pecado… sin embargo, teniendo el deseo todavía dentro de mí, todavía voy a estar sintiendo más compensación y dolor.
Y también hay otras razones.
Yo a menudo me siento más como cohibido (“self-conscious”, que es como estar incómodo por lo que otras personas puedan pensar sobre nosotros mismos o sobre nuestras acciones), como preocupado por lo que otras personas puedan pensar de mí, porque ahora soy consciente de mi vergüenza.
Soy consciente de las cosas que estoy avergonzado de hacer, y del pecado en me involucro todo el rato. Y a veces, en vez de simplemente intentar ser mi yo normal, trato de modificarme a mí mismo para así no sentir esa vergüenza; pero tampoco ese es un buen camino a seguir, pues simplemente está generando fachada —y hemos hablado de eso en el punto anterior—.
Así que lo que necesitamos es decir:
“vale, efectivamente tengo este pecado, y con seguridad, esta va a ser una fase dificultosa, ahora; eliminar este deseo de pecar que tengo va a ser un poco dificultoso”.
Y la clave está en persistir.
Así que hay muchas razones sobre ese deseo de pecar; y quizás una más que me gustaría mencionar es el deseo de evitar castigo de parte de otros. Muchas veces sentimos que si alguien nos ve pecando, y sabe que estamos pecando, entonces ahora nos van a castigar por ello. Y este es un problema frecuente. Y la gente hace eso realmente: en el mundo, cuando las personas se dan cuenta de que tú notaste algo sobre ti mismo, y que es algo de lo que no estás muy contento, muchas de esas personas empiezan a castigarte por ello, también, y a hacerte sentir mal. Y ese es un proceso terrible.
Te vendría mucho mejor soltar la emoción nuclear, porque entonces ya no te sentirás mal sobre ello. Y luego, cuando alguien te diga: “hiciste eso”, dirás: “sí, sí…”… pero sin ya sentirte mal sobre haberlo hecho. Ya no tendrás esa firma emocional en ti. Y esto forma parte del proceso del perdón y del arrepentimiento. Una vez que atraviesas el proceso de arrepentimiento ya no tienes la firma emocional de lo que has hecho, y la gente te lo puede señalar pero tú ya no te irás a tu esquina, no te encogerás, ya no sentirás miedo, ya no intentarás impedir que lo expongan. Así que en ese momento eres menos manipulado.
Pero entre tanto, es bastante dificultoso; te sientes bastante mal sobre eso.

Así pues, hay muchas razones de que esta exposición de la verdad personal pueda sentirse mal al principio, aunque desde la perspectiva de Dios estamos progresando. Y tenemos que seguir recordándonos eso: Ahora podemos ver algo que antes no podíamos ver, y eso es progresar.

Notas 

nota 1
Se trata de una breve parte de la sesión 5, parte 4 (S5P4), de los materiales de Divine Truth sobre el perdón y el arrepentimiento, la compensación y la conciencia (del 2017 y del 2018): https://www.youtube.com/watch?v=uSBTlZbOc54
Hemos visto algunas otras partes en otros textos y audios, por ejemplo de la sesión 4, y también algunas de esta sesión 5. Ver por ejemplo lo publicado en la web en torno a la fecha de redacción de este texto/audio. Algunos títulos son por ejemplo estos:
“La gente que muere no es inmediatamente consciente de ello. ¿Cómo siente el pecado la persona promedio tras morir?”,
“¿Cómo siente el pecado la persona promedio en la Tierra?”, etc.

nota 2
Uso esta expresión algo forzada para remarcar que aquí Jesús emplea la expresión “rise out of”, que parece tener connotaciones en plan de “resurgir de tus cenizas”, “elevarse por encima de algo”, y así.
Ver: https://idioms.thefreedictionary.com/rise+out+of

nota 3
Aquí, refiriéndose a la situación planteada arriba, de que por ejemplo ellos, Jesús y María, plantean a alguien en un grupo alguna “verdad personal”, y la persona lo admite, admite que eso es una desarmonía, un pecado, y que ella lo está haciendo.

nota 4
Sobre el autocastigo hablarán al final un poco.

nota 5
Evidentemente, aquí Jesús quiere decir que es un “problema” (que podemos llamarlo “problema”) visto desde la fachada de la persona, desde la “perspectiva de fachada” de la persona; pues solemos querer evitar sanarnos realmente (y para ello usamos ya sean fachadas espirituales, o fachadas en general, que en general nos habilitan, con más o menos ayuda de desencarnados, a seguir viviendo en nuestro yo herido, y a “sanar” o sólo “parecer que sanamos”, con más o menos componendas para mantener cierta actitud más o menos arrogante, “de fachada”).

nota 6
Aquí emplea la palabra “pathway”: una ruta, una vía de sensibilidad —de posible sensibilidad, como vemos que comenta—.

nota 7
Como vemos, Jesús vuelve al caso que principalmente parece tener en mente: el de tantas veces que al hablar con muchas personas acerca de la verdad personal de dichas personas, se dan esas reacciones a las que han aludido aquí.

nota 8
Como vemos, aquí Jesús usa una analogía física: la mascarilla puesta en el rostro físico de nuestro cuerpo físico equivaldría a la fachada que ponemos en nuestra alma (es decir, en nuestro ánimo, en nuestras actitudes y comportamientos anímicos profundos —deseos, etc.—) para no tener que afrontar y traspasar el yo herido (la condición actual de nuestra alma, esas heridas emocionales cuyo mantenimiento, en ese estado, gracias a la fachada, nos impide “ser el yo real”).

____

Texto 2
─correspondiente al audio 3─
─ver (nota 1) abajo─

¿Por qué a veces me siento emocionalmente confuso al dejar de pecar?
Esto es algo bueno a comentar (dice Mary). Ciertamente queremos responder a la cuestión de por qué a veces sucede que, incluso cuando dejo totalmente de pecar… o sea, lo veo (el pecado), hago por detenerlo y lo detengo (el pecado)… ¿por qué a veces me siento tanto mejor como peor, cuando detengo un pecado?
Supongo que hay muchas razones para ello, ¿no? (dice Jesús), potencialmente. Así que lo que quizá necesitamos hacer es hablar de algunas de esas razones.
En primer lugar, si nos recordamos a nosotros mismos el pecado, en el sentido de (ver) lo que realmente está pasando, entonces, la ley de compensación nos permite considerar la obtención de recompensas por detener nuestro comportamiento pecaminoso. (nota 2)
Y por supuesto, también está el aspecto de comenzar a tener un buen comportamiento —eso está implicado también, obviamente—.
Entonces, aquí estamos hablando más sobre la confusión que tiene lugar cuando dejo de pecar, pero sin tampoco todavía habernos resuelto a comenzar a hacer cosas buenas. Y estos aspectos probablemente los necesitamos tener en cuenta.

Entonces, ¿puedo detener mi pecado sin realmente tratar con el deseo de pecar?
Bueno (dice Jesús), eso es muy difícil. Pues si tienes un deseo de pecar, es como que en ese momento el pecado se vuelve automático; y para dejar de pecar tienes que usar mucha fuerza de voluntad —que no es la mejor manera de resolver el problema—.
Tienes que usar fuerza de voluntad en vez de realmente atravesar el proceso del deseo y librarte del deseo subyacente de pecar.
Entonces, sí: hasta cierto punto puedes dejar de pecar usando la fuerza de voluntad; pero así no vas a curar todo pecado. Y ciertamente no vas a poder detener todo pecado de ese modo. Pues todo pecado está motivado por emociones, y a menos que elimines la emoción vas a encontrar muy, muy difícil dejar de pecar.
Así que podría ser que dejes de pecar usando tu fuerza de voluntad, y aun así estar bastante confundido emocionalmente. Eso es una realidad.
Lo cual (dice Mary) probablemente pertenece más a nuestra sección anterior, donde hablábamos de cómo es que puede que todavía estés sintiendo algo de la compensación, pues los deseos están dentro de ti aunque hayas cambiado una acción. Y entonces, esto no es de lo que estamos hablando en esta sección, realmente. Ahora hablamos de haber realizado realmente un cambio emocional, y de haber dejado de pecar. Así que ese es un escenario. Y, entonces… estás contrastando eso (sigue diciendo Mary) con no tener necesariamente establecido el deseo de emprender actos amorosos.
A menudo todavía no lo hemos establecido (dice Jesús), ya que estamos muy preocupados simplemente con el acto de detener las cosas negativas que hacemos. Y a menudo todavía no hemos tenido mucho pensamiento constructivo o claro, sobre qué cosas positivas podemos hacer, qué cosas amorosas podemos hacer. Y así, a veces acabamos en esta especie de estado en el que casi estamos inciertos sobre nuestro futuro, sobre cómo deberíamos ejercitar nuestro deseo para el futuro. Y eso, por supuesto, causa cierto nivel de confusión.
Por ejemplo (sigue Jesús), todavía no estamos plenamente conectados con nuestros deseos. Así que nos sentimos algo así como: “guau, ¿cuáles son mis deseos? Ahora tengo que descubrirlos”. Y luego encontrarlos y entender cuáles están en armonía con el amor, y atravesar y resolver ese asunto del deseo.
Así que obviamente (sigue Jesús) el deseo de involucrarme en un comportamiento amoroso es algo que todavía está por ser emprendido con resolución. Y todavía estamos por atravesar y resolver plenamente ese problema, en el sentido de cómo vamos a emplear nuestra vida futura. Reconocemos que en el pasado hemos empleado mucha de nuestra vida para pecar, y ello por diferentes razones. Pero ahora que hemos eliminado algo del pecado, decimos: “¿y ahora qué? ¿qué hago ahora?”. Estoy tan habituado a pecar que usualmente todo lo que estaba haciendo era eso; pero ahora ¿qué hago para mejorar la situación de modo que haga efectivamente cosas positivas?
Así que eso se vuelve también parte del asunto (sigue Jesús). Y luego, a veces tu vida también atraviesa este cambio, en cuanto que aquello que solías hacer, ahora ha desaparecido por completo.
Y durante este proceso, muchos de los amigos que tenías, que eran amigos que te ayudaban en tu pecado… muchos pueden haber desaparecido.
Y también muchas de las actividades en las que te involucrabas, y que te ayudaban a involucrarte en tu pecado, o a no mirarlo… muchas de esas actividades habrán desaparecido.
Y es casi como que tu vida está empezando como nueva, en estado “virginal”, digamos (se ríen). Tu vida está así, en un estado en el que ahora tienes que decidir qué quieres, qué deseas, y ahora no hay nada que esté siendo forzado por ninguna acción externa, o por ningún estado interno de “estar necesitado”; así que ahora tienes que descubrir qué es lo que realmente quieres hacer, y qué deseas de verdad, así como también qué es lo que va a suceder en tu futuro.
Así que entonces eso es un cierto tipo de confusión —estás diciendo (dice Mary)—: “oh, ¿pero ahora qué voy a hacer?”…. ahora que no estoy impulsado por estas compulsiones, ¿qué va a pasar?
Sí (dice Jesús), y es como que eres dejado en un lugar que se siente algo así como un mar, a veces, en donde tu vida ahora es nueva, tus actividades son nuevas, ya no te safisface ninguna de las cosas que has hecho en el pasado. Y no obstante todavía estás por decidirte acerca de qué es lo que te va a satisfacer en el futuro.
Así que ahora estás en un estado en que, si no tienes cuidado, puedes permanecer en esta especie de estado “taciturno” [laconic] durante muchos años, en el que vas como…:
“oh, ahora ya no estoy sintiendo los resultados negativos de pecar mucho, ya no más. Y no estoy pecando mucho. Y siento los beneficios de ello. Pero muchos de los así llamados ‘amigos’ que no quieren dejar de pecar ya no son mis amigos, y mucha de mi familia ya no me acepta, y muchas de las actividades que hacía antes ya no me interesan”.
Así que, ahora, ¿qué es lo que te va a motivar a ejercitar un deseo? ¿Y qué deseas efectivamente? Aún no has resuelto todas esas cosas. Y la ironía está en que no puedes resolver realmente esas cosas de una manera pura si no te libras de algo del pecado. O si no, de otro modo, estarás simplemente impulsado por las adicciones implicadas en el pecado.
Y ¿acaso no es hasta que veo el pecado (dice Mary) que puedo empezar a reconocer realmente que mi comportamiento desamoroso siempre es penalizado y el amoroso recompensado? Realmente no veo eso antes de dejar de pecar.
No todavía. Antes de dejar de pecar, estaría creyendo que mi dolor y sufrimiento estaba completamente desconectado de mi pecado. Pero ahora estoy empezando a ver…:
“No, mucho del dolor y sufrimiento que he tenido en mi vida ha sido un resultado directo de mi pecado o del pecado de otros”.
Así que empiezo a resolver y atravesar ese asunto. Pero todavía realmente no estoy encontrando y entendiendo qué es lo que me brinda un verdadero placer; qué es lo que efectivamente me brinda esas recompensas verdaderas… el comportamiento amoroso que brinde tales recompensas verdaderas; y en cuánto de ese comportamiento amoroso me puedo involucrar sin pecar.
En otras palabras, estamos tan acostumbrados a hacer muchas de esas cosas que en realidad realmente nos gusta hacer, pero que son pecados… o bien, que las hacemos de manera pecaminosa… Así que hay muchas actividades en que nos podemos involucrar sin pecar. Pero no estamos acostumbrados a eso, y estamos confusos sobre eso, sobre cuáles son esas cosas.
Y también durante esta fase se da una tendencia a estar muy confusos sobre qué es lo amoroso hacia mí mismo, y qué lo es hacia los demás. En el mundo, muchas veces quererte a ti mismo se define como egoísta; pero el verdadero amor por ti mismo siempre resulta en amor a los demás. En otras palabras, el amor por uno mismo no excluye el amor a los demás —no son dos cosas mutuamente excluyentes—.
De hecho, la manera en que Dios lo diseñó es que si realmente te quieres a ti mismo de verdad, también en ese momento serás verdaderamente amoroso con los demás.
Y así, a menudo tenemos confusiones asociadas a ello, debido a las experiencias del pasado, en las que fuimos acusados de egoísmo cuando conectábamos con nuestros propios deseos. Y, no obstante, desde la perspectiva de Dios, eso no es egoísta. Él quiere que hagas eso, pero no quiere que lo hagas excluyendo a los demás o en detrimento de los demás. Y aquí es cuando también se tiene mucha confusión:
“Oh, si hago esto… ¿acaso vaya en detrimento de los demás? En realidad, no estoy seguro, pues nunca lo he hecho antes…”.
Así que a menudo también hay mucha confusión en eso.

Vamos pues ahora a detenernos un momento para hablar de cómo es que efectivamente podemos sentirnos peor cuando dejamos de pecar, y, en oposición a eso, cómo es que podemos sentirnos mejor.
Y por eso es que a veces nos sentimos confusos (dice Mary), pues a veces estoy sintiendo una mezcla de varias de estas cosas. Y hay una larga lista de cosas sobre por qué podría sentirme peor, y otra larga lista sobre por qué podría sentirme mejor… y a veces estamos sintiendo ambas cosas en respuesta a diferentes cosas que todavía existen dentro de nosotros, y es por eso que se siente confuso.
Pero también, recuerda, lo que estamos atravesando es un proceso (dice Jesús). No es un cambio instantáneo. Así, estamos yendo desde un proceso de toma de consciencia, y luego, usualmente, dejamos nuestro pecado; pero entonces surgen las emociones subyacentes en cuanto a por qué queríamos pecar en un primer momento.
Así que hemos detenido nuestro pecado… y podemos ver lo equivocado del pecado, lo malo, y nos sentimos mal sobre el pecado, sabemos que es un pecado, y podemos sentir todo ese tipo de cosas. Pero todavía hay emociones subyacentes que todavía estamos por liberar, las emociones que dirigían o impulsaban eso. Y en ese lugar también hay confusión.
Así que hay muchas razones para ello, y quizá comentar algunas en concreto ayudaría a las personas a entender por qué puede ser que dejes de pecar, pero que todavía te sientas un poco confuso sobre lo que hacer a continuación… y también sentirte mejor, y peor… o sea, aparentemente tanto mejor como peor (dice Mary).
Y sí, (dice Jesús) durante esta fase tienes tus altibajos emocionales, que podría ser la mejor manera de decirlo —y tienes que acostumbrarte a ello— (se ríen).

¿Por qué podría sentirme peor al dejar de pecar?
¿Cuáles son algunas de las razones por las que podría sentirme peor al dejar de pecar?
De nuevo, puede haber cientos de razones. Así que solo vamos a enumerar unas pocas que a las personas les puedan dar a entender un poco qué es lo que les está pasando. Pero podría haber cientos de razones por las que me podría sentir peor al dejar de pecar.
Una razón es que todas mis adicciones son creadas porque yo realmente las quería. Y ahora las he eliminado. En otras palabras, ya no estoy satisfaciendo mis adicciones. Ahora bien, todavía podría quererlas, pero he dejado de tenerlas. Me he detenido a mí mismo a la hora de tenerlas.
¿Y eso significa que…? (Mary se detiene…) Pues antes es como que dijiste que no, no puedo ver que realmente es un pecado hasta que no se haya ido el deseo de pecar.
Pero aquí estamos (dice Jesús) hablando de nuestras adicciones. Ciertamente puedes ver cierta adicción, pero si no se ha marchado el deseo de la adicción no vas a poder hacerlo permanentemente (el soltarla). Es un estado temporal.
Pero aquí estamos diciendo que tenemos una adicción, la reconocemos, y digamos que es una física: comer mucho. Puedo detener eso. Pero podría tener todavía la razón emocional subyacente de por qué quería comer demasiado. Así que ahora se siente como…:
“Estoy en un poco de lucha; todavía quiero comer mucho, pero sé que…; y también he tenido las comprensiones emocionales de que si me pongo gordo eso no me gusta, se siente mal… y tengo problemas con eso”.
Así que me estoy sintiendo peor, básicamente (dice Mary), porque todavía tengo el deseo.
Y podría estar confuso (dice Jesús), porque por un lado podría estarme sintiendo bien, porque me vuelvo más delgado, tengo algo de mejor apariencia; ahora no quiero comer mucho debido a que tengo mejor pinta, me siento más saludable.
Pero por otro lado a veces también tengo el deseo de comer demasiado. Y eso se siente algo confuso. Y no he tratado todavía con el deseo de comer mucho. Así que el pecado está todavía ahí, el deseo está todavía ahí, pero efectivamente he detenido la acción sobre ello.
Así que durante esta fase de cambio estoy en este estado de ver a veces lo bueno del asunto, y otras veces me digo que simplemente quiero darme una comilona… simplemente quiero abandonarlo todo e ir a darme un atracón. Y durante esta fase es eso a menudo lo que harás: trabajas duro durante unas semanas, y puedes sentir esos otros deseos desarrollándose en ti —sobre no querer volverte gordo, quieres tener salud—, y todos ellos son deseos puros, en armonía con el amor. Pero por otro lado está el otro deseo de simplemente querer tener una comilona a veces, pues la vida te abruma, y simplemente quieres ir y hacer eso. Eso también podría estar ahí todavía.
Así que ahora estoy en un estado de confusión. Así que a veces voy y quiero actuar en base a cierta buena emoción… y otras veces quiero actuar en base a cierta emoción negativa.

Y bien, ¿qué otras razones puede haber para sentirse peor cuando dejo de pecar?
A menudo aún estoy por descubrir por qué quiero pecar; así que a veces puedo estar en un estado de confusión sobre ello:
“¿de qué va todo esto?”. Como que…: “he dejado de hacerlo”…
Digamos que es un hombre adicto al porno. Deja de verlo, pero todavía siente como que quiere ver todo el rato cuerpos desnudos de mujeres. ¿Qué está pasando ahí? Él no sabe por qué es eso. Todavía no entiende el porqué. Así que podría atravesar ese proceso de:
“Quiero pararlo, sé que no es bueno, sé que para ello, para ver mujeres desnudas todo el tiempo, para poder hacer eso, esas mujeres han tenido que hacer ciertas cosas en concreto que no son buenas para sus vidas. Y sé que tiene consecuencias negativas. Y también sé que afecta a mi relación, quizás, pues estoy compartiendo energía sexual de este modo con esas mujeres, en vez de con mi compañero/a o lo que sea… etc.”.
Pero todavía tengo dentro de mí el sentimiento de querer hacerlo, y no sé por qué. Sé que no es bueno, pero no sé por qué está ahí.
Entonces (dice Mary), esa se puede volver una fase bastante cargada, pesada [burdensome]… Bueno (dice Jesús), no tiene por qué serlo. Podría ser que reces mucho sobre ello… etc., y todavía estar confuso en cuanto a por qué eso está ahí. Podría ser que no notes la atracción que te muestra por qué está ahí [se refiere a la instancia o evento de la ley de atracción, la ley natural de atracción, que nos estaría detonando emocionalmente para mostrarnos la emoción, el motivo emocional, de que tengamos el deseo de pecar de ese modo concreto], y podrías no estar notándolo porque a veces estamos un poco despistados sobre eso, y puede que no lo estemos advirtiendo.
Así que se va a sentir peor (dice Mary), incluso aunque no me esté involucrando en el porno que veía.
Y bueno… me siento confuso (dice Jesús). A veces me siento bien, pues lo detuve. Pero otras veces me siento como que quiero hacerlo, e incluso podría caer en ello a veces, y entonces me siento mal… Así que será un estado de altibajos emocionales.

Así que la tercera razón de por qué podría sentirme peor al dejar de pecar, en vez de mejor, y por lo tanto estar confuso… es porque todavía estoy evitando la causa del pecado.
Es decir, sé que quiero hacerlo, pero no sé por qué. O bien, sí sé por qué quiero hacerlo, ya sí lo sé… pero realmente no quiero tratar con ese porqué.
Esa podría ser una razón: simplemente no quiero afrontar el porqué; no quiero procesar emocionalmente el porqué. Y esto me va a hacer sentir peor, pues sé lo que necesito hacer, pero todavía no sé si realmente lo quiero hacer; realmente no sé si quiero arreglar el problema.

Así (dice Mary), además podría ser que no quiera eliminar la causa de mi pecado. Lo habría detenido, pero no quiero eliminar el porqué. Y esto ya lo hemos tocado.
O sea, una cuestión es que no quiero eliminar el porqué. Y la otra es que podría querer, pero todavía tengo que hacerlo. Y la otra era como que sí quiero, pero no tengo ni idea de cuál es (el porqué, la razón).
Así que hay tres niveles diferentes.
Quiero (eliminarlo), pero no sé de qué trata la cosa.
O bien, ya sí sé de qué va, pero todavía no quiero (eliminar el pecado).
O bien, todavía estoy por hacerlo realmente, por librarme de la razón o motivo (de pecar), y así, de ese modo, probablemente todavía me vaya a sentir peor hasta que me libre de la razón, pues soy consciente de todas estas cosas sobre las que me siento mal, pero aún no me he librado de la razón por la que quiero hacerlo todavía.
Entonces, ¿este es el tipo de cosa que sucede cuando he despertado al pecado, o sea, he tenido un reconocimiento emocional? Y esto es algo que se siente asqueroso y mal, y siento compensación, pero, también, mi deseo de amar a los demás me está haciendo sentir como que no quiero hacer esto ya más… así que dejo de pecar.
Eso es posible, ¿no? Pues he tenido un despertar emocional, lo he detenido (el pecado), pero el deseo de pecar todavía está ahí, el deseo de involucrarme en el pecado… y es como que puedo detenerlo, en este momento… y tanto como seas capaz de hacerlo, es decir, lo mejor que te lo permitan hacer los cambios que realizaste en lo relativo al deseo.
Así, en otras palabras, puedes tener un deseo de pecar (y Jesús eleva una mano), o bien puedes tener un deseo de ser amoroso (eleva la otra mano en paralelo y por encima de la primera). Entonces, cuando tu deseo de ser amoroso esté por encima de tu deseo de pecar (elevando la mano de nuevo, la que corresponde al deseo de ser amoroso), ahí es cuando tú detienes el pecado.
Tu deseo de ser amoroso es mayor, pero eso todavía no necesariamente habrá eliminado el pecado. No resulta natural para ti dejar de pecar en esas circunstancias. La manera en que va a ser natural para ti es al eliminar completamente el pecado, de modo que ya no haya nada de firma emocional en relación al pecado; y es entonces cuando va a resultar natural para ti hacer aquello que deseas —no pecar—; eso va a ser natural ahora.
Y en ese caso, entonces… (dice Mary), pese a que ese deseo de no pecar esté superando al de pecar, mientras lo está superando, aun así, el pecado todavía está dentro de mí.
Así que todavía estoy cosechando las penalizaciones de la compensación.
¿Y es por eso que a veces me siento peor? Pues de eso es esencialmente de lo que estamos tratando aquí. Pues la compensación necesita seguir actuando sobre nosotros hasta que lo hayamos eliminado (el deseo de pecar). (Y Jesús lo confirma).
Y también va a seguir impulsando cierto comportamiento, ese viejo comportamiento (el deseo de pecar, suponemos que se refiere aquí Jesús), hasta que lo eliminemos.
Pues, recordemos que es el contenido emocional del pecado lo que impulsa el comportamiento. La causa del pecado es emocional. Así que a menos que se aborde la emoción todavía lo vamos a querer hacer; va a sentirse como algo natural hacerlo.
Y ya sea que el pecado sea contra uno mismo, haciendo cosas en desarmonía con el amor a uno mismo, o ya sea que el pecado sea contra otros, o contra Dios, o contra el entorno… hay razones de por qué hacemos esas cosas. Y necesitamos encontrarlas.
Pero nuestro deseo de amar debe ser lo suficientemente fuerte como para decir que:
“sin importar cuál sea la razón, voy a dejarlo”.
Voy a dejar de involucrarme en ese comportamiento.
Esto es como un fumador que diga:
“sin importar cuál sea la razón, simplemente no voy a fumar un cigarrillo más. Conozco intelectualmente todas las cosas malas que comporta. No sé por qué fumo; no sé por qué empecé; no sé por qué continué con ello; no sé por qué tengo un sentimiento de querer la nicotina; no sé por qué es eso… no sé por qué hago estas cosas. Pero lo que sí sé es que no es bueno para mí, y también sé que no es bueno para otras personas que me rodean, y sé que no es bueno para el entorno. Así que voy a parar”.
Y paras; pero todavía tienes la razón por la que quieres fumar. Y hasta que te libres de eso, va a haber a veces sentimientos de sentirse peor, y sentirse confuso. Algunas veces serán de sentirse mejor, otras de sentirse peor… Aunque en este apartado nos enfocamos en sentirse peor…
Y, entonces, debido a que el fumador ha llegado a este estado en que quiere hacer algo (dejar de fumar), pero existe todavía el sentimiento dentro de la persona de que quiere ocasionalmente fumar… y la mayoría de fumadores te dirá esto, que ocasionalmente quieren cigarrillos… Y muy pocos lo dejan y dejan de querer nunca más un cigarrillo. O sea, van a un bar o algo así, beben algo, y sienten:
“Oh, qué bien estaría fumarse uno ahora…”.
Para muchos sería así… pero (dice Mary) luego hay gente como yo, que solía fumar un poco… y tengo amigos que también lo hacían… y casi llegas a tener una reacción visceral frontalmente opuesta a esa (a la de estar en realidad anhelante de ello y tener cierta “nostalgia”, como en el ejemplo que puso Jesús ahora, del ex-fumador que entra a un bar a beber algo y siente el deseo…), y eso supongo que es signo de que realmente has eliminado el deseo de ello, pues es casi como que resulta asqueroso…
No necesariamente es así (dice Jesús). Ahora eso es juzgarlo. Y eso podría estar siendo detonado por el hecho de que ahora estás avergonzada de la emoción que te impulsaba, pero que todavía no has liberado (esa emoción). Así que no necesariamente significa que la emoción subyacente está liberada (o sea, el hecho de que nos dé asco la sustancia a la que éramos adictos no quiere decir que la emoción relacionada con el deseo subyacente esté eliminada de nosotros).
Y la mayoría de emociones en relación a fumar tienen que ver con la autodestrucción, y, afrontémoslo, esas emociones son bastante difíciles de liberar. Así que podrías realmente sentirte avergonzada de tu autodestrucción, y tener entonces una capa de juicio sobre esa vergüenza, lo cual a su vez te hace sentir enfado cada vez que percibes a alguien que fuma alrededor de ti. ¿Tiene sentido?
Sí (dice Mary), no diría que enfado… pero sí que lo encontraba así como… repugnante (añade Jesús)… físicamente indispuesta (dice Mary: “physically unwell”)…
Y eso podría ser porque no te estás permitiendo sentir la vergüenza (dice Jesús).
Sí (confirma Mary). Y esto también es interesante, porque estás hablando aquí de adicción y de pecado, un poco de forma intercambiable; pero en realidad puedo ver que parte de mi deseo era un deseo de tratarme a mí misma mal, como con ese sentimiento autodestructivo dentro de mí misma; y parte de ello era evitar la ansiedad social.
Así que esas son las dos cosas principales: odio a mí misma, y evitación de la ansiedad social. Así que me involucraba en fumar cigarrillos como una manera de evitar ese pecado en mí misma. Así que esa es la adicción. Las emociones pecaminosas sobre las cuales trabaja la compensación son las otras dos emociones.
Pero fumar también es un pecado en sí mismo (dice Jesús). (Mary confirma, y dice Mary) Así que he eliminado el deseo de ese pecado, pero las causas subyacentes de ese pecado no se han ido; se han reducido, han sido parcialmente tratadas, pero no se han ido totalmente.
Así que es como que podemos parar de fumar cigarrillos… y tu deseo (dice Jesús) de ya no fumar es alto, pues sabes que no es saludable, y sabes muchas otras cosas… y tampoco tienes nunca un sentimiento de “necesito fumar”… pero, sin embargo, esas emociones subyacentes (las de odio a sí misma y las de evitar sentir humildemente la “ansiedad social”) te podrían causar hacer otras cosas que sientes como aceptables, cosas que sean similares, y que tienen efectos dañinos similares para ti como los tiene el fumar. Así que en esto vemos cómo es que al final tienes que realmente tratar con la emoción subyacente.
Pero hay un periodo de tiempo entre ambos estados, en cuanto que has tratado con el deseo de realizar el pecado en sí mismo, que es un deseo que reconoces; pero todavía te quedan por tratar las emociones que lo impulsaban.
Bien, y también estás diciendo que (dice Mary)… pues me suena como que mi reacción física trata más sobre la vergüenza de estar involucrándome en algo que físicamente va muy en detrimento de mí misma… y realmente se trata de algo de vergüenza sobre ese odio hacia mí misma; y entonces, así, esa vergüenza forma parte de la compensación por el pecado, también; así que no he liberado realmente ni siquiera el dolor compensatorio, y supongo que es porque ese odio a mí misma todavía existe dentro de mí.
No has liberado su causa (dice Jesús).
Así que la compensación todavía está operando sobre eso (dice Mary). (Confirma Jesús)
Y está ese sentimiento de repugnancia (dice Jesús) siempre que hueles o ves a gente fumar. Y por eso es que muchas personas que solían fumar son ahora las más contrarias a ello, pues todavía tienen vergüenza por las razones subyacentes sobre por qué querían fumar en un primer momento.
O bien, les recuerda (dice Mary) el momento en que uno estaba plenamente involucrado en eso, y en, digamos, un ataque a uno mismo.
Así que te recuerda cosas que no quieres que se te recuerden (dice Jesús). Sí, y es interesante, ¿no?… cómo es que esto puede suceder.

Así que todas estas son razones por las que podríamos sentirnos peor; y obviamente hay cientos de ellas. Podrías examinar cada situación particular y ver la razón por la que podrías sentirte mejor o peor en cada situación.

Y hay una final sobre la que me gustaría (dice Mary) preguntarte, y que es cuando veo el pecado pero todavía estoy recolectando la cosecha de mi pecado.
Sí, ese es un estado dificultoso (dice Jesús). Porque no hay nada que puedas hacer sobre ello.
Y un ejemplo de eso sería (dice Jesús)… uno bueno es: Si como adulto tuve niños y los traté muy mal.
Digamos que eres un hombre y has abusado sexualmente de tus hijas. O que eres una mujer y fuiste maltratadora física de tus hijos/as, o lo que sea…
Así que digamos que ahora reconoces la seriedad de ese pecado, y has tratado con él, e incluso has tenido arrepentimiento por ello; has intentado recuperar las relaciones; lo has lamentado mucho, has llorado mucho sobre ello; y también has resuelto y atravesado las causas en relación a ello; y ya no haces esas cosas más; ahora tratas a tus hijos muy bien; e incluso has llegado al punto en el que ya no te sientes mal sobre lo que hiciste, digamos.
Y hacer esto te ha llevado largo tiempo. Muchas veces te llevará años hacer eso, años de sentir muchas emociones de tipo duelo.
Así que llegas a esta fase, pero las personas a las que dañaste todavía no quieren hablar contigo.
Entonces, es con eso como ves que estás arrastrando las consecuencias de tu pecado, en el sentido de que ellos todavía no te perdonan.
Y no tienes ningún control sobre eso (dice Mary).
Así que a veces podría ser que te sientas un poco mal sobre eso (dice Jesús) —no tener nada de control sobre ello—.
Pero una vez que te libras de ese sentimiento de sentirte mal sobre eso, entonces habrás completado el proceso de estar plenamente arrepentido/a.
En otras palabras, habrás atravesado completamente el proceso del arrepentimiento y ya no te sentirás mal porque ellos no te quieran ver más. Pero hasta que llegue ese momento podrías sentirte mal, podrías sentirte peor.
Y eso (dice Mary) forma parte, todavía, así como de un recoger la cosecha compensatoria por lo que hemos sembrado años antes.
Sí (dice Jesús), y es por el retraso temporal, y también por los efectos del efecto dominó… los efectos de lo que hacemos, y que siguen en marcha en el mundo.
Y es por eso que necesitamos considerar con más seriedad lo que hacemos, pues efectivamente tiene efectos a largo plazo en otras personas.
Y por supuesto, aquí no estoy hablando de una situación en la que ellos se imaginan que pecaste contra ellos. Eso es algo completamente diferente.
Hay muchas personas que se imaginarán que has pecado contra ellos cuando no es así. Y en esas circunstancias hay muy poco que puedas hacer sobre eso. Y usualmente, cuando trates con ello, ya no te sentirás mal tampoco sobre eso: sobre el hecho de que no quieran tener nada que ver contigo.
Puedes ver que no tiene nada que ver con lo que has hecho, sino sólo con lo que ellos piensan que has hecho, lo cual es algo completamente diferente.
Pero hay veces en que podrías sentirte peor incluso habiendo eliminado completamente el pecado; podrías sentirte mal, durante un tiempo, hasta que llegue el momento en que hayas eliminado todo el proceso de arrepentimiento. Pero luego ya ni siquiera te sentirás mal cuando la gente piense que eres malo.
Y, como dijiste (dice Mary), hay muchas razones por las que podríamos sentirnos peor al dejar de pecar, incluso aunque desde la perspectiva de Dios dejar de pecar sea progresión y haya beneficios, recompensas compensatorias.
Y en nuestra siguiente sección hablaremos sobre algunas de esas razones por las que podríamos sentirnos mejor, y algunas de ellas están en relación con esas recompensas.

Sí, pero quizá antes de entrar en la siguiente sección necesitamos recordar a todos nuestros oyentes que incluso si efectivamente nos sentimos temporalmente peor sobre estas cosas, el hecho de que estemos involucrándonos en un nuevo comportamiento que está en armonía con las leyes de Dios, significa que cada nuevo paso que demos crea un nuevo conjunto de posibilidades, por las cuales seremos recompensados en algún momento del futuro.
Así que necesitamos recordar que, aunque atravesemos este periodo de tiempo en que las cosas son algo confusas, donde a veces nos sentimos mejor, otras peor… el hecho de que nos involucremos en un nuevo conjunto de comportamientos, y en un nuevo conjunto de deseos y motivaciones, que están en completa armonía con el amor, o al menos que están en más armonía con el amor que nuestras motivaciones previas, eso significa que nuestras recompensas futuras tienen un potencial más elevado de ocurrir.
Eso significa que la compensación positiva ocurrirá en nuestro futuro. Necesitamos tener algo de fe en eso.
Y (dice Mary) una vez que empiezas a desarrollar esa fe, efectivamente te ayuda inmensamente. Te ayuda a pasar por este proceso en el que, mientras que antes estabas impulsado por el deseo de alivio a corto plazo, por el corto plazo de darte esos “impulsos” o momentos de adicción (en que satisfaces tu adicción), comienzas a pensar:
“ah, esta incomodidad a corto plazo sólo va a estar aquí por un breve tiempo… y luego, las recompensas superarán con mucho este poco de incomodidad”. (Jesús lo confirma)

¿Por qué podría sentirme mejor cuando dejo de pecar?
¿Cuáles son algunas de las razones por las que efectivamente me siento bien cuando dejo de pecar?
Esto es lo opuesto a lo que acabamos de comentar. Y obviamente esta sección trata por entero sobre la confusión; y ya hemos hablado sobre por qué podríamos sentirnos peor al dejar de pecar. Pero ahora lo que necesitamos es mirar por qué podríamos sentirnos mejor cuando dejamos de pecar.
Y por tanto podemos ver si estos dos estados… si fluctuamos entre ellos—peor, mejor, peor, mejor… —, con lo cual a veces podríamos sentirnos bastante confundidos con todo el proceso…
Así que si por ejemplo miramos las adicciones: podría estar muy, muy contento de haber identificado mis adicciones; incluso aunque todavía esté por eliminarlas.
Y eso es algo (dice Mary) que quería mencionar en nuestra sección anterior sobre afrontar la verdad personal. Ahí hablamos mucho sobre por qué podrías sentirte peor cuando eso sucede. Pero muchas veces efectivamente nos sentimos mejor.
Nos sentimos mejor incluso aunque haya un poco de confrontación emocional. (Es decir) Cuando afrontamos una adicción o una verdad personal a menudo nos decimos:
“ah, es un alivio”… o: “ahhhh, vaya, es por esto que hice lo que hice…”; “¡ahora lo entiendo!”. “Qué tipo de locura tenía yo al querer hacer eso (la adicción)”… “Es por esto que lo hago (dejar la adicción; al sentir este ‘alivio real’ entendemos el motivo del proceso de dejar la adicción)”.
Y podría ser que todavía no hayas eliminado la razón de por qué; pero al menos sabes por qué.
Hay mucho goce en el conocer. Y ahora, sabiendo, obtienes mucha satisfacción, particularmente si antes te encontrabas en un estado de confusión.
Así que sí, eso se siente realmente maravilloso. Antes yo estaba confuso… ahora ya sé…, y: “guau, es realmente genial; ya no me tengo que preocupar por eso más”.
Estoy también contento de ser capaz de detener la adicción. En otras palabras, aunque podría no haberme librado de la causa de la adicción… pero mi deseo de no hacer eso, y mis deseos de ver las ventajas de no hacer eso, son ahora más elevados que mi deseo de involucrarme en la adicción.
Y ahora tengo un deseo de detener la adicción. Y usualmente voy a sentirme bastante orgulloso de mí mismo sobre eso.
Y tu valía propia, tu autoestima, realmente crecen mediante eso (dice Mary). Me voy a sentir mejor, bastante bien, ahora (dice Jesús). Mis adicciones ya no tienen control sobre mí; yo tengo el control sobre ellas. Y ese es un sentimiento genial.
Ya no te sientes como que tu vida esté fuera de control; ya no te sientes como que tu vida se esté yendo por una mala tangente. Ahora reconoces que todo es más estable, que tu vida lo es… y las relaciones también se vuelven más estables como resultado de ello.

Otra cosa (es la siguiente): Siento que no me estoy dañando a mí mismo, ni a mi entorno, ni a otras personas, no tanto como anteriormente sí hacía tal daño.
Así que en vez de involucrarme en mis adicciones o mis pecados (dice Jesús), y simplemente seguir en ellos y hacerlos, y no cuidar realmente de los demás o de mí mismo o del entorno, en cuanto a la respuesta que tenemos, la respuesta emocional, física, u otra… ahora sí cuidamos de estas cosas en particular, y nos sentimos orgullosos con nosotros mismos por ello.
Tenemos un cierto nivel de consciencia propia, ya, y de certeza [assurance] en que estamos haciendo lo correcto. Y se siente bien hacer lo correcto.
Y tal como ya has dicho (dice Mary), nos sentimos orgullosos y contentos de nosotros mismos por hacer un cambio sincero.
Y creo que esto es algo grande (dice Jesús). La gente lo subestima, pero es algo tan grande… si puedes estar contento contigo mismo sobre lo que has hecho, entonces no necesitas que otras personas te hagan sentir contento contigo mismo. Te sientes lo que podríamos decir “auto-suficiente” en este sentido; y es un gran sentimiento estar así y no depender de la buena opinión de los demás para poderte sentir bien contigo mismo.

Así que has tocado el aspecto de tener más respeto por uno mismo (dice Mary)…
Y eso se trata, de nuevo (dice Jesús), de algo sobre lo que mucha gente no se pasa mucho tiempo pensando… pero es algo grande, pues si no tienes respeto por ti mismo, te puedes agotar con tus preocupaciones y tus afanes.
Lo que veo es que si sí tienes respeto por ti mismo ya no te preocupas por muchas de las cosas que solían tenerte preocupado. Y también tienes respeto por tu cuerpo, por tu vida…
Hay todo tipo de áreas en las que ahora has adquirido cierto respeto por lo que Dios ha hecho, pero también por el hecho de que ahora eres capaz de ser la persona que es responsable de tu vida, en vez de hacer que tus adicciones y tus heridas sean las responsables de tu vida.
Así que emocionalmente eso tiene un efecto muy tranquilizador sobre ti.

Y (dice Mary) ahora podría ser que también viera las razones emocionales de mi pecado, e incluso podría empezar a realmente soltar algunas de ellas, lo cual conduce a un montón de… (calma, supongo que iba a decir, o algo así).
Y sí… sí, el alivio que sientes una vez que te libras de esas causas significa que ya no tienes que intentar dejar de pecar. Así que en vez de estar haciendo esfuerzo por hacer lo correcto, ahora es natural hacer lo correcto. Y ese es entonces un gran sentimiento, porque es simplemente automático. Simplemente haces lo correcto y no tienes por qué preocuparte más por si haces lo incorrecto. Nunca lo harás, pues la emoción que antes lo impulsaba (lo incorrecto) se ha marchado por completo. Ese es también un sentimiento genial, el sentimiento de alegría que deriva de eso.

Y también he detenido mi futura cosecha del pecado.
Sí y esto es algo que también requiere un poco de fe, obviamente, en cuanto que sentimiento. Pero una vez que empiezas a ver:
“Oh, guau, antes yo solía hacer esto todo el rato…”…
En general nos involucramos en las adicciones físicas o emocionales sin miramientos… y lo hacemos y lo hacemos… simplemente lo hacemos una y otra vez… y automáticamente recibimos por ello los resultados.
Pero luego, cuando dejamos de hacerlo, comenzamos a ver:
“ah, ves esa cosa que me solía pasar antes… ¡ahora ya no me pasa más!”.
Y la razón de que no suceda más es porque he dejado de pecar, así que aquello ya no sucede más. Y ese es un sentimiento genial, en cuanto que ahora puedes predecir que tu vida futura va a tener potencialmente mucha más felicidad que tu vida actual; y eso te da cierta seguridad de que tu futuro va a ser mejor que tu existencia actual.

Así que hay obviamente más razones de por qué podríamos sentirnos bien al dejar de pecar; y en esta sección breve hemos hecho un poco de contraste entre esas razones y aquellas por las que podríamos sentirnos peor… y hemos tratado sobre por qué podríamos sentirnos confusos.

(A partir de este momento, en esta parte (vídeo) 5 de la sesión 5, simplemente hacen una conclusión breve para toda la sesión 5.)

Notas del texto 2

Nota 1
Se trata de otra parte de la sesión 5, parte 5 (S5P5), de los materiales de Divine Truth sobre el perdón y el arrepentimiento, la compensación y la conciencia (del 2017 y del 2018): https://www.youtube.com/watch?v=dyGlJ5emszE
Hemos visto algunas otras partes en otros textos y audios, por ejemplo de la sesión 4, y también algunas de esta sesión 5. Ver por ejemplo lo publicado en la web en torno a la fecha de redacción de este texto/audio (verano, 2023).
Algunos títulos son por ejemplo: “La gente que muere no es inmediatamente consciente de ello. ¿Cómo siente el pecado la persona promedio tras morir?”, o…: “¿Cómo siente el pecado la persona promedio en la Tierra?”, etc.

Nota 2
Añado ese posible “atender a”, como suplemento que quizá podría ser posible añadir, gracias a que hay una posible forma de hablar que quizá usa Jesús; pero por otro lado puede ser un mero cambio de verbo.
O sea, puede ser el hecho de que simplemente duda y se corrige. Es decir, quizá sobra el “to see”, si es que es una especie de añadido dubitativo de Jesús, y, como digo, con ello él mismo se corregiría, y ya está (la expresión sería: “to see… to get rewards for stopping our sinful behaviour”). Todo ello lo digo porque parece que además los subtítulos automáticos sí captarían bien las palabras originales en inglés, cuando dice “to see to get…”.