- Nota (actualización): una entrada posterior sobre este tema, más detallada, es esta:
– «Preguntas «frecuentes»: ¿Qué piensas de otras canalizaciones que dicen ser dadas por la misma alma de Jesús? (cartas de Cristo, ucdm…)»
https://www.unplandivino.net/preguntas-1/ - Aclaración: En el vídeo (un audio con una conversación) que acompaña arriba a este artículo, se tratan algunos temas relacionados. Por eso lo enlazo aquí.
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Podemos ver cómo, en los temas que lamentablemente yo divulgué, se trata banalmente del concepto de «pecado» (y como siempre, es así para no tener que sentir y solo sentir, pues tenemos realmente pánico a sentir).
Y antes de nada, advertir muy claramente que aquí no estamos hablando de ninguna «religión» institucional, ni volviendo a ningún dogma.
Entonces, se dicen cosas como que Jesús demostró que el pecado no existe… lo cual es simplemente un sinsentido.
Como hemos visto, Dios creó nuestras almas.
Para ellas, en su ámbito, hay unas leyes o principios, igual que hay leyes para los demás ámbitos (físico: gravedad, etc.).
El pecado es simplemente la palabra que nos sirve, si queréis decirlo así de entrada… como sinónimo de error o desarmonía, pero en ese ámbito, muy concreto, de las almas.
Pero necesitamos no perder palabras por el simple hecho de que no queremos sentir, es decir, no queremos ser humildes.
Entonces, y más concretamente… hay pecado -como vemos en la serie de vídeos que empieza en este-:
– cuando en nosotros hay voluntad y deseo que están en desarmonía con los principios y el amor de Dios…
– cuando en nosotros hay carencia de voluntad y deseo que están en armonía con esos principios y ese amor.
Con esas leyes o principios del alma nos vamos ritmando, y es gracias a que nos hacemos sensibles a nuestras muy variadas «desarmonías» con respecto a esos principios y ese amor (es gracias a darnos cuenta del hecho de que no estamos ritmados con ese amor y esas leyes… de formas muy concretas), es gracias a eso…
que nos podemos ir acercando a hacernos sensibles a cómo Dios nos ve realmente…
a cómo somos en verdad…
a cómo Dios nos ve de forma completa, con nuestras desarmonías claramente reconocidas…
y así, podemos acceder a más verdad… y a la vez, y por lo tanto… a más amor.
A esas leyes nos vamos haciendo sensibles a través del «órgano» que tradicionalmente se llama «conciencia» (sin la ese, para referirse a lo moral… como cuando se decía aquello de «la voz de la conciencia»).
El «pecado» es, pues, un hecho muy simple, y es algo que, gracias a Dios, no puede ser eliminado mágicamente, pues, de ser así, nos quitarían el libre albedrío -cosa esta que podría ser, en parte, el objetivo que está detrás, en el fondo, de muchas canalizaciones suplantadoras de Jesús…, de mucha seudoespiritualidad, etc.-.
El pecado, como hemos visto, es por ejemplo el hecho de hacer cosas (o de contener emociones, en el alma…, etc.)… que están en desarmonía con el amor y con los principios de Dios.
Es decir, el pecado no es un mero error, sino que es un «no dar en el blanco», un «no darle a la diana»… pero en el ámbito de las leyes y principios del alma, es decir, al respecto de la verdad y del amor tal como Dios los ve (al amor y a la verdad) -es decir, tal como realmente son-.
El pecado es eso… y podríamos decir que para distinguirlo del simple error -por ejemplo del «error ético», o del error físico (cuando uno se cae al suelo 🙂 )…-.