Índice
─ Introducción
─ Notas al capítulo
─ Versión en español
─ Versión en inglés
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Introducción
Este texto es introducido en esta página (y es enlazado en ella):
Página-guía B.9:
unplandivino.net/transicion/
Está en el apartado de esa página dedicado a Robert J. Lees (buscar «Robert» en la página).
Para los audios:
En esa misma página estarán enlazados y ordenados. El audio de este capítulo ya está allí enlazado (como en el anterior, hago un largo comentario al final del audio, tras la lectura del texto, para ver algunas ideas importantes, y a veces para aclararnos con algunas cosas).
Reuniré todos los textos de este primer libro de R. J. Lees (A través de las nieblas) cuando vaya terminando de hacer esta «primera» versión de la traducción (que hago con ayuda de deepl.com) ─»primera» versión en el sentido de «para mi web»─.
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Notas al capítulo
Vamos a comentar el párrafo donde el texto caracteriza al «Sueño», personificándolo.
Con «Sueño» se refiere a la mera capacidad de dormir, es decir, esto que nos pasa cuando tenemos un cuerpo físico. Pero de alguna manera también sucede algo parecido en las primeras etapas de nuestra vida espiritual, una especie de desconexión, cuando ya «sólo» tenemos el cuerpo-espíritu (aunque en esa vida este análogo del sueño sucederá con otros fines, en otros sentidos, por lo que se ve).
Vemos que el Sueño no privilegia a nadie, ayuda a todos. No juzga. Esto nos va metiendo en una dimensión de «misericordia» de la creación, de la que luego hablará más, en otros capítulos.
Esta misericordia está implicada en el propio diseño de la primera parte de nuestra vida, que, si no ocurre nada malo, se da en la Tierra, en un cuerpo físico (si no ocurre que somos abortados, o que morimos muy pronto, o que sufrimos esa tormenta emocional que resulta insoportable para la «nueva alma», en el útero, y que deriva en un aborto «espontáneo»).
El texto dice que algunas personas se quejan del sueño, así como exigiéndole la perfección. Pero en el texto se describe esa actitud de exigencia, de demanda, como un error, ya que nada mortal (afectado por las condiciones de miedo en la Tierra, miedo que creamos los humanos), nada mortal ─nada que sea «hijo de la Tierra»─ puede satisfacer esos ideales de perfección.
Luego pregunta:
¿Quién se atreve a alzarse y decir que él [el Sueño] tiene sus favoritos en la familia del hombre?
Con esta frase está diciendo quizá que, cuidado, que no se aventuren tampoco a «proyectar» sobre el Sueño más errores, que ahora son errores acerca de quiénes serían los «preferidos» del Sueño.
El Sueño es noble, dice, porque por ejemplo sucede que duermen mejor las personas con la conciencia más tranquila, por ejemplo, que muy a menudo no suelen ser las favorecidas por el mundo y las tentaciones y supuestas bondades mundanas.
Dice (añado comentario entre corchetes):
… se encontrará que en su aparente elección [elección del Sueño] la gran nobleza de su alma [su, del Sueño] brillará más hermosamente. ¿Dónde se encontraría tal cosa [los favoritos del Sueño]? No en el palacio ni en la mansión donde los cortesanos aduladores o los quejumbrosos genuflexos suelen buscar un lugar o poder [no en las personas muy adictas al pecado y en general con muchas adicciones: al poder, etc.], sino en el cuchitril o en la guarida [por lo tanto, más a menudo en sitios humildes], donde tal vez se entretenga en una empatía más tierna, mientras busca cerrar los párpados con un sello más seguro [es decir, duermen mejor estos humildes, en general, como favoritos del sueño].
Versión en español
CAPÍTULO V
EL HOGAR DEL DESCANSO
Uno de los grandes encantos de esta vida es la singular adecuación de cada acontecimiento al momento y lugar en que se produce; los deseos y anhelos están estrechamente entrelazados con la oportunidad de satisfacerlos. Casi la primera comunicación que se me dio tras mi llegada fue que encontraría que esta era una tierra de sorpresas. Ahora que tenía tiempo para pensar y reflexionar un poco, una de las principales cosas a considerar era la condición perfectamente natural de todo ─física, intelectual y espiritual─. Esto no se notaba en nada más enfáticamente que en mi inclinación y entorno en el momento de haber perdido a mi guía y compañero. Mientras él estuvo presente, todas mis facultades estaban en el qui vive [listas para ponerse en marcha], tanto para ver como para oír las lecciones que él se esforzaba en desplegar; y éstas, sucediéndose unas a otras con una rapidez tan asombrosa, no me dejaban tiempo para nada más que una burda apropiación, mientras que mi memoria era llamada a almacenarlas apresuradamente para una consideración y reflexión más maduras más adelante. Ni siquiera tuve tiempo de pensar cuánto alimento para una digestión tranquila había adquirido de este modo, aunque sin duda mi instructor lo sabía perfectamente, y su partida se debió a la necesidad de que me detuviera para ver cuánto había viajado en la peregrinación del conocimiento desde el punto en que lo conocí por primera vez. En todo caso, mi primera idea al quedarme solo fue que nada podía ser tan grato para mí como la oportunidad única que tenía ahora a mi alcance. Continuar leyendo «A través de las nieblas | Capítulo 5: El hogar del descanso»