Hay muchos cubos de basura dedicados sólo a materia orgánica, pero la gente, por lo poco que veo en la embrutecida Madrid, desprecia bastante eso.
El «reciclaje en general» lleva más tiempo, pero por lo poco que veo (ya que me relaciono poco) veo que a la gente nos pilla más desprevenidos esto de pensar en separar lo orgánico, lo biológico (cáscaras, mondaduras, restos orgánicos…) del resto de residuos.
Somos unos brutos, bestias.
Independientemente de que luego haya todo el cinismo que sea, en las autoridades… y en realidad no hagan nada con lo supuestamente reciclado.
De hecho, como hemos visto, eso es lo que nos muestra la ley de compensación:
– trayéndonos una literal guerra en forma de «proyectar el miedo» en las pandemias (subiéndose las mascarillas, todavía hoy… la gente… al pasar cerca de algunas personas…)…
– es decir, trayéndonos, entre muchas otras cosas (y a resultas de proteger nuestros miedos…) trayéndonos los engaños de las «pandemias televisadas», que no son sino invitaciones a viralizar el miedo (o sea, a la guerra… a sembrar semillas de guerra, que van como amplificándose «misteriosamente» (pero nada misteriosamente en realidad), como vemos en lo de Ucrania, etc.).
Vimos que «tener miedo de» alguien (en vez de simplemente sentirlo y tenerlo humildemente) ES UN ACTO DE VIOLENCIA.
Por eso, y como ya comentamos muchas veces…: «ya estábamos en guerra».
Lo que no sabemos es cuánto ni cómo se hará para conseguir que no hagan falta muchos encierros más, ni muchos engaños más… para que la gente nos sensibilicemos aunque sólo sea «con el amor natural» (que no pidamos peras al olmo de nuestra arrogancia… o sea, no pidamos que además seamos tan simples e infantilmente sanos como para pedirle amorcito a nuestro verdadero Padre, nuestra verdadera Madre: Dios)
En la ciudad no podemos ser más brutos y estultos: Somos, en acto, los verdaderos «paletos», hoy en día… paletos organizados via pantallas, videojuegos, netflix, youtube, etc.
Tontos orgullosos, pero tontos del bote.
Y recordemos, en realidad también muchas de las personas que viven en los pueblos más pequeños son así de insensibles, igualmente, pues ahora casi todo el mundo es «de ciudad».