Nota de recordatorio sobre el alma gemela

En la última parte de este taller de Jesús del 2024:

https://www.youtube.com/watch?v=G2z7P5tXXug

se habla sobre almas gemelas.

Y la charla puede dar una impresión algo pesimista al respecto de esa relación.

En mi caso:

─ tras estar perdido en la Nueva Era antes del 2020 y durante gran parte de ese año (con imitaciones de Jesús, etc.),

─ y tras haber experimentado un caso al que se refiere Jesús ahí (tras haberlo experimentado previamente a encontrar DT a finales del 2020):
El caso es que experimenté espíritus relacionándome con alguien, de maneras muy «esotéricas», muy fuertes, con «fuegos artificiales»… de modo que pensé que estarían involucrados fenómenos relativos al alma gemela,

─ habiendo rezado en voz alta todos los días durante bastante tiempo (de entrada para que al menos ello pudiera servir a espíritus, quizá), y desarrollando así al menos un poco de deseo de arrepentimiento, de perdón, etc.,

─ y habiendo estado bastante involucrado con los materiales…

… realmente constaté que la relación de alma gemela es como dice Jesús en muchos sitios: muy poderosa ─aunque sutil, digamos─.

Y realmente me di cuenta, poco a poco ─con muchos detalles sutiles, digamos─ de quién es mi alma gemela.

Llegué a encontrarme algunas veces con ella, aunque torpemente, pues existe «lógicamente» cierta repulsión, pues por un lado nunca hemos hablado mucho ─ella y yo─, etc.

Y hay mucha «repulsión», por así llamarlo… ya que, tal como comprobé ─y tal como dice Jesús─ nuestras mitades de alma parece que las sentimos mucho, mutuamente hablando… y como tenemos muchas heridas emocionales…

Pero, efectivamente, la ley de atracción funcionó de forma muy «bonita» y espontánea ─en las mejores partes de estos pocos años transcurridos entre el 2020 y ahora─.

También tuve algo así como sensaciones muy curiosas, sentimientos de confirmación que no tienen que ver con «fuegos artificiales», por cierto…

Y sobre estas sensaciones creo que uno podría pensar que son «de Dios» ─de la conciencia─, pero escuché a Jesús decir algo en este otro vídeo
( https://www.youtube.com/watch?v=8_J3N1_xUi4 )
que me confirma estas sensaciones iniciales : los hallazgos acerca de las almas gemelas son una cosa sólo «de nosotros». Es decir, que Dios no quiere «participar directamente» en «el descubrimiento» ─ya que Sus leyes y nuestra «autoconsciencia», su desarrollo, serían los factores decisivos.

Entonces, mi posición ahora, por mi propia «lealtad a la verdad», la que puedo tener ahora (la lealtad a esta verdad vivida como proceso potencialmente eterno en el que estamos)… mi posición, digo, es bien simple y tajante, ahora: Y es que no sería honesto si me «relacionara íntimamente» con nadie hasta que no siga comprobando o «desprobando» (refutando) que ella es mi alma gemela. Y sé que eso no lo puedo comprobar relacionándome con nadie de esa forma «romántica».

«Tampoco lo deseo» (aunque obviamente mis heridas siguen siendo usadas para proyectar hacia mujeres anhelos, tal como nos pasa quizá a la mayoría de hombres que no seamos muy, muy mayores, y que por ello no tengamos muchas probabilidades de estar bastante «deprimidos emocionalmente»).

También esta «lealtad» quizá se me vuelve más fácil porque ya no soy muy joven. Es decir, los efectos del pecado cometido se somatizaron ya bastante, y en parte es como que somatizo estos cambios en sensibilidad que estoy haciendo en mi alma… aunque sean pocos.

Y esto de ser ya algo mayor puede ayudar a tener una cierta maduración, aunque solo sea por la experiencia acumulada (ya que en realidad me falta por «madurar» ─por tener responsabilidad─ en muchas cosas).

(Pero luego esta tentación puede ser muy fuerte: La tentación de no ser persistente en el mismo proceso que me llevó hasta aquí, hasta este reconocimiento
─en este proceso que es ir haciéndose a la idea de la importancia del deseo de ir poniendo primero a Dios.) Continuar leyendo «Nota de recordatorio sobre el alma gemela»

El motivo fundamental por el que «el sistema» es insostenible | Un audio que quizá casi ningún papi-mami querría oír

En este audio…
Enlaces al audio: descarga // en ivoox // en spotify
… hablo un poco sobre la relación entre:

– la crianza y/o «educación»,
– el dinero,
– dar y recibir,
– materialidad (necesidades físicas),
– la relación con «la naturaleza»,
– la «responsabilidad deseante»,
– las heridas emocionales,
– nuestras dependencias materiales y emocionales,
– «el sistema» (social),
– sujeción social (aborregamiento)
– la verdadera razón de la «insostenibilidad», etc.

 

 

Escribir la verdad de nuestro deseo para olvidarla | La acusación a Sócrates | Verdad y deseo | ¿Perjudicar a la verdad?

En este audio y texto…
– Enlaces al audio: descargar // en ivoox // en spotify
– Enlaces al texto (ver también abajo en formato web):
pdf (versión 1.07, 16 agosto 2023)

… vemos el texto que enlazo arriba y coloco también abajo.

Se trata de algo que está muy al hilo de lo recientemente visto durante este verano del 2023 (sobre la ley de compensación cuando sabemos una verdad, etc.).

En el audio no leo en el orden que aparece en el índice. Empezamos con el apartado sobre la acusación a Sócrates, y luego seguimos con el apartado sobre escribir la verdad…, luego con el primero, y finalmente con los dos últimos («Afectar, perjudicar a la verdad», y «Verdad y deseo»).
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Índice del texto
– Algo que es tanto remedio como “veneno” (“fármaco”)
– Escribir la verdad para olvidarla: el continuo registro de nuestra alma (deseos) en los “dioses tecnológicos”
– La acusación a Sócrates: cambiar de “dioses”
– Afectar, perjudicar a la verdad
– Verdad y deseo: cortoplacismo
– Textos y audios complementarios o relacionados
– Notas

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Algo que es tanto remedio como “veneno” (“fármaco”)
Algo que funciona como fármaco (nota 1) puede tanto remediar algo, aliviar… así como también envenenar.
En la wikipedia (nota 2) podéis ver señalado que a veces se usa el término “fármaco” con el sentido a la vez de “remedio”, “veneno” y también de “chivo expiatorio”.
Y de hecho sucede que el origen de la palabra en griego parece estar en una especie de rito que precisamente era eso: Usar a alguien como chivo expiatorio —alguien que a veces incluso no sólo se expulsaba, sino que se mataba—.
También en la wikipedia vemos:
“La escritura, en cuanto que fármaco, hace dos cosas a la vez: es útil y buena para la memoria; es una huella que nos ayuda a recordar lo que es verdad. A la inversa, es el recuerdo de una verdad, pero un recuerdo que está teñido de opinión, pues es una experiencia retrospectiva [es decir, esa experiencia a la que se accedería con la escritura tiene por objeto hechos que son anteriores al momento en que ella se produce]. La escritura en este sentido es mala, pues es de segunda categoría, ya que es imposible que sea auténtica en el presente, porque sólo en apariencia es verdadera. No podemos condenar el pharmakon del mismo modo que no podemos condenar la escritura, porque son a la vez problema y solución”.

Es evidente que hasta de la comida podemos hablar así, como fármaco, pues al tomar mucha comida, y sobre todo de cierto tipo, también nos podemos “envenenar” rápidamente —en sentido lato de “envenenar”—. Continuar leyendo «Escribir la verdad de nuestro deseo para olvidarla | La acusación a Sócrates | Verdad y deseo | ¿Perjudicar a la verdad?»

¿Por qué me siento peor cuando afronto la verdad personal?

[Actualizaciones últimas:
26 de agosto, 2023: he cambiado un poco, para mayores aclaraciones, el texto del pdf 2 (no he trasladado la nueva versión a la «versión formato web» que se encuentra aquí abajo, de dicho texto, aparte del pdf)
]

En estos audios y en los textos (abajo están los textos en formato web y en pdf):

Enlaces a los dos primeros audios:

– audio 1: descarga // en ivoox // en spotify
– audio 2: descarga // en ivoox // en spotify

Enlace al texto correspondiente a esos dos audios:

pdf 1  (versión 1.02, 13 agosto, 2023)

Enlace al tercer audio:

– audio 3: descarga // en ivoox // en spotify

Enlace al texto correspondiente al audio 3:

pdf 2  (versión 1.02. 26 de agosto, 2023)

(Nota importante:
estos textos y audios están muy relacionados con este otro reciente, con lo que se completa el asunto a tratar, en relación a cómo nos sentimos al afrontar la verdad personal y el pecado
(tal como lo tratan Jesús y María Magdalena en las dos partes de la sesión 5 que estamos viendo aquí):
- "¿Por qué me siento peor al reconocer un pecado?"
unplandivino.net/reconocer-pecado-y-sentirse-peor/)

… en estos audios y en los textos… decíamos…
… vemos algunas cosas básicas sobre cómo nos sentimos cuando se nos presenta, cuando se nos dice, alguna de nuestras «verdades personales» (errores emocionales, etc., en el alma).

Seguimos pues al hilo de los comentarios que Jesús y María Magdalena hacen sobre la compensación, el pecado (desarmonizar el alma), el perdón y el arrepentimiento, etc.

En los audios leo estos textos (enlazados arriba en pdf), que coloco también abajo (aunque a veces los pdf’s pueden tener versiones un poco más actualizadas).

En el primer audio leo hasta el apartado sobre «sentirme peor debido al apego a la fachada» (inclusive), en el «índice 1». En el segundo audio leo los dos últimos apartados de ese «índice 1».

En el tercer audio leo lo correspondiente al segundo índice abajo (correspondiente al segundo de los pdf’s arriba enlazados).

Índice 1
– Introducción
– “Transcripción”: Sentimientos sobre el pecado, y desear la verdad personal
– ¿Por qué me siento peor cuando afronto la verdad personal?
– Sentirme peor debido a una nueva sensibilidad a la compensación y al pecado
– Sentirme peor debido al apego a la fachada
– Sentirme peor debido a que las adicciones ya no se ven satisfechas
Sentirme peor debido a que el deseo de pecar sigue dentro de mí
– Notas
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Índice 2 (correspondiente al texto bajo el anterior)
– ¿Por qué a veces me siento emocionalmente confuso al dejar de pecar?
– ¿Por qué podría sentirme peor al dejar de pecar?
– ¿Por qué podría sentirme mejor cuando dejo de pecar?
– Notas del texto 2

Introducción
En este texto vamos a ver una especie de transcripción-traducción que he preparado. Es de una conversación entre Jesús y María Magdalena. Está algo transformada desde el formato de la conversación original, para hacer un texto con un discurso casi continuo, digamos, como si fuera casi un monólogo. (nota 1) En el texto hay algunos paréntesis que son añadidos míos para, por ejemplo, aclarar, parafrasear, completar, etc. (aunque el texto en sí ya puede contener a veces una pequeña elaboración o parafraseo, pero en general es muy literal).
En general, en los audios que casi siempre acompañan estos textos, comento, remarco y repito cosas que parecen realmente importantes, etc.

“Transcripción”: Sentimientos sobre el pecado, y desear la verdad personal

Hasta ahora en nuestra conversación, hemos empezado a ver que muchas de nuestras recompensas compensatorias y penalizaciones compensatorias, giran en torno a nuestras emociones y sentimientos, incluso aunque no seamos sensibles a ellos en el momento. Pero una vez que nos empezamos a abrir emocionalmente un poco a nosotros mismos, podemos empezar a sentir algunas emociones; y a veces nos sentimos bien, a veces mal, otras veces nos sentimos confusos… Continuar leyendo «¿Por qué me siento peor cuando afronto la verdad personal?»

Nuestra valía y el pecado intencional | Texto, y enlaces al audio

[Última actualización: 24 julio 2023: subido también el texto en formato pdf, además de formato web]

Índice
– Introducción (y enlaces al audio y al pdf)
– El pecado intencional: refuerzo de las primeras heridas emocionales, en el sentido de invitar a «tomárselo personalmente»
– El pecado intencional y el «orden de prioridades»
– El pecado intencional hecho un niño/a: el perdón y el arrepentimiento; ejemplos básicos; prioridades; aborto
– Más sobre la valía y sentir personalmente los ataques
– Pecado intencional y control
– La familia y el aborto
– Más «utilización de pecadores»: la Nueva Era
– Notas
– Textos y audios relacionados

Introducción (y enlaces al audio y al pdf)

A continuación, en los apartados de abajo, va un texto leído en este audio:
Enlaces al audio: descarga // en ivoox // en spotify
Enlace al mismo texto de abajo, en formato pdf:  pdf   (versión 1.01. 24 julio 2023)

En realidad, antes de nada, es muy importante señalar que de este tema ─el del «pecado»─ lógicamente no queremos hablar a fondo y racionalmente, en general.

(Así, por cierto, de cierto modo le entregamos el tema del alma, y el tema de Dios, al «devenir dogmático» de las diversas religiones; o bien, entregamos el tema Dios a «espiritualidades» donde no necesariamente se distingue entre el amor de Dios y el amor natural… etc.)

Y entonces, veamos lo simple o incluso lo «fácil» que nos lo habría hecho o puesto «el universo» (si no se quiere hablar de «Dios», incluso ─podemos decir «el universo», «la vida», etc.─):

1. No hay casualidades.
2. Los eventos (incluyendo cómo nos tomamos los eventos) expresan la condición del alma.
3. Los eventos expresan dicha condición tanto individual como colectivamente.
4. Esa condición del alma (de cada cual) no es la condición óptima.
5. No es lo óptimo porque está en desarmonía con el destino del alma (y con su origen o estado inicial de pureza, es decir, de no estar condicionada por diseño a ser así o asá).
6. Lo que provoca esa desarmonía (entre el alma y su destino/origen) es algo concreto.
7. Ese algo concreto se llama «pecado».
(Lo podríamos llamar «error», pero parece sensato reservar la palabra «error» por ejemplo para casos como los de un aprendizaje digamos más «banal», cuando por ejemplo un niño, al aprender a andar, se tropieza y «yerra».
Pero el fenómeno sería esencialmente el mismo, porque siempre se puede conceptuar como «desobediencia a las leyes naturales».
Aprendiendo, el niño está así como «desobedeciendo» la ley de la gravedad. Esta ley sería simplemente «amorosa» ─si trabajamos en base al supuesto de que el universo no está hecho «a mala leche»─.
Así pues, la categoría de pecado podríamos hacer que sea más general, e incluya el caso no-intencional. Pero la mayoría de nuestros errores en realidad son más intencionales de lo que nos parece, o de lo que querríamos entender que son ─con más o menos fachada por nuestra parte, con más o menos disimule, máscara, e incluso fingimiento, etc.─.)

Entonces, la palabra «pecado» ha sido «muy mal empleada», en muchos sentidos de «mal» ─en «mal empleada»─.

Técnicamente, y dicho muy brevemente, pecado es simplemente:

– aquel comportamiento («comportamiento» aquí incluye deseos, intenciones, etc.) que está en desarmonía con el amor y la verdad,

– o la ausencia de un comportamiento que esté en armonía  con el amor y la verdad.

El pecado degrada el alma, y como dijimos, esa degradación tiene consecuencias individuales y colectivas ─pues el alma es «lo importante», lo que gobierna nuestra experiencia en muchos sentidos─.

Una clave aquí, entonces, es que el pecado es mucho más intencional de lo que quisiéramos creer, pues nuestro deseo de ignorancia acerca de sus consecuencias es en seguida cultivado por nosotros, como deseo, personalmente, en cuanto crecemos ─en cuanto maduramos más o menos─.

Es mucho más intencional de lo que nos gustaría creer, y ello por mucho que sea una cuestión muy de «mente-colmena», de «masas» humanas más o menos normalizadas, según la época… es decir, una cuestión de que «están bien vistos» ciertos comportamientos desamorosos y falaces, o la ausencia de comportamientos amorosos y francos.

Tal como aprendemos con Jesús, el pecado intencional recibido por nosotros nos causa a menudo mucho “auto-desamor”, en el sentido de causar o favorecer en nosotros un valor propio bajo, un bajo sentido o sensación de nuestra propia valía personal (a menudo muy bajo).

Pecados intencionales son por ejemplo evidentemente los golpes y gritos, realizados hacia otras personas; es decir, esas cosas que físicamente recibimos casi siempre como pecado cuando somos pequeños.

(Pero, muy importante (!): Ver el tema de «Los gritos a una madre como llamada al arrepentimiento de la madre«, aquí: unplandivino.net/ira-hijos-arrepentimiento/)

También son pecados la displicencia* y la condescendencia más o menos arrogante que reciben muchos niños ─o todos los niños─ a veces de forma continua, y que en general reciben los niños en casi todos los ámbitos donde se ven rodeados de adultos o en general de cualquier persona: madres, padres, compañeros «amigos», profesores, etc., pero también desencarnados (= «espíritus»).

Por un lado, por tanto, tenemos todas esas cosas intencionalmente hechas a los niños. Pero, por cierto, también tenemos el incesto emocional, que es aparentemente algo que podría parecernos «demasiado sutil», pero que también sería muy intenso y grave en tanto que pecado intencional, pues es una “intención herida proyectada” hacia nosotros, personalmente.

La fachada de buena madre y padre nos lleva a validarnos, a justificarnos a nosotros mismos como «conocedores de lo que es cuidar bien«, como conocedores de lo que es ser unos «mamás-papás buenos» (por ejemplo «sacrificados», sacrificados de algún modo… o «dadivosos», pero por adicciones emocionales más o menos bien vistas socialmente ─Navidad─, etc.).

Pero en estado de sueño sabemos que la fachada o máscara nos la solemos quitar ─o quitar bastante─ y por tanto solemos actuar «desde la herida» (en la fachada y sus adicciones emocionales).

Es decir, el pecado intencional hace que:

– la valía de nuestros «sometidos» (niños, etc.)

– quede enlazada a un «conocimiento del miedo» (en este caso, el miedo relativo al pecado de «incesto/abuso»).

Jesús nos comentaba cómo es que en la vida, en general, tenemos asociado nuestro sentido personal de valor, de valer, de valía, con un conocimiento que en general no está en armonía con el amor, sino con el miedo.

Es decir, en la vida pensamos ─con más o menos arrogancia─ que sabemos, que ya conocemos lo que es amar, cuidar (por ejemplo: ser buenos hijos, madres, padres, etc.), pero ese conocimiento suele estar muy en desarmonía con respecto a cómo ve Dios el amor y la verdad.

En la vida vamos arrastrando miedo desde los eventos pasados. Este miedo y muchas otras emociones se quedan dentro de nosotros sin procesar, así como bloqueadas (sin «llorar», etc.). Y eso va así como minando nuestra pureza, condicionándonos, armando en nosotros un «conocimiento» sobre el cual iremos basando nuestro comportamiento.

Y como la base de ese «conocimiento» es muy miedosa, el resultado de nuestro comportamiento nos mostrará en muchas ocasiones que estamos en desarmonía con el amor («sembraremos vientos, y recogeremos…«).

El «problema» añadido, aquí, es que usamos instituciones (empezando por el hogar ─y tradiciones, etc.─, que a veces son muy complejas) para justificarnos a la hora de sustentar todo esto (esta es en parte otra cuestión, aunque es completamente insoslayable y está inextricablemente enlazada).

Entonces, lo que son prácticas «normales de sacrificio», en la vida de vigilia, «de día» (unas prácticas «puntuadas» quizá por maltrato de algún tipo más flagrante, que «sirve» así como para que los padres, madres, etc., puedan desahogarse un poco)… eso, esas prácticas, son la cara A de una cara B que tiene lugar en estado de sueño, donde nuestra vida se convierte en pecado intencional más claramente ejercido (o sin tapujos, directo, el que por ejemplo es ejercido hacia los menores).

En el caso de que, además, las madres y padres sean muy claramente no tan «buenos» como lo querrían aparentar (mismamente en el caso de por ejemplo haber abortado, incluso espontáneamente), es lógico pensar ─y fácil de constatar, por lo que vi─ que «la fachada de buenos padres» se verá en general exacerbada, o paradójicamente más exacerbada.

Entonces, veíamos que ese incesto emocional es como una utilización energético-sexual de los niños por parte de madres, padres… etc.

Dicha utilización se daría:

– tanto en el estado de vigilia, con «proyecciones» o «bombeos energéticos», por así llamarlos, y que de algún modo confunden, mezclan, el tipo de amor «alma gemela» (del que todos tenemos anhelo, por diseño), con el amor en general (el «de amistad» en general, digamos)…
(y, claro está, a veces también ocurre simplemente con abusos físicos «reales», es decir, en este estado de vigilia).
(Ver algunas reflexiones sobre la amistad por ejemplo en: «Mi abuela: «salvada por el jamón serrano»… y aprovechamos para hablar de cómo es que «Dios es vegano»«: unplandivino.net/salvada-por-el-jamon/)

– así como esa utilización, ese incesto emocional, también ─o quizá sobre todo─ se daría en el estado de sueño, es decir, cuando vamos a dormir y salimos del cuerpo físico en el cuerpo-espíritu, pues nuestros actos en el cuerpo-espíritu pueden ser muy directamente abusivos hacia personas vistas como inferiores o que, debido a sus heridas emocionales, simplemente son más moldeables.
(Y lo que sucede en el estado de sueño sería igualmente real, ya que somos el alma que da vida tanto al cuerpo físico como al cuerpo-espíritu.)

Este incesto emocional, que sería generalizadamente «sólo» emocional (aunque, como dijimos, en estado de sueño estaría muy generalizado el «pasar al acto», en alguna medida ─según parece─)… este incesto emocional es, por tanto, otro pecado intencional recibido por nosotros como almas desde que somos pequeños.

Y, por lo que parece, por lógica, debido a toda esa “obsesión con los hijos” ─que constatamos─, y debido a todo ese “tabú de la madre” o «tabú familiar» en general ─que también constatamos─, resulta que este pecado del incesto emocional sería mucho más corriente de lo que pensamos que es. Es decir, ocurriría en una medida bastante abundante en casi todas las familias u hogares, tal como parece a todas luces cada vez más evidente.

Luego, en general, todo ese pecado intencional recibido desde pequeños, al no perdonarlo (al no sentir, al resistirnos a simplemente sentir y dejar fluir el dolor emocional acumulado por ello), estaremos resentidos, y nosotros mismos en seguida cometeremos actos más o menos desarmónicos, es decir, actos que estarán más o menos en armonía con el tipo de actos (pecados) que cometieron o tenían la intención de cometer los adultos (y/o los hermanos, etc.) de los que aprendimos a hacernos la fachada para no sanar el yo herido.

Son actos a veces muy desarmónicos, como el de instigar abortos, etc. Y, de entrada, podríamos verlos o sentirlos, en cierta medida, simplemente como una especie de «venganza ciega contra la vida».

El pecado intencional: refuerzo de las primeras heridas emocionales, en el sentido de invitar a «tomárselo personalmente» más o menos temprano en la vida

Un aspecto clave en estas cuestiones es el condicionamiento, pues todos tenemos heridas emocionales absorbidas desde nuestra estancia en el útero.

Aunque, cuidado: luego «el pecado es el pecado»; es decir, es un deseo o intención que tenemos de hacer eso, lo que sea (lo hagamos o no), y no podemos responsabilizar directamente a las heridas, muchas o pocas, que tengamos en el alma ─en tanto que emociones erradas─.

Es decir, las heridas son condicionamiento, sí; pero podemos y hemos de hacernos cargo del simple hecho de que el primer y principal motivo de que pequemos es que queremos hacerlo (en ese momento).

En el momento, aquí y ahora, hacemos o hicimos eso, y a nosotros nos toca responsabilizarnos de esa intención.

Y vale que en la vida vamos «como locos», es decir, vamos más o menos arrastrados por una vivencia en el yo herido más o menos confusa, más o menos aturdida… viviendo en ese «yo» o esa parte de nuestra alma ─con los bloqueos, etc.─ que Dios no puso, no hizo, en nosotros ─o si se quiere decir así: que «la vida», en su esencia, no puso en nosotros, si por ahora no se quiere creer en un Dios personal infinito, tal como muchos hemos comprobado que existe─.

Y vale que así, en ese yo herido, viviremos por tanto más o menos enfebrecidos, huyendo de sentir esas partes heridas de nosotros, y vale que en ese estado haremos ─o dejaremos de hacer─ cosas que en realidad alimentarán más el yo herido (pecados)… vale todo eso… pero, aun con todo, es a nosotros a quien nos toca sentir la intención de pecar y seguir pecando, reconocerla y sentirla humildemente, ya sea que la hayamos cultivado mucho o poco ya, ya sea que la hayamos recibido como «mal ejemplo» por parte de adultos, etc.

Es decir, para sanar hemos de desarrollar el carácter, sintiendo y soltando nuestras resistencias:
– resistencia al amor (es decir, a cambiar nuestra definición de amor empezando por reconocer y sentir la que tenemos, y reconociendo con honestidad cómo y cuánto queremos aprender sobre el amor «real»);
– resistencia a la fe (y así esa falta de fe o escasa fe, no puede generar deseo sincero);
– resistencia a la verdad (a la honestidad, etc.);
– resistencia a la humildad; es decir, resistencia a la hora de sentir el miedo, o cualquier emoción en general (positiva o negativa). Etc.

Los adultos transmitimos, pues, las heridas emocionales a los niños. Esto lo hacen madres, padres… Y, debido al gran rol emocional que tienen las madres biológicas, las heridas son pasadas en gran medida y al principio muy intensamente por la madres biológicas ─así como «sin querer queriendo»─.

Es decir, en el principio del traspaso de tales heridas por parte de los padres, aunque todo parezca ser «tan inconsciente» (y a la vez «transgeneracional»), siempre hay un matiz de intencionalidad, en el sentido de que si yo, cuando soy adulto/a, no sano mis heridas ─por ejemplo, como futura progenitora─, entonces, lo que ahora le sucede al niño/a ─al absorber éste, ésta, mi condición emocional herida─ cae o entra en gran medida bajo mi responsabilidad álmica, por el sencillo motivo de que yo, como adulto que ya tiene bastante autoconsciencia desarrollada, y bastante ejercicio del libre albedrío a sus espaldas… yo, no he sanado ni deseado sanar nada o casi nada en mi alma.

Sobre todo al principio de la vida del niño/a en el útero, muchas de esas emociones ─pero quizá no todas de entre esas emociones que vivo ahora como adulto y que están «sin sanar» (miedos, vergüenza sexual, etc.)─, muchas, son sentidas y absorbidas por las almas de los niños en el útero ─y son así vividas por ellos─.

Y esa absorción se da de tal forma que en principio parece que podríamos decir lo siguiente en general sobre ello: «no es algo que se dirija personalmente hacia o contra el niño/a«.

Pero, como dijimos, pese a eso, sí hay muchas emociones que serían dirigidas muy personalmente hacia la existencia misma del niño/a, como por ejemplo la incomodidad por el mero hecho del embarazo, del cambio que supone en la vida, etc. ─que es una emoción que frecuentemente lleva al aborto, es decir, al asesinato─.

Por cierto, y muy importante: también las emociones verdaderamente positivas entrarán ─por supuesto─ bajo mi responsabilidad álmica, como adulto ─y evidentemente «puntúan bien», digamos─.

Entonces, esos miedos, y esos miedos a sentir, que son miedos que todos tenemos, y también tiene la madre biológica al principio (es decir, esa falta de humildad, en tanto que la dificultad que todos tenemos en algún grado a la hora de patalear, temblar, sollozar… y liberarnos como niños pequeños, etc.), esas emociones erradas… esa resistencia a la humildad… todo eso es en seguida más o menos bombeado a menudo muy personalmente o cada vez más personalmente hacia la existencia del niño/a por nacer o del ya nacido.

En cuanto a los no-nacidos, es evidente que en muchos casos más o menos «molestan», perturban las vidas, inquietan por lo que pasará o no pasará en el futuro, pues las almas recién venidas al mundo ─o que están en el útero o probeta─ cambian la vida de los adultos ─tal como se suele decir─.

El pecado intencional y el «orden de prioridades»

Nuestro «sentido herido de nosotros mismos» nos hace que «nos dé igual todo» en algunos aspectos básicos, y no valoramos el arrepentimiento, etc., pues estaremos bastante a gusto con ciertos sacrificios que ya realizamos o que tenemos como «norma de vida», en el sentido de que «sacrificamos» el orden de prioridades natural en cuanto al amor.

Por ejemplo, al nosotros vivir en el yo herido, podemos tener y construirnos con el tiempo una «fachada de buena mamá» o de «buen papá», más o menos intensa como fachada. De ese modo estaremos sacrificando el amor por nosotros mismos por el «amor» a los demás (los niños) ─un «amor» entre comillas─. Es decir, justificaremos el sacrificio, con más o menos fachada.

Bien entendido ─pues esto puede darnos pie a confusión─ el orden de prioridades «en la vida» es que nosotros vamos primero en estas cuestiones del amor.

Eso se debe a que, si en el fondo, con lo que hacemos, nos sacrificamos, nos estaremos haciendo más infelices a nosotros mismos (ya sea a la larga o en el plazo más breve). Y si somos infelices irradiaremos eso y enseñaremos eso «al universo» ─una lección en realidad «falsa»─.

Claro está que no querremos entender que lo que hacemos es efectivamente sacrificio, sino que lo llamaremos «amor», «cuidados», etc. Pero la mayoría de cosas «en sociedad» (y en el hogar) suelen ser sacrificio, al simplemente no estar hechas totalmente «de corazón».

Y así, no podremos realmente beneficiar a nadie. Al final, en la situación, nadie saldrá realmente beneficiado, en el sentido de que el resultado no va a ser armónico de verdad con el desarrollo de todos los participantes. Es decir, no será armónico con un desarrollo real de los participantes como almas. Sí que podría satisfacerse un desarrollo por ejemplo como «cuerpos» y/o «mentes» que han de recibir una determinada educación para adecuarse a cierto sistema de creencias, cierto sistema social, etc.

Y, claro, pusimos entre comillas «amor» ─al hablar de «amor» por los demás─, porque en este caso, y como en el fondo ese supuesto amor es en realidad prácticamente sólo sacrificio, será como poco un «amor distorsionado» que a veces no tiene nada que ver con cómo Dios considera el amor.

El amor no sacrifica ni se sacrifica. El amor nos habilita a todos para ser realmente más felices, por ejemplo cuando nos habilita a sentir y practicar un verdadero altruismo, uno realmente espontáneo, un altruismo que nos salga de verdad de corazón.

El pecado intencional hecho un niño/a: el perdón y el arrepentimiento; ejemplos básicos; prioridades; aborto

El adulto que comete un acto que objetivamente degrada su alma y la del niño/a (pecado), a menudo va a querer que el niño no sienta hasta el final las emociones relativas al perdón de ese acto, o ni siquiera las empiece a sentir.

Es decir, un adulto que por ejemplo maltrata físicamente, a menudo no querrá (él u otros adultos cercanos) que el niño llore tras ser pegado.

La voluntad de que el niño no «suelte» el alma ─de que el niño no libere emociones─ es otro pecado que se añade al del maltrato físico, pues alienta al niño a no perdonar; es decir, le alienta a cometer un acto en desarmonía con una «ley básica del alma», la ley que nos dice que, para nosotros estar bien, hemos de liberar todas las emociones (y las relativas al perdón en la situación serán de «lloro», «duelo», por lo que el niño ha recibido como pecado de parte de sus progenitores o adultos cercanos).

Cuando el adulto maltrata, si a su vez sigue sin hacer su propio duelo, o sea, si sigue sin liberar de su alma las causas emocionales que hacen que tenga esa intención de pecar y que además la ejerza, ese adulto, inevitablemente, seguirá acumulando culpa ─la muy narcisista culpa─ y emociones similares superficiales de vergüenza, etc.

Hará eso en vez de afrontar las causas emocionales de sus actos; es decir, en vez de arrepentirse sinceramente y perdonar a su vez aquello que pueda surgir o descubrirse en el proceso (como causas emocionales profundas de nuestras intenciones de pecado, pues las causas serán en general resistencias a sentir emociones alojadas muy profundamente en nosotros, y que son relativas a las «cuestiones a perdonar», las cuestiones «a volver a sentir sin miedo»).

El adulto está, pues, viviendo en el miedo a sentir sus propias heridas emocionales, y esto lo puede hacer con más o menos fachada de «buena madre/padre»; o bien, obviamente puede trasladar esa actitud hacia el mundo exterior, para alimentar fachadas externas de todo tipo ─externas a la situación íntima en el hogar: fachada de buen profesional, buen ciudadano, jefa, jefe, político, etc.─.

Proteger el miedo es una desarmonía en el amor con uno mismo, viéndose «uno mismo» como alma (pues el alma no está hecha para albergar lo desarmónico con el amor, para bloquearse así).

Por tanto, ese comportamiento nos hará tener inevitablemente ─tener y vivir en─ conceptos distorsionados del amor a los demás.

Es decir, sacrificaremos el amor hacia nosotros mismos por un modo de tratar, cuidar, amar a los demás… por un modo de concebir como posibles ciertos modos de tratar a los demás, que están en desarmonía con la manera en que realmente es el amor ─la manera de Dios─.

En este caso de maltrato directo, simplemente se trata de lo que podríamos quizá denominar un pecado «directo», aunque podemos justificar nuestra intención de muchas maneras: «es que hay que pegar a los hijos por su bien» (sería la más evidente)… pero aquí ─y como fácilmente se comprueba─ hacemos todo tipo de malabares, es decir, de complejas maniobras justificatorias.

El caso del aborto también es muy simple de ver en este sentido, pues por nuestra comodidad estamos dispuestos a sacrificar una vida.

Entonces, somos resistentes, simplemente, al concepto de humildad que tiene Jesús: «deseo apasionado de sentir todo«, sea como sea la emoción, el deseo, etc. Esta falta de humildad, esto tan general, es una desarmonía en el amor a nosotros mismos. Y así, simplemente sucede que el motivo de muchas de las cosas que hacemos es para no tener que sentir por ejemplo esas incomodidades a las que acabo de aludir, y para no sentir las causas emocionales de por qué estamos dispuestos a cometer pecados y degradar así más nuestra alma.

Más sobre la valía y sentir personalmente los ataques

La valía, el sentido de «amor propio», en el niño, es una clave. Los niños siempre reciben ataques personales, aunque sólo sea maltrato emocional: displicencia más o menos arrogante, etc.

Esos ataques nos invitan a concebirnos malos en sí mismos. Es decir, cuando el ataque es personal, tenderemos a sentir, cuando seamos mayores, que lo que vivimos es un ataque personal.

Como vemos en los resúmenes sobre el tema del arrepentimiento y perdón (ver página aquí), de pequeños sentimos la intención del pecador (madre, padre, etc.), y eso crea en nosotros «sentimientos terribles si nuestra valía ya ha sido dañada«.

Y la valía ─en tanto que el sentido más básico que diríamos que «funda» el amor a uno mismo─ se ve potencialmente muy dañada desde que estamos en el útero absorbiendo muchas emociones heridas que luego no nos enseñarán a soltar, sino todo lo contrario.

En la vida habrá ocasiones en que sí podamos soltar esas emociones negativas tan tempranamente absorbidas, pero terminaremos haciéndonos una fachada a imagen de los adultos, y, por tanto, ya sea muy intenso o poco intenso el ataque personal recibido, este ataque nos hará tomarnos la vida en plan: «hay algo mal en mí» ─pues de hecho ya nos sentimos muy mal con nosotros mismos─.

En cuanto al ejemplo de la intención ejercida en un aborto, podemos preguntarnos: ¿es una intención personalmente dirigida hacia la persona, es decir, hacia la esencia única que está de hecho encarnada ya en el útero? Así lo parece, en el sentido de que a esa alma se le causa ese trauma (de violencia al cuerpo físico) por lo que ella es en sí misma: una vida concreta, aquí y ahora, pero que «no interesa».

Pecado intencional y control

La gente que tiene miedo a arrepentirse (es decir, en realidad todos nosotros, en algún grado) es más manipulable o controlable, pues en general tener cualquier tipo de miedo nos lleva ser así.

Entonces, por lógica, cuanto más cosas tengamos sobre las cuales arrepentirnos, más manipulables seremos.

Podemos ponernos en una especie de caso general extremo, y pensar en personas muy manipuladoras que, recordemos, si son así es a su vez por miedo, básicamente (es decir, debido a la resistencia a traspasar el miedo que ya tienen ─claro está─).

En los hogares hay personas con actitudes a veces muy controladoras o manipuladoras ─aunque todos los adultos somos un poco así en el ámbito más íntimo, familiar, etc.─.

Y luego, en algunas instituciones, vemos que prospera esa misma actitud como «actitud normal», o incluso como la actitud que es necesario cultivar para poder siquiera permanecer en esas instituciones y sobre todo en algunas posiciones dentro de ellas. (Obviamente aquí me refiero a instituciones como las militares y policiales, o todo tipo de cuerpos de seguridad y vigilancia, y en general escuelas, etc.)

En esos casos extremos la vida en realidad se vuelve literalmente perversa, pues toda la sustancia de los actos, del comportamiento, se podría resumir en «técnicas para controlar a pecadores», y justificarlos y/o enseñar a que se justifiquen a sí mismos.

¿Cómo nos justificamos en las diversas instituciones? Por ejemplo cultivando dogmatismos de todo tipo: religiosos, nacionales, familiares, etc. Y entonces, en todos esos lugares, para sostener todo eso, le ponemos un poco de sublimidad, o bien de «espíritu épico», de una epicidad más o menos «heroica», o de cierta «politicidad», o ponemos «ideales» diversos como aderezo… pero no deja de ser lo que es, por mucha «sal y pimienta ideales» que añadamos o queramos añadir: Son «escuelas de pecado», por decirlo rápidamente.

Jesús nos puso un ejemplo de «escuela militar» sacado de su vida en el primer siglo. Y es que su padre biológico, José, quería que Jesús cumpliera el rol de Mesías político-militar; y así, en su infancia, Jesús fue metido a una escuela sobre la guerra y todo lo relativo a ésta (incluyendo «guerra psicológica», pues por ejemplo tenían que realizar prácticas de abuso sexual; tenían que aprender a realizar ese ataque personal, y se lo hacían practicar a los niños desde muy pronto, perpetrándolo con niñas semiesclavas o esclavas, etc.).

Lógicamente, esas escuelas usan técnicas que explícitamente se aprovechan de las leyes básicas y simples sobre el alma, sobre el ánimo, sobre la dinámica emocional.

Como hemos dicho, una persona que tenga «muchos pecados» en su haber será más controlable, pues la persona tendrá más miedo a sentir todo lo que le ha hecho a los demás, cuando estuvo dañando así ─con todos esos pecados─ a los demás y a su propia alma en el proceso ─al cultivar esas intenciones desarmónicas con el amor─.

Esas intenciones no están en consonancia con el diseño o propósito del alma y las leyes naturales ─que son amorosas─; así que ya sólo el hecho de tener y mantener en el alma esas intenciones acarrea sus consecuencias ─ya no digamos las que acarrea el poner esas intenciones también en práctica─.

Podemos recordar un poco la actuación de la ley de atracción aquí, pues en general, «todo» dependerá de las heridas emocionales que ya están alojadas en el alma de los niños, y de cómo se vean los niños reforzados en su resistencia a soltar esas heridas ─a ser humildes con esas emociones─.

En las escuelas militares se verán muy reforzados ─y obligados─ a hacer eso. Y normalmente les será muy difícil resistirse a esos adultos que les quieren conducir tan mal. Si los niños siquiera pueden entrar en esas escuelas es porque ya vienen heridos desde el hogar, y, con el refuerzo recibido allí, podrán aceptar algún tiempo o incluso de por vida esas prácticas ─tras esas invitaciones tan macabras─. Podrán aceptar casi incluso de por vida esa supuesta «formación», ese «comulgar con ruedas de molino», normalizado como «educación militar», «educación patriótica», «educación religiosa», etc.

La familia y el aborto

Volviendo entonces al tema más familiar: El caso del aborto sería sólo un extremo de lo que ocurre con el sacrificio normalizado en las familias, ya que en gran parte éstas son una escuela de pecado, ya que en los hogares no paramos de usarnos entre nosotros para tapar miedos, para no tener que sentir vergüenzas, penas, soledad… Es decir, no paramos de cultivar el pecado de las adicciones emocionales.

Y, por cierto, claro está que el mayor problema para el alma parece ser el hecho de que enseñamos eso a «almas nuevas» que ni siquiera han hecho nada para merecérselo.

En general, madres y padres, «sin querer queriendo», y más o menos ayudados por la configuración de las instituciones (por la obligatoriedad de muchas instituciones bastante desarmónicas con el amor, por los chantajes emocionales sistémicos concomitantes al mero hecho de «tener hijos», etc.)… padres y madres, decíamos… transmiten ─y refuerzan─, en realidad intencionalmente, heridas emocionales a los niños. Eso repercute o condiciona el sentido de valía de los niños.

Más «utilización de pecadores»: la Nueva Era

Otro modo evidente de «usar pecadores» involucra la relación entre el mundo físico y el mundo espiritual, de la cual ya hemos hablado bastante.

Este uso se da mediante las creencias y tradiciones nuevas de la «Nueva Era», por ejemplo.

Un ejemplo de esto son las suplantaciones de Jesús, es decir, las suplantaciones o simulaciones de la esencia única personal de Jesús y María Magdalena, que se realizan o facilitan a través de cursos o libros como el curso de milagros, un curso de amor, la vía de la maestría, etc.

La gente nos vemos atraídos por «verdades a medias», y como no queremos arrepentirnos de lo nuestro y sentir a fondo toda nuestra alma (todo el dolor relativo a nuestros pecados, que muchas veces son el aborto, el aborto espontáneo, etc.), entonces, así, nos metemos más o menos ciegamente en cosas como «la Nueva Era» (pues además, resulta ser realmente muy atractivo, ya que sí que las novedades vehiculadas por libros así simulan partes importantes de lo que podemos llamar «la verdad divina» ─la verdad de Dios─).

Entonces, nuevamente, nos metemos de motu proprio, y a modo de «soldados del pecado», de «soldados del control», en esas «nuevas tradiciones», y literalmente estaremos entregando de una u otra manera el alma a espíritus más o menos controladores.

Esos espíritus (= desencarnados) tienen diversos grados de miedo a perder sus «posiciones» en el mundo espiritual, partes de la dimensión en la que estén, tradiciones, formas de vida, etc.

Es decir, este fenómeno demuestra que estamos en codependencia emocional con el mundo espiritual (igual que lo estamos con gente físicamente encarnada), debido a nuestros pecados y falta de arrepentimiento y de perdón. Y esos espíritus con los que nos «relacionamos» así, están a su vez protegiendo sus respectivos miedos, claro está.

Es decir, estamos en adicciones emocionales con el mundo espiritual (ese mundo adonde todos iremos, pues todos seremos «desencarnados»).

Así pues, somos manipulados al no desear arrepentirnos de nuestros asuntos, y al desear por tanto poner una fachada ─en este caso una fachada más o menos espiritual─ sobre ese deseo que es desarmónico con el amor: El deseo de no querer sentir el dolor relativo al arrepentimiento por ejemplo de los abortos espontáneos o físicamente violentos en los que nos hemos visto involucrados/as ─tanto por la parte de las mujeres así como de los hombres involucrados en ello─.

Notas

* Displicencia es: desagrado o indiferencia que mostramos en el trato que damos (ser tratados con displicencia).

Textos y audios relacionados

– «Humildad y valía«:
nplandivino.net/humildad-valia/

Lógica en torno al aborto: ¿cultivar el deseo de arrepentimiento? | A raíz de las llamadas con mi (bio)madre. Sinceridad y lógica

[Última actualización: texto añadido – 19 julio 2023. ]

Índice
– Enlaces (texto y audio) y presentación
– Índice del texto
– Notas

Enlaces (texto y audio) y presentación

En este audio (que tiene una transcripción/ampliación, ya que el tema del arrepentimiento es muy relevante ─ver pdf enlazado abajo─)…

Enlaces al audio: descarga // en ivoox // en spotify
Enlace al texto:    pdf    (versión 1.01, 19 julio 2023)

… vemos varias cosas.

Al principio hablamos del arrepentimiento y un poco del perdón, ya que recientemente hice este audio breve sobre el arrepentimiento*.

Este otro, de hoy 14 de julio (2023) tiene mucho que ver, ya que principalmente tratamos sobre el aborto** ─aunque también, sobre todo al final, de otras cosas que podemos decir que son «más positivas»─.

Un tema principal hoy es el de la sinceridad:

Abrirse a examinar con sinceridad la lógica en torno al aborto.

Pongo el ejemplo de algunas frases e ideas que surgieron en recientes llamadas telefónicas con mi (bio)madre.
(Y por cierto, para las cosas «más positivas» del final, también empleo algún detalle de lo sucedido en dichas llamadas; son «anécdotas más bonitas», si lo podemos decir así.)

Volviendo a esa sinceridad… y al deseo que podamos tener de forma algo sincera: eso nos puede abrir a sentir.

Es decir, un deseo más o menos armónico con el amor (y «desear más verdad» sobre algún tema es en general armónico) nos abre a más «verdad emocional», a más de esa verdad que tenemos más o menos bloqueada en nosotros como «ánimo» (alma)… y que, de cierto modo, es lo que en el fondo anima, impulsa, o en gran parte motiva nuestras vidas (precisamente ponemos la fachada para evitar darnos cuenta de eso; pero paradójicamente, es con la fachada como conseguimos en realidad vivir en el yo herido ─con más o menos resistencia─, en vez de sentir esa parte de nosotros).

Ese deseo, cuando está en armonía con la verdad y el amor (con la verdad en torno al amor a sí mismo, por ejemplo), dará sus frutos en el discurrir de los eventos de la vida (eventos sobre los cuales apenas discurrimos ─o que apenas vemos y entendemos─ en tanto que serían «partes» de aquello que al final comento en el audio).

La vida la termino tratando al final del audio como un «discurso»: un discurso de eventos, en vez de con palabras; un discurso que le «echamos» a la vida, una charla que le estamos echando… con la que expresamos continuamente el estado de nuestra alma.

En ese «discurso» metafórico podemos ejercer más responsabilidad emocional con nuestro deseo, y con todo en general, para hacernos cargo de cultivar el deseo y armonizarlo cada vez más con el amor y la verdad… y para hacernos cargo ─de modo humilde «infantil»─ de que en el fondo, aunque no lo conceptuemos así, estamos en una especie de experimento «inocente» (es decir, al modo de los niños, a ser posible, tal como los niños más «puros» querrían experimentar la vida y saberlo todo ─más en plan inocente─)… un experimento «inocente», pues, de aprendizaje sobre el amor (amor a uno mismo, a los demás, al entorno)… y que, por cierto es a la vez también un experimento ─que ha de surgir espontáneamente (si nos arrepentimos de verdad)─ de reparación amorosa de los resultados de nuestros pecados (ayudar a Dios y sus leyes naturales en tal regeneración o reparación).

Y así, eso que surge ─por ejemplo lo que surge en un simple diálogo sincero─ lo necesitamos expresar, pero humildemente, y ello para:

– bien sea para simplemente soltarlo, dejarlo fluir, expresándolo humildemente
(si es «negativo», o sea, emociones erradas);

– o bien sea para lo mismo, para simplemente poder expresarlo y así poder asimilarlo
(si son cosas «positivas», es decir, emociones en armonía con el amor ─tal como entiende o siente Dios el amor, claro; y no necesariamente tal como sienten que el amor debe ser, o es, las diversas otras entidades que nos inventamos: «la familia», «la mamá/papá», «los abuelos», el Estado, la TV, el periódico, la religión, alguna tradición, alguna «(seudo)espiritualidad nueva era», etc.─).

En este camino, el arrepentimiento es algo que necesitamos desear para vivirlo, pues es más difícil de llevar a cabo que el perdón.

El perdón ─como nos comenta Jesús─ se puede hacer así como a regañadientes (las leyes naturales nos pueden ir llevando, digamos que «más fácilmente», a ir sintiendo todos esos dolores emocionales relativos a lo que nos hicieron). Pero el arrepentimiento no se puede hacer así, a regañadientes ─dice Jesús─ sino que hemos de desearlo si queremos vivirlo y sanar.

Recordemos:

El perdón es sentir ese tipo de daño que tenemos en el alma y que es el relativo a lo que nos han hecho (o dejado de hacer ─si era realmente amoroso lo que nos podrían haber hecho─) otras personas a nosotros, como almas.

El arrepentimiento es lo mismo, pero respecto a lo que le hemos hecho a otros y al entorno ─y a nuestra alma a la vez─ al hacer algo que está en desarmonía con el amor (o al dejar de hacer algo que está en armonía con el amor)… así como es relativo a sentir y hacernos cargo de aquella intención desamorosa que teníamos ─y que seguramente aún tendremos «oculta» si no queremos arrepentirnos─  y de las causas de tal intención (haya sido ejercida o no tal deseo o intención ─por ejemplo el de matar un no-nacido─).

También aludí a un texto breve con algunas definiciones de «fe«, pero sólo aludí brevemente a «la fe». Enlazo aquí*** ese texto, que es un mero «repaso», digamos.

Índice del texto

Introducción
Cuando los secretos “de los demás” no son tan “de los demás”
Diálogo, apertura, sinceridad, deseo, lógica…
Secretos, aborto y miedo a las leyes naturales y las consecuencias por ellas administradas
Excusas, autoengaño, la ética más básica, arrepentimiento
Condición del alma, transparencia, miedo a la verdad
La extraña e inconcebible —pero universal— necesidad de perdón a la madre
Lógica, sinceridad, verdad, frutos emocionales
Una “verdad” tipo “Nueva Era” sobre el aborto: arrogancia y egoísmo
Sobre el disfrute amargo y vengativo de la ley de compensación negativa
El aborto en dos lugares tradicionales (Biblia)
El “discurso” de la vida, y el “lado positivo”


Notas

* El audio 2 ─enlazado en la siguiente página─ es ese sobre el arrepentimiento del que hablo al principio de esta presentación: unplandivino.net/oracion-contextos/

** Sobre el aborto: unplandivino.net/aborto

*** Definiciones básicas de «fe»: unplandivino.net/fe-definiciones/

 

La fe: definiciones básicas

[A esta entrada básica sobre la fe, remite la página-guía principal de esta web, la A.1]

A partir de estas enseñanzas* que estamos viendo y con un poco de lógica, tenemos:

1. La «fe» está basada en hechos;

como en los científicos:

es algo que tiene que ver con un proceso; algo que de cierta manera «abre» o acompaña un proceso.

Uno no «espera» «cosas absurdas», sino cosas basadas en algo ya vivido de alguna manera, en algún grado, y ya comprobado en algún grado, o que se sospecha o se «intuye» que «podría ser así o asá»;

por cierto, en esto también vale la experiencia de otros, y cómo al conocer tal experiencia nosotros sintamos que son sinceros, etc.

Por ejemplo, el caso de que hayan visto un «espíritu» claramente

(hay millones de personas que así que lo recuerdan, y la hipótesis es que todos de pequeños habríamos visto «algo», simplemente por la razón de que ya seríamos también un cuerpo-espíritu; etc.)

2. La fe como «la sustancia de las cosas que se esperan»;

es decir, lo sustancial,
lo que hace que no sea insustancial esperar algo, y esperarlo uno de forma personal; y esperar algo muy concreto, esperar eso y no otra cosa, etc.

3. Sinónimamente a la anterior:

«la fe como certeza en cosas invisibles»;

igualmente, certeza «como la de los científicos»:

certeza más o menos «certera» a la larga; certeza en que podrán encontrar nuevas cosas y articulaciones lógicas en su discurso sobre la realidad, de modo que su discurso e ideas puedan portar y aportar más verdad, y ésta pueda ser transmitida y usada cada vez mejor (recordando que la verdad libera).

4. La fe como deseo efectivo y activo.

Esta última «definición», como se ve, complementaría muy bien lo anterior. También lo dice Jesús así: la fe genera deseo.

Por ejemplo, antes de tener deseo de arrepentirse o de perdonar, hemos de tener fe en lo que eso conllevará (como algo benéfico, como algo armónico con «lo que haría Dios», etc.).

_____

* enseñanzas de divinetruth.com, pero en las definiciones 2 y 3 están las inspiraciones muy célebres y antiguas, que podemos ver en Saulo de Tarso en diferentes traducciones, y que son fácilmente articulables con lo que estamos viendo (tal como hace el mismo Jesús, que articula algunos elementos clave de la tradición, aunque en general diríamos que pocos).

La oración del amor divino… y algunos contextos: arrepentimiento, actitud, ataque de desencarnados… etc.

Índice
– Introducción
– Enlaces a los audios
– Descripciones de los audios
– Audio 1
– Audio 2

—–

Introducción

En estos audios hablo de forma algo renovada sobre la oración del amor divino (ver página-guía A.1). Es la oración de Jesús «más fundamental», digamos, y ya vimos cosas muy básicas e importantes.

Ahora es como que «emplearé» la oración (en el 2023) digamos que «de más maneras»… que ya se fueron señalando un poco.

Enlaces a los audios

– audio 1: descarga // en ivoox // en spotify
– audio 2: descarga: // en ivoox // en spotify

Audio 1

Este audio sirve en parte de «recordatorio» digamos inicial», aunque «lo mejor» ─quizá diríamos─, empieza en el audio 2 (sobre el arrepentimiento, etc.).

En este audio 1 vemos el comienzo de la oración del amor divino, hablando un poco de: la actitud y de una especie de contexto concreto (ataque de desencarnados (=espíritus)); etc.

Audio 2

En este audio trato más brevemente sobre la oración como propuesta para aplicarnos a disolver las excusas que ponemos para no querer sentir ese arrepentimiento que, «técnicamente» hablando, vimos que es simplemente sentir las heridas en el alma que nos hicimos, y que hicimos a otros ─muy concretas y objetivas─ en cada uno de los muchos eventos más o menos intensos con los que «nos acorazamos más en la fachada», protegiendo así nuestro yo herido, con más pecados.

Y, recordemos, en las enseñanzas que estamos tratando*, el pecado es algo así de cotidiano, persistente («inconsciente»):

Son todos los actos en desarmonía con el amor y la verdad tal como los entiende Dios, o bien, toda nuestra falta de deseo de realizar cosas que estén en armonía con dichos amor y verdad .

Los pecados (que normalizamos hasta la saciedad**) nos cargan de más bloqueos emocionales, más herida emocional… más «material de bloqueo» para esa alma ya herida (esa «clara del huevo», en la representación analógica que vimos).

Luego podemos ponernos, más o menos arrogantemente, una fachada incluso «espiritual», o «religioso-espiritual», etc…. y ahí, con mucha o poca ayuda de espíritus (=desencarnados) que tengan nuestro grado de arrogancia, realmente nos solemos autoengañar, mucho.

__
* Las enseñanzas de divinetruth.com (ver resto de páginas en la web, etc., para más explicaciones, pues no hay reencarnación al uso, pero Jesús y María Magdalena están como personas más o menos normales en lo físico).

** Normalización esta que en parte «hace bueno» el dicho aquel de… «mal de muchos, consuelo de tontos».

Audio 3 ….

 

¿Nadie hace mal a sabiendas? (Jesús y Platón ‘reloaded’) | Semi-recordatorio, 6 | Principio de no-contradicción a nivel del alma | A modo de “Recordatorios, 6”

En este audio (y texto relacionado)…

– Enlaces al audio: descarga // audio en ivoox
– Enlace al texto: pdf    (versión 1.01; 2 junio 2023)

… contextualizamos esa confrontadora y muy antigua frase («nadie hace el mal a sabiendas«) gracias a lo que hemos visto con Jesús y María Magdalena.

El texto (y audio) contiene muchos recordatorios, pero en realidad, también algunas preguntas, etc., y estrictamente hablando no sería el siguiente texto de «Recordatorios», el 6.

El índice a continuación contiene la lista de apartados del texto que introduzco y leo en el audio.

Índice del texto

Introducción: Nadie hace el mal a sabiendas
Más sobre el autoengaño en el lado “perverso”: un ejemplo
¿Lo hacemos aposta? Ignorancia
El arrepentimiento
¿Civilizados?
Autoengaño “bondadoso”: más sobre el “buenismo”
Conclusiones y preguntas, 1: el Bien absoluto (Dios) y el mal en el alma; pregunta sobre descender de la dimensión 6 y perder la condición (?); Sócrates y su espíritu guía
Conclusiones y preguntas, 2: No se puede conocer el mal, y por ello se diría que vivimos una especie de ilusión o “sueño”
Conclusiones y preguntas, 3: ¿somos “irresponsables” si nadie hace mal voluntariamente? ¿No somos “realistas”?

Miau: La novela de Galdós –“Miau”–, a la luz de la verdad sobre el diseño simple de la encarnación de esa nuestra alma única que cada cual somos

En esta serie de audios (ver también texto enlazado abajo — pdf — )…
Enlaces a los audios:
1.- Audio 1: descarga (1) / en ivoox (1)
2.- Audio 2: descarga (2) / en ivoox (2)
3.- Audio 3: descarga (3) / en ivoox (3)
4.- Audio 4: descarga (4) / en ivoox (4)
5. – Audio 5:
Enlace al texto: pdf    (31 págs.)
(versión 1.13: 23 de febrero, 2023
— último apartado añadido: «
Devenir cursis«, y cinco más (sobre «un árbol» en comparación con la cursilería, etc.) —
La primera versión fue del 10 de febrero, 2023
) …

… voy leyendo el texto arriba enlazado. Está dedicado a presentar la novela Miau, de Galdós, pero en realidad, con la excusa, también hablamos mucho de muchas «cosas claves» sobre todo esto que llevamos un tiempo viendo (sobre el mundo espiritual, etc.). (Y vemos algunos pocos fragmentos de la novela, etc.)

Una de las publicaciones de las pocas que hago últimamente en instagram (feb. 2023)

En el audio 1 de esta serie cierro brevemente, al menos por un rato… la anterior serie de audios, donde tratamos un poco de lo que llaman tradicionalismo. Allí veíamos fragmentos de una novela de Pereda para ilustrar, digamos, algunas «cosas del alma».

Este es el enlace a eso:
– «La humildad de la tradición | Un aspecto de la escritura-vida de Jose María de Pereda» | La ‘infantil’ vivencia de ‘primero Dios’ (nuestra MamiPapi) :
https://www.unplandivino.net/humildad-tradicion/

Entonces… ahora entramos con el peso pesado de la literatura del XIX aquí, y en general en España e incluso en español… o sea, con la impresionante obra de Benito Pérez Galdós.

Primera página de Miau  – Edición del 1888 – BNE

Algunas palabras o conceptos clave: alma, literatura, deseo, Miau, Galdós, espíritu, cuerpo físico y cuerpo espiritual, verdad, mundo espiritual, dimensiones, influencia de desencarnados, Dios, amor de Dios, amor natural, desesperación, desapego, fachada, cinismo, corrupción, espíritus, picaresca, picaresca 2.0

Algunas notas sobre los audios

En el audio 1
de la serie leemos por ejemplo el principio de la novela: un párrafo que tiene una lectura alucinante, por lo que podemos interpretar fácilmente.
También en ese audio 1 vemos un poco el tema de Krause, y de un feo palabrajo asociado a Krause.
Este llamado «filósofo» fue muy importante para lo que sucedió en España y en algunos países de «hispanoamérica».
El palabro es: «panenteísmo«.
Ese concepto en realidad refleja algo muy simple, pues vemos que se ajusta mucho a «la realidad» — se ajusta mucho a algunas verdades fundamentales sobre Dios, por así decirlo — .
Y es que… al conocer la verdad divina, podemos sentir eso respecto a este «krausismo» del que tanto se ha hablado ya, pues hay algún detalle que parece ponernos en la pista de lo que tan simplemente es contado y vivido por Jesús mismo, tal como estamos comprobando:
panenteísmo: wikipedia.org/wiki/Panenteísmo
Krause: wikipedia.org/wiki/Karl_Christian_Friedrich_Krause
krausismo: es.wikipedia.org/wiki/Krausismo

En el audio 3
vemos estos apartados del texto:
– Quien espera desespera. Devenir irreales: Devenir va©unas
– Hemos asistido y contribuido a va©unarnos “contra Dios”

Después, también otros dos, que son simplemente para finalizar y, digamos, enganchar con «lo literario»:

– Y “la solución” también digamos que “está” en ese fragmento de Miau, y muy brevemente esbozada… “poéticamente”, por Galdós
– Y unas citas, para terminar, de la novela titulada “Pedro Sánchez” [sic], de Pereda (publicada en 1883)

Por cierto, no pensaba titular el audio 3 como lo hice, pero esto tan evidente saltó, en el texto, pues es el tema de uno de los apartados que leo — no del primero — , y está relacionado con el «devenir borrosos y borrables», etc.

En el audio 4
vemos (aunque no en este orden) estos apartados del texto:

– Devenir cursis, caprichosos; devenir “seccionarios” (“diccionarios de miedos” con patas). Cursilería y antojadez. Un árbol… y la cursilería frente a la vida natural y frente a Dios

– Devenir reales

– El contraste entre un árbol y nuestra cursilería. Y el amor de Dios

– Cursilería y abstracción: árboles y números

– Por qué hablábamos de “simultaneidad” (una cita de Swedenborg)

– Dividuos ¿seccionadores?


*
Miau, 1888:
http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000252128&page=1

Galdós en la wikipedia:
es.wikipedia.org/wiki/Benito_Pérez_Galdós