¿Enfermedades que surgen porque aumenta nuestra sensibilidad a la resistencia que ya tenemos?

Índice
─ Enlaces y presentación
─ Nota sobre cáncer, Jesús y Hamer

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Enlaces y presentación

En este vídeo:
… enlaces:
─ YT:
https://youtube.com/live/EZOxRe_z5CM
─ Para descargar:
https://www.dropbox.com/scl/fi/8e2n9v8qvoph3rs54a1m1/20241014-Enfermedades-que-surgen-porque-aumenta-nuestra-sensibilidad-a-resistencia.mp4

Captura de una de las partes vistas

… vemos una parte del vídeo original de Jesús y María Magdalena, que enlazo a continuación:
https://www.youtube.com/watch?v=k6dRcPEVpWI
20241026 1100 DT Living Room Tour US event 12 Day2 Part1
(Vemos desde minuto 1.36.50 al 1.50.51)

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Nota sobre cáncer, Jesús y Hamer (un recordatorio a cuento de este reciente vídeo de Jesús y María M.)

Supongo que muchos conocéis la figura de Ryke Geerd Hamer, que descubrió con mucha precisión la relación entre el conflicto que sufre la persona, y dónde se desarrolla el cáncer (y un fenómeno que aparece siempre matemáticamente en el cerebro, en un escáner cerebral ─aparece en los mismos puntos en ese escáner, dependiendo de cómo es el cáncer─).

Me resulta curioso que Hamer no apareció en ninguna pregunta todavía, de las que vi en los materiales de DT (pude ir a Irlanda esta vez, por cierto, pero no hay mucha oportunidad de hacer preguntas, pues ya sabéis, somos muchos).
La visión que nos da Jesús con sus leyes es lógicamente más amplia, abarcante.

Por ejemplo, tenemos un evento que quizá diríamos que es paradigmático a la hora de explicar el descubrimiento de Hamer: es lo que le pasó a él y a su mujer con su hijo; éste recibió una bala accidentalmente, en unas vacaciones, y por la cual terminó muriendo.

Eso desató un «conflicto emocional» (aunque a Hamer no le gustaba tratar de emociones directamente, al menos como concepto ─era muy cientifista a su manera, aunque fue perseguido por la corriente mainstream, claro está, ya que es un descubrimiento muy bueno).

El conflicto, al tener que ver con «hijos» ─al sentirlo así ellos dos─ hizo desarrollar cánceres en ambos progenitores. Los cánceres tuvieron que ver con los órganos de la reproducción sexual (y ya sabemos… es que así actúan nuestras «falsas creencias» sobre «ser padres, sobre tener que serlo, sobre necesitar serlo, etc.)

Y por supuesto, la visión más abarcante y simple para empezar es, sobre ese caso, que Hamer no quería saber (tal como nosotros no queremos saber, en general) que el alma atrae también los accidentes, en general.

Es decir, que Hamer y su pareja habían atraído por algún motivo ese homicidio, en un primer lugar; y que eso, una vez sucedido, si queremos crecer, lo hemos de sentir y considerar como un regalo para «sentir el error» que ya está en nuestra alma ─ese error que causa esos accidentes─, y así poder sustituirlo por creencias verdaderas (ayudando así más aún a todas las personas involucradas, también las accidentadas, que en este caso no murieron de inmediato, no murió el joven, no de inmediato, si es que recuerdo bien el caso).

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El mundo al revés: perdonamos cuando tenemos que arrepentirnos, y viceversa

(Texto leído en audio aquí / Y enlace de descarga.
Audio complementario: La verdad acerca del arrepentimiento y del perdón (1) // )

Muy a menudo practicamos, sin darnos cuenta, una especie de arrepentimiento (contrición) con respecto a la gente que en realidad tenemos que «perdonar».

Insistamos de nuevo en que en realidad todo esto es un asunto emocional, en el sentido de que nos pasamos la pelota de las grabaciones emocionales.

Y sí, efectivamente, nadie tiene «la culpa»… pero al final, tampoco nadie se responsabiliza (pues hay muy poca gente humilde, en el sentido en que lo definimos aquí).

Para ver el caos que se forma debido a que nadie se responsabiliza, y ver cómo es que no sabemos responsabilizarnos (emocionalmente), podemos tratar el ejemplo -quizá muy típico- de las madres, que de alguna manera «son sagradas» (en este sentido erróneo):

Yo te parí, así es que autocúlpate todo lo que puedas…

…y ese tipo de cosas.

Entonces, las personas intentamos a menudo «expiar culpas», por ejemplo, como hijos, y practicamos la contrición o arrepentimiento como si les hubiéramos hecho a ellos -a los padres o a las madres- muchas «cosas malas».

Esto lo hacemos a menudo para no crecer, para no sentir la pena profunda asociada a cómo nos trató nuestro ambiente cuando éramos muy pequeños.

Es como si les debiéramos algo a los padres, buscando de este modo una especie de aprobación, o sea, buscando prolongar un estado en el que nos hemos juzgado a nosotros mismos, nos hemos culpado a nosotros mismos, por algo que en realidad no nos grabamos emocionalmente nosotros (vino del entorno hacia nuestra alma).

Esto lo hacemos muchas personas, inconscientemente, desde muy pronto en la vida, para así no recibir las energías de juicio que vienen de los «poderosos» adultos que nos rodean, incorporando así profundamente un sentido de invalidez, etc.

Es decir, lo que hacemos es juzgarnos antes de que nos juzgue la mamá o el papá.

De ese modo nos «protegemos», en el sentido de que ahora podemos controlar, o creemos poder controlar, lo que nos vendrá desde los adultos… y podremos así «evitar» que vuelvan a entrar las energías de juicio desde ellos (unas energías que tanto duelen, ya que, de pequeños, no tenemos casi más protección y guía que esas personas adultas de las que depende prácticamente todo).

Esto es independiente de que luego, efectivamente, en la vida, también podemos haber hecho «cosas malas» a los padres y madres. Pero, en un principio, no es así, pues básicamente somos espejos emocionales (en la primera infancia, como hemos visto en otras partes).

Así pues, en esa cascada de «autoprotección» invalidante, donde no nos protegemos en absoluto (en este «juzgarnos antes de que nos juzguen» tan dolorosamente los padres) hacemos durante la vida gestos de «arrepentimiento» donde lo confundimos todo… pues hacemos como si nosotros fuéramos los malos de la película… en vez de responsabilizarnos de nuestras emociones, pero en tanto que muchas de ellas son cosas que nos vinieron «desde fuera».

Es decir, en vez de «perdonar», «nos arrepentimos», y viceversa.

Y esas emociones basadas en el error entraron en nuestra alma desde el entorno, ya que nosotros éramos incluso bebés cuando por ejemplo las «sagradas madres» nos graban inconscientemente cosas que ni se dan cuenta que están grabando en nuestras almas.

Entonces, quizá ya de adultos, «expiamos» culpas arrepintiéndonos con respecto a personas que en realidad tenemos que «perdonar» (perdonar aquello que provenía de su alma, en la primera infancia)… perdonar en el sentido de responsabilizarnos de ese modo ya comentado, donde en realidad el «trabajo» es el de volver a hacer fluir todas esas emociones que ya tenemos dentro, que fuimos continuamente incorporando, y que provenían de, por ejemplo, toda esa parte femenina generacional… tan sacralizada, o bien de los padres, etc.

Entonces, tenemos estas dos formas -que es como si fueran simétricas- de responsabilizarnos de las emociones:

– arrepentirse: sentir con humildad, por ejemplo como padres o madres, cuáles eran las causas emocionales de aquella actitud que teníamos y que nos hizo proyectar contra, o juzgar, por ejemplo a unos niños pequeños,

– el perdón: responsabilizarnos igualmente de las emociones que hemos incorporado del ambiente, sin culpar, pero admitiendo la verdad: que nadie se merece nada, que nadie se merece eso.

Por ejemplo, un padre o una madre, debido a las proyecciones que ahora se da cuenta que «metió» en el alma de sus hijos… practicaría el arrepentimiento (concepto este que, como hemos dicho, se emplea para hablar de la tarea de responsabilizarse cada vez más concretamente de las emociones que seguimos teniendo bloqueadas, y que fueron las que nos hicieron proyectar en aquel momento hacia los niños).

Y, por otra parte, los niños, en general, o los jóvenes… practicarían mucho el perdón…. o sea, el responsabilizarse de las emociones proyectadas en ellos que se imprimieron en su alma… pero que, para recibirlas, ellos «no hicieron nada»,  «no se lo tenían merecido»; es decir: son objetivamente injustas, aunque ahora ya solo nos toque, en la vida, sentir (cultivar la humildad).

No hicimos nada para ganarnos esa «impresión álmica oscurecedora»… si la podemos llamar así. Y la parte que nos toca de «limpieza» con respecto a esa grabación, no es la de arrepentirnos por nada.

Cuando nos arrepentimos de algo que en realidad nosotros no hemos hecho (pues no nos hemos grabado esas emociones «juzgadoras», etc.), entonces, liamos mucho las cosas, pues la otra persona (por ejemplo un padre o una madre), que es la que realmente, en su alma, desearía trabajar el arrepentimiento para crecer (en este sentido técnico de deshacer las causas que le llevaron a grabar «emociones erradas» en los hijos)… esa otra persona, madre o padre… decíamos… entonces se ve en un papel que no le corresponde: tiene quizá un hijo, un nieto, sobrino, etc., que le representa, ahí delante, el papel de «soy culpable», y todo el rato (atraído por la ley de la atracción del padre o la madre, para que así este pueda volver a sentir ciertas emociones causales).

Como veis, esto es muy práctico, y es el caso de por ejemplo la gente que a menudo nos ponemos a cuidar a familiares mayores o ancianos, pero con unos sentimientos de lo que llamamos «culpa» (que es arrepentimiento por algo que en realidad no hicimos)… y así, estamos evitando perdonar, pues, como hemos visto, lo confundimos todo, lo mezclamos todo.

Ya vemos pues el lío que montamos en torno a este tema de «la culpa».

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Recordatorio:
todo esto no me lo invento yo, sino que está elaborado a partir de charlas y talleres de Miller y Mary.