Índice
─ Enlaces a vídeo
─ Introducción
─ Humildad
─ Verdad
─ Amor
─ Dios y alma
─ Naturaleza
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Enlaces a vídeo
En el vídeo aquí enlazado leo y comento un poco el texto de abajo:
─ Vídeo en YT: https://www.youtube.com/watch?v=hQQgPDovMk4
─ Descarga: https://www.dropbox.com/scl/fi/blyykecb3b89kzvckq8rn/20250102-Por-que-no-nos-aburriremos-en-la-eternidad.mp4
─ Vídeo en Odysee:
https://odysee.com/20250102–Por-que-no-nos-aburriremos-en-la-eternidad:c271f2630ff77d92cb18bcc701865572a0b73f31
Introducción
Vamos a responder claramente a por qué no nos aburriremos en la eternidad. Lo haremos de varias maneras. La respuesta rápida es simple, y la vamos a “ilustrar”, aunque la ilustración que realmente es “necesaria” es el acto de comprobar esto por uno mismo y en uno mismo, experimentalmente, ya que no hay mejor demostración y enseñanza que “por el ejemplo”.
Esto lo digo porque más adelante trataremos de plantear las cosas para que quizá se pueda sentir mejor por qué no serían “dogmáticas” unas afirmaciones como las que en seguida veremos.
Sabéis que en nuestro mundo hay un conjunto de científicos e interesados en la ciencia que a veces buscan “Teorías del Todo”. Pues bien, resulta que Jesús tiene una «teoría del todo» que, en este planteamiento que veremos más ampliamente ahora, es la simple respuesta a la cuestión del propósito del universo:
¿Cuál es dicho propósito? Ser amados por Dios.
Puede parecer que esa respuesta no resuelve nada, por ejemplo, a nivel “científico”, a nivel del “saber”, etc., pero veremos muy fácilmente cómo es que sí lo hace. Y lo siguiente es un primer esbozo de lo que vamos a ir ampliando.
Nacemos sin saber pensar, sin que en nosotros prepondere lo intelectual. Al principio sólo aprendemos con las capacidades de sentir. Éstas involucran al cuerpo, pero en realidad no tienen su base en el cuerpo.
“Metafóricamente” pintamos el mundo con la “pintura” de nuestras emociones, nuestros sentimientos. Una parte de ellos es lo que llamamos propósito, deseo, intención, etc.
Podríamos concebir el cuerpo como si fuera el pincel que termina irradiando tales cosas “internas”, las que tenemos en nuestro ánimo, es decir, en el “alma”.
El alma, sede o realidad de nuestra vida, sería como el bote con la pintura. Es una entidad con su propia sustancia y complejidad, lo cual hace que además la pintura conlleve cierta “estructura”, motivación…
Imaginaros además que no sois un mero “cuadro decorativo”, sino que nuestros actos en la vida pintan también cosas que “significan”, que tienen sentido. Pero por ahora no nos importará cuál sea tal sentido, sino a qué o quién se lo atribuyen, ¿a qué le atribuyen tal sentido? Objetivamente se lo dan a esa vida que somos.
Es decir, imaginaros que sois letras, también, en un cuadro móvil… imaginemos la existencia a cada momento como ese cuadro “en tres dimensiones”, como se suele decir… y que todos, a cada paso, a cada acto, escribimos, atribuyéndole un “sentido” a esa vida que somos (y que, por cierto, es una vida que no nos hemos dado nosotros mismos, ni nos ha sido dada “corporalmente” por nadie, ya que la vida no sale de los cuerpos materiales).
Entonces, más aún, el alma que somos, debido a que es creada pura, está destinada a una cosa que llamamos felicidad. Pero nosotros pintamos la vida, es decir, a cada momento atribuimos cosas a esa vida que ya somos, de tal manera que no tenemos en cuenta las condiciones que deberíamos obedecer para ser lo que somos, unas condiciones que también se llaman a veces «requisitos» (nota 1). Continuar leyendo «¿Por qué no nos aburriremos en la eternidad? Dios, alma y naturaleza. Una introducción»