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Abrirse a la verdad duele
La cadena de mentiras
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Abrirse a la verdad duele
El proceso de abrirnos a la verdad, parece que duele.
Literalmente por ejemplo Miller comenta que (abajo habrá unas pocas citas así, básicas, de él*):
La verdad nunca es dolorosa, nunca causa dolor, la verdad expone el dolor en el que ya te encuentras, debido a las mentiras que aceptaste.
A quién no le ha pasado que un verdadero amigo nos dice algo que nos toca la fibra sensible, algo que incomoda, que no se siente agradable (aunque quizá mucha gente nunca tuvo amigos de verdad, y quizá tampoco nosotros representamos este papel para nadie).
Parece que tiene algo de sentido aquello de que «quien bien te quiere te hará llorar», pero este dicho es tan malinterpretable…
Entonces, desde algo meramente desagradable, hasta un dolor agudo -emocional o físico-, en realidad muy a menudo quizá se trata del mismo fenómeno: una prueba de que la verdad expone el dolor que casi todo el mundo alberga, al haber aceptado mentiras.
Y si la verdad libera sería gracias a eso, ya que nos permite disolver o dejar fluir las emociones bloqueadas, los bloqueos que son ese dolor, o que nos lo provocan… y que no queremos atender.
El dolor a menudo apunta a esos bloqueos, y cuando el alma está -digamos- muy congestionada (recordemos que es «grabada» con emociones, creencias, deseos, etc., desde muy pronto en la vida física)… cuando está muy congestionada y necesita que se liberen cosas sí o sí**, el dolor puede ser muy intenso.
Pero necesitamos abrirnos a esas verdades concretas, personales, que a veces tanto nos incomodan, para sentirlas con humildad, para sentir la emoción y el dolor relacionados con esas verdades.
De esta manera es como parece que cultivaremos cada vez más el anhelo de tener y de expresar aquí la relación que nos une con el Creador/a de nuestras almas, y podemos recibir cada vez más verdad y amor divinos.
Como ya vimos, si no se sienten esos dolores como un niño pequeño lo haría, humildemente, entonces no se puede abrir el canal a más amor y más verdad.
Y, por cierto, es muy importante situarnos con claridad en esa relación, para poder discernir muy bien todo, ya que a veces, al abrir una herida del yo herido, esos dolores pueden verse aumentados o distorsionados por las personas desencarnadas que tenemos a menudo medio pegadas a nuestro cuerpo espiritual (y tan perdidas o más que nosotros en cuanto al proceso emocional, o en cuanto a saber acerca de la vida de progresión del alma, etc.).
Así es que, como vimos, por eso parece ser muy importante la relación con Dios, es decir, establecerse en una tierna relación con Dios, hablando claramente con Dios y nuestros verdaderos guías celestiales, para tener cada vez más claridad sobre los dolores y los miedos, etc.
Parece que necesitamos esa claridad en cuanto a de qué tratan realmente esas emociones, en cuanto a qué es lo que realmente tenemos entre manos en cada momento, pues, insistamos, a menudo la vida se embrolla tanto, que a veces son emociones de otros seres -tal como ya he comentado un poco también en la página sobre las emociones-.
En la vida se acumula mucha falsedad, y entonces, como en realidad somos un alma (en realidad, la mitad de una), aparece el dolor para que podamos corregir, simplemente para eso.
Lo hace de forma automática, ya que se trata de leyes, de las leyes amorosas de Dios que funcionan perfectamente para recordarnos que somos un alma, y que la verdadera dicha proviene de hacer las cosas en armonía con la verdad y con el amor.
A veces se trata de dolores físicos enormes… de emociones extrañas y abrumadoras…
Y, por supuesto, como ya sabemos, la gente meramente los aliviamos con adicciones de todo tipo para evitar sentir… o las aliviamos con todo tipo de cosas y rasgos de nuestra máscara o «yo de fachada».
Y esto es así porque nuestra cultura es o era directamente «anti-espiritual», es decir, estaba literalmente en contra de todo este conocimiento tan elemental sobre las cosas del alma.
Y, por cierto, es por eso que este mundo parece que ya es insostenible para nuestras almas, y también parece que es por eso que se permite que sucedan las cosas tan raras y bestiales que están sucediendo durante estos años (2020, 2021, etc.) con todas estas muestras de totalitarismo mundial**, etc.
Entonces, lógicamente de cierto modo hay que agradecer que «duela» el acto de abrirnos a la verdad, al exponerse ese dolor, esa herida… pues así podemos dejar que fluya de nuevo todo (cultivando ese sentido de la humildad que estamos viendo un poco en la página que trata sobre los elementos más básicos en este recorrido).
La recepción del amor de Dios suele provocar lloro, llanto. Pero muchas veces, antes de que eso suceda, la persona se abre por ejemplo a eventos que estaban olvidados, y estos eventos, recuerdos, pueden venir con dolor.
Ese proceso, tal como lo acabo de describir, parece automático, y lo vemos en muchas de las canalizaciones que tiene Miller de gente más o menos perdida que está en varios de los planos de la evolución del alma, o bien de gente que está aún apegada a la Tierra, y que de alguna manera contribuye a liar más las cosas aquí.
Ese proceso de llorar de gozo y liberación, ante el amor divino, se da muchas veces después de que la persona desencarnada se abra -al ser entrevistada por Miller- por ejemplo a recordar algo doloroso de su vida pasada en la Tierra.
En todas las pocas ocasiones en las que que, a día de hoy, creo haber tenido pequeños accesos de amor divino, me parece que ocurre lo mismo.
La cadena de mentiras
Y por cierto, ¿cuál es la falsedad, el error más grande, la mentira más grande, «monstruosa» -como la llama Miller-?
Es que podemos ser Dios, ser exactamente Dios, ser creadores de nuestras propias leyes universales, etc.
Pero no: siempre vamos a ser dependientes de las infinitas leyes del único Creador/creadora.
Pero entonces, a partir de esa monstruosa mentira, la humanidad -las humanidades- se adentran en la anarquía. Y como ya sabemos, al contar una mentira, tienes que contar muchas más para sostenerla.
A todo error lo acompaña la penalización del dolor relativo a ese error. Y el miedo es siempre ese dolor. Siempre hay miedo asociado a cualquier error. Cada vez que negamos la verdad, se crea automáticamente miedo sobre ese asunto.
Así pues, como hemos visto en las citas, todo error, toda mentira, conlleva automáticamente una especie de penalización de dolor.
El miedo es un resultado directo de que nosotros no comprendamos la verdad en un momento dado.
Entonces, ese dolor y miedo relativos al error, surgen para «avisarnos» de lo que realmente pasa, y poder corregirlo. Lo hemos visto ya un poco en el contexto de los fundamentos, acerca de la cualidad siempre amorosa de todas las leyes de Dios.
Esa «penalización» estará inmediatamente en el alma; la sentiremos inmediatamente ahí, aunque podríamos decir que «no solemos darnos cuenta de lo que pasa» debido a que estamos así como anestesiados (es decir, habitamos muy poco «en el alma»).
Y fijémonos en la simple conexión dolor-error-miedo que se presenta en la cita arriba: el dolor del error es siempre miedo.
Siempre hay pues una mentira previa que creó miedo, y a partir de ese miedo solemos fabricar más mentiras… etc.
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* Y como sucede a partir de la navidad del 2020 en muchos de los textos que estoy haciendo para esta web (con o sin formato audio), en ellos entrevero citas casi literales, y muchas ideas básicas, de los materiales de Miller y Mary.
** Sobre esta aparente necesidad de que se «limpien» o se liberen cosas, sí o sí, a nivel personal y a la vez planetario, he comentado un poco últimamente por ejemplo aquí:
La misma influencia que operó en los totalitarismos parece que opera hoy en muchas élites
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Materiales en internet sobre el tema, de Miller y Mary:
What are the original causes of fears & terrors that dominate the planet?:
https://www.youtube.com/watch?v=Ud7hm6fRMr8