[Aviso: algunas de las palabras empleadas en este artículo no suenan tan mal en mi país como quizá suenen en otros países de lengua hispana que no son el mío, España.
Aunque ahora, ahora que estamos todos más mezclados en el mundo, todos los hispanos de todas las regiones… quizá vayamos poco a poco a ir aceptando todos los usos, particularidades, etc.]
La lección 2 de la vía del corazón, nos invitaba, en febrero, a llevar «consciencia» a cada cosa, a cada acto que hemos automatizado en la vida.
Esa consciencia va entre comillas porque es una «consciencia» que podríamos llamar «adorante», frente a la consciencia usual, de la mera percepción.
En esa «consciencia» o adoración, se trata de permitirnos sentir unidad en cada cosa… sentir «Dios» (o lo que es lo mismo: «Vida»).
Pongamos un ejemplo. Pongamos que nuestro hábito o nuestro trabajo consistiera en matar gente (verdugo).
Si trabajamos en eso, es quizá difícil que pudiéramos lidiar con las sensaciones que nos vendrían a la mente cuando «lleváramos consciencia» a esos actos de «matar gente».
Y así, al no poder seguir «trabajando» como verdugos, matando gente de forma automática tal y como solíamos hacer… así… cabe ciertamente la posibilidad de que dejáramos atrás ese «hábito», ese trabajo… y nos rebeláramos contra aquel «yo» antiguo, nuestro «yo» del pasado, el «yo» que eligió esa profesión, en una elección donde diríamos que se dejó influir, como casi siempre, por la consciencia colectiva (sistemas de ideas, sistemas sociales, etc.).
Pues siempre en alguna medida nos dejamos influir, «inadvertidamente», por ideas y propósitos que, a menudo, no hemos «hecho nuestros»… es decir, que no nos hemos realmente responsabilizado por ellos, de todo corazón.
Y eso nos termina pasando con cada cosa que «hacemos». Y en el fondo todas las cosas tienen algo «parecido» al ejemplo del verdugo (ya que no hay grados o niveles en las ilusiones, todo es la misma cosa).
Ya hice algún comentario (aquí) donde empezábamos a comentar y a sentir algo sobre los propósitos o las ideas que hay en torno al famoso acto de «hacer caca».
Cuando hacemos caca, nuestra humanidad está (diríamos) en un cierto nivel de «desconexión» de la consciencia adorante, un nivel donde hemos automatizado un acto donde nos desentendemos socialmente (mecánicamente) de la caca.
Pero… mientras… la caca es literalmente una «joya», es decir, es pura vida para muchos microorganismos del suelo y para las plantas (de hecho la caca está repleta de seres vivos).
La caca es un regalo, dentro de la relación que podemos llamar «ecosistema Tierra», y que es en sí mismo también un regalo (si lo miramos con «Consciencia» más allá de la consciencia).
(Y con esto no estamos haciendo ninguna valoración. Es simplemente «un hecho» en el modo en que hemos construido nuestra realidad física como Mente que sueña universos físicos… y que, con estos universos, se da instrumentos para poder «adorar a Dios» a través de sus creaciones.)
Y bien, este es nuestro universo. Lo hemos creado de cierto modo Nosotros, como seres de luz que tienen poder creativo gracias a ser eso mismo, «seres de luz» (es decir, «hijos» de algo no físico)… y unidos además, todos, con múltiples «espíritus» que ahora desconocemos por completo… pero que son nuestros «hermanos»… en infinidad de «dimensiones».
Hemos creado este universo en el poder creativo que somos en unidad…, como luz divina creada por el Padre-Amor de toda Luz. Continuar leyendo «La civilización y la caca (II)»
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El diseño del mundo… y los frutos secos mojados
Es curioso lo bien que está hecho el mundo,
las plantas dan miles de tipos de frutos…
y cuanto más se las quiere, mejores son…
Qué de sabores, indescriptibles…
…y los frutos están destinados a eso, a ser comidos, para que así las semillas se esparzan.
Los frutos están además vivos, a menudo millones de células vivas… rodeando las semillas.
Así que las plantas ofrecen vida para nuestro cuerpo, directamente…, para que nos unamos en una especie de comunión «sagrada», de Luz, con la vida de las plantas.
Y mientras, los humanos seguimos o estábamos celebrando el drama, las energías del drama 🙂 …
… en vez de adorar a nuestro Creador a través de gozar las creaciones, los planetas, que creamos con su poder… todos los Hijos de Dios.
Es un diseño tan maravilloso…
Las plantas se «benefician» de los animales, y les regalan cosas…
… y estos les regalan su amor al estar tan interesados en comérselas…
… y así sin saberlo esparcen las semillas… es decir, los «ovarios» fecundados de las plantas.
Pues como sabíamos… todo es sexo aquí.
Y luego qué ricos… 🙂 … los animales rumiantes se dedican a peinar los prados…
peinan la Tierra y le hacen la permanente…
…dejando unas praderas que da gusto… (pese a las garrapatas).
Otro de los trucos que han tenido que pasar tantos años para que re-descubramos quizá, mucha gente…
es que los frutos secos no hay por qué comerlos secos…
pero, como se llaman así, «secos»…
y como no hay mucha tradición de comer «frutos secos» de muchas maneras…
pues nada…
ahí, como tontos, comiendo secos los frutos secos 😛 .
Parece ser que nos perdíamos todo un mundo de sabores y texturas… los frutos secos mojados 🙂
Así que, como vemos, el truco del mundo es el sexo, las semillas (las de las plantas, las nuestras…)…
sexo
SEXO
…ya que todo es sexo,
como nos recordaba La vía del corazón, en la lección 1.
Las plantas están haciendo su acto sexual a través nuestro,
¡y ni nos damos cuenta!
Somos su intimidad.
Y luego… como somos espíritu, los animales «están para comerse» 🙂 … «estamos para comernos» unos a otros… nos amamos tanto… digestiva y sexualmente… 🙂
… y es que como en espíritu ya somos eso… ese «todo»:
ese Todo Lo Que Es…
donde ya estamos todos así como «dentro» de todos… todos dentro de todos…
«comidos» y bien comidos, entre nosotros…
…digestión universal…
… todos con todos…
… en eterno crecimiento descongestionante… tan «digestivo»…
… de la Relación Santa, Sagrada, Inmaculada.
Así que nada, la muerte…
la muerte es una de las expresiones más «poéticas» del amor…
aunque a veces tan melodramáticas…
Qué curioso que solo el amor sea real…
aparte de que simplemente nos toca serlo y así, con ello, ser felices…
qué curioso… que todo exprese nada más que eso, que amor…
…en una sola relación muy digestiva…
el «Misterio» que somos,
eternamente,
adentro.
«Dios no las cría, y ellas creen que se juntan» (o: "la importancia de una abuela". Sigue el "estudio de caso")
Sigo el «estudio de caso» (el propio) que empezaba aquí a comentar.
Por tanto ¡no leer! Esto es solo para muy cotillas o estudiosos de la sociopsicología de esta sociedad altamente «infecta» :), es decir, corrompida, sucia, repugnante, abyecta… en proceso planetario de auto-destrucción. Perdón por los exabruptos, hay que leerlos como «dichos con cariño»…, como «caricias paradójicas»… ya que no presuponen una «predicción del futuro» ni nada por el estilo, sino una mostración emocional de las probabilidades en que estamos sumidos (eso, por no llamarlo… «juicios tontos» 🙂 ).
Estos ciclos de destrucción-autodestrucción de civilizaciones alta y variadamente tecnológicas… ocurrieron al parecer hasta el aburrimiento sobre este planeta… y serán como una especie de sueño, consensuado masiva y colectivamente. Pero la «mente colectiva» que sueña este universo (desde un marco de visión ampliado al que nosotros pertenecemos aunque no lo creamos así)…, tal mente colectiva… y aunque no lo parezca… al parecer siempre va sanándose (aunque tampoco lo parezca), reciclándose a la vez que se da una sanación quizá muy lenta… en dirección quizá hacia un posible «salto cuántico» entre esas capas de conciencia «materializándose»… esas «capas» en las que por decirlo así consistiría este multiverso (y un «salto» que quizá veamos de aquí a 2000 años, como podríamos entender que se dice por ejemplo a través de las revelaciones de Patricia Cori, que ya comentábamos por aquí).
Recordatorio de «mi caso»:
— hijo único de madre soltera. A mi padre biológico nunca lo conocí, y fue «excluido» desde el principio de las ayudas y la presencia que quería darnos una vez decidió mi madre no abortarme (gracias!).
— Él fue excluido en parte por el sistema familiar, que digamos quizá que sigue «dominado», en la sombra, en cierto modo por lo femenino (mi abuela), como aquí abajo hablaremos —aunque mi abuelo también participó en esa exclusión de mi padre biológico… o bien lo hizo como voz cantante, quizá. Eso fue, ya digo, tras decidir mi madre no abortarme —ella, por cierto, se llevaba muy bien con mi padre.
— Una abuela culpabilizadora por lo que había pasado: el embarazo de mi madre, durante dicho embarazo.
Luego, mi madre nunca se ha movido de la casa de mi abuela, no ha hecho «vida propia» en su propia casa o con compañeros, amigos, etc.
— Mi abuelo era muy majo, pero murió pronto, siendo yo niño… y en parte digamos que sustituía a «mi padre»… pero, al parecer, yo le toreaba mucho (era bastante «blando», repitiendo un poco el patrón del marido de la madre de mi abuela).
— Mi padre, antes de tenerme a mí, tenía tres hijas en otra región española. Se había desplazado a trabajar a Madrid. Curiosamente él tuvo un hijo varón que murió, y entonces, lo mío (ese pasar a ser mi «padre desconocido») le debió doler mucho de nuevo… al igual que tanto le habría dolido el tener un hijo varón que muere pronto tras tener sus tres hijas. Supimos hace poco que murió «por cáncer» ya de vuelta en la península… hace ya bastantes años (algo así como 20 años) y tras un periplo migratorio por las américas trabajando (quizá «huyendo»).
En mi familia cercana (escasa en número y en el caso de mis dos madres (madre y abuela) no es muy dada a abrirse a la familia más amplia…)… en la familia cercana el lado femenino es digamos el importante. De un modo u otro todos los hombres han sido apartados, excluidos: el marido de mi tía, mi padre biológico… y mi abuelo que muere hace mucho. Quizá lo lógico sería que se me excluyera indirectamente o que yo me auto-excluyera de las funciones digamos más “masculinas”… y esto es lo que está pasando en parte (al no haber concretado un camino de vida o realización «social»…, por ejemplo).
Este «lado femenino» es muy importante para casi todo el mundo, pues buena parte del bienestar, una parte muy importante, depende para nosotros de aceptar incondicionalmente a «la madre»; pero… de aceptarla digamos que en plan «arquetipo»… y no tanto a «la madre» en tanto que es ese «ego» que pareció tocarte en suerte al nacer (fuese como fuese «objetivamente»). Aceptar, sí, ese «ego» tal cual es… completamente… pero (aunque esto no haya que pensarlo así)… aceptarlo en tanto que apunta a otra cosa… a algo «más grande»… a algo que vino «primero» que tú (relativo digamos que al «amor incondicional», al simple acto de dar lo que aquí llamamos «vida»).
El bienestar depende pues del respeto maduro que nos permite algo así como ir liberando las reacciones o los «sentires» automáticos que nos «poseen» cuando interiorizamos nuestra primera articulación entre «amor» y «necesidad»… en esa «primera infancia»… adolescencia…
Y tal articulación nos posee de mil y un modos, pero sería una primera articulación siempre a «superar» si es que queremos ser maduros, sentirnos cada vez más plenos; es decir, es una articulación que siempre debemos poder «volver a sentir» y rehacer… es algo que debemos poder rehacer para el bienestar de todos si es que queremos poder llamarnos a nosotros mismos o sentirnos realmente «maduros» —cosa esta muy difícil en esta sociedad altamente autodestructiva e «irracional» (y ello sucede paradójicamente… pues, engañosamente, la sociedad a menudo presume de «racional»… de «progreso»… cuando obviamente se escapa por todos lados lo fundamental y está destruyendo la Tierra «super-poblando» a marchas forzadas y miedosamente este planeta con cuerpos y más cuerpos principalmente nacidos del miedo, la culpa, el aburrimiento).
En mi familia, mi madre y mi tía están altamente «co-poseídas» por su madre (en un trío «diabólico» 🙂 ) —no me incluyo aquí porque si veo todo esto tened por seguro que es debido a que yo estoy en la misma «mierda» metido… y es obvio que formo parte de esto y estoy «repitiendo» cosas, haciendo que todo esto reverbere o resuene también en la cuerda de mi propio ser ego-identidad (aún) (teóricamente esta situación estaría reflejando mi interior (así como mi situación refleja el de ellas en mi actitud… aunque ésta va cambiando lentamente (me refiero quizá a mi actitud hacia mi propia felicidad… que es la única manera de poder afectar a los demás para bien… intentando ser feliz uno, quererse uno en el buen sentido…))).
Mi tía está «poseída» según un patrón «rebelde»… sí, «rebelde» pero apegada a reacciones enfermizas, inmaduras, respecto a una madre no asumida.
Aclarar ya que, como en todo papel o rol… todos podemos ser por ejemplo «sanamente rebeldes»… pues todo depende del «cómo» lo hagamos… de si lo hacemos con o sin compulsión interior… habiéndonos «perdonado» por todo… sin sentir realmente culpa (auto-ataque) por nuestra «rebeldía», o por lo que sea que creamos ser (si sentimos «vibración» de auto-ataque… ya podemos hacer mil «revoluciones» que estaremos por lo normal compartiendo y repartiendo en realidad «mierda» por el mundo, puro ataque, pura culpa, puro resentimiento… como podréis haber comprobado a veces hasta en grupos que se dicen alternativos, revolucionarios, por el cambio, etc.… así como individualmente).
Y, la otra parte… mi madre… está apegada al mismo tipo de reacciones pero mediante un patrón dañino que de cierto modo es muy «sumiso»… un patrón que hace algunos años se estabilizó más o menos… tras pasar depresiones y úlceras mil.
Este patrón sumiso digamos que es de alta fidelidad —en la forma, en lo superficial— al sistema familiar… pero con una rabia mostrada día a día, en dosis ya más suaves que antes… rabia que aparece en la «relación» inercial con la enfermizamente «sacrosantificada» madre (mi abuela); digo «sacrosanta» pero lo es, obviamente, solo en una parte de los aspectos formales externos… solo se patentiza tal sacro-santificación por el hecho de estar aquí «encerrada» mi madre con mi abuela… y no tanto porque realmente haya «respeto» —y aclarar que cuando «no respetamos» a alguien en realidad lo primero (y lo último) es que no nos estamos respetando a nosotros mismos, eso lo primero (y lo último, como decimos, pues todos somos uno en realidad… y si proyectamos «fuera»… nos hacemos daño dentro… ya que así conservamos la separación dentro… una «separación» que como idea en la mente es lo único que realmente nos daña —a nivel mental, que es donde está la causa de lo que vemos)).
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Cantan los dioses, cantan los pájaros…
Nada está separado, en un sentido muy literal y práctico… en el sentido más pragmático de la literal fabricación de las cosas. Todo nos sana sutilmente (enlace a Eva Julián).
Nosotros somos los pájaros; es nuestra propia mente la que nos canta a través de ellos. Si os fijáis, ningún canto de ningún pájaro es realmente monótono, ni siquiera el piar a veces muy débil del gorrión (los enlaces llevan a los cantos o los reclamos)… que parece glorificar tímidamente la útil inexistencia de la acera.
Las alondras tejen entre todas una red de seda dorada sobre la estepa amarillo brillante para elevarla… para elevar ese tejido sutil de planicie llevándoselo agradecidas al Sol en sus interminables ascensiones cantadas.
No es monótono el mirlo, que milagrosamente canta fuerte también en los suburbios, entre todas esas viejas antenas de televisión… quizá tras aprovechar los céspedes y sus lombrices.
Misteriosamente los cantos nunca se repiten exactamente; siempre hay pequeñas variaciones con lo que aparentan ser pocos «recursos».
El ruiseñor es algo impresionante en esto; canta impetuoso y claro pero nunca se repite mientras demuestra el fluir del agua y las hojas del soto… y además, la circularidad rotunda de su canto estalla en espirales ascendentes suavizando la linealidad de la bajada del agua… equilibrándola con la ascensión interminable de los patrones geométricos de su canto… y siempre creando y creando diferente, sin descanso, noche y día… completando la primavera cuando llega a firmarla con su sello de divina luz circular en las arboledas.
Las currucas viven matorral y son matorral, lo cantan con bullicio suave; son Dios haciendo cierta metáfora del intrincado matorral… corroborándolo en lo chirriante de su música de alas y sangre en lo enramado de la espesura. Continuar leyendo «Cantan los dioses, cantan los pájaros…»