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Otro de los rasgos más tragicómicos de nuestra sociedad quizá sea el de que no tenemos una educación profunda y divertida para los «futuros padres» en torno a lo que conllevan los niños.
Y el ambiente que absorben los niños de pequeños es muy importante (literalmente lo absorben).
Esto es tragicómico porque es como una inmensa muestra de masoquismo generalizado, relacionado quizá con esa extraña frase hecha que dice que «el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra».
Es tragicómico tener un «carnet» o permiso de conducir automóviles, y no tenerlo para los hijos.
Y es que estamos viviendo una gran mentira, porque nosotros no somos animales, es decir, nuestro entorno no es directamente «natural» o «biológico», sino cultural. Es decir, no salimos de nuestra guarida y nos comemos lo primero que nos encontramos por ahí, como hacen básicamente los animales.
Nosotros interaccionamos primero con un entorno de ideas materializadas e instituciones, y de gran parte de la humanidad casi literalmente se podría decir que «come dinero».
Igualmente, por eso mismo, si queremos que las cosas funcionen con alegría, armonía, abundancia… no debemos dejar que los padres tengan hijos como los tienen los animales, es decir, «espontáneamente».
Si queremos vivir en paz no nos podemos engañar: lo humano no es «espontáneo» en ese sentido.
Para nuestro estado humano lo «natural» sería que hubiera mucha comunicación en torno a la crianza, es decir, que los padres tengan una educación profunda, divertida, amable… sobre lo que significa la crianza, el amor, etc., pues, como hemos dicho, está demostrado incluso «científicamente» que los primeros años de los niños son fundamentales*.
Es decir, no hablamos de aplicar prohibiciones o restricciones, como las que creo que hay explícitamente en China en cuanto al número máximo de hijos… sino que hablamos de «saberes», de sabiduría… es decir, de comunicación amable sobre la realidad de los sentimientos y de las necesidades de los niños y de las personas cercanas a los niños en general. Continuar leyendo «La necesidad de instituir un "permiso" para ser padre/madre»
Etiqueta: perdón
La civilización y la caca (II)
[Aviso: algunas de las palabras empleadas en este artículo no suenan tan mal en mi país como quizá suenen en otros países de lengua hispana que no son el mío, España.
Aunque ahora, ahora que estamos todos más mezclados en el mundo, todos los hispanos de todas las regiones… quizá vayamos poco a poco a ir aceptando todos los usos, particularidades, etc.]
La lección 2 de la vía del corazón, nos invitaba, en febrero, a llevar «consciencia» a cada cosa, a cada acto que hemos automatizado en la vida.
Esa consciencia va entre comillas porque es una «consciencia» que podríamos llamar «adorante», frente a la consciencia usual, de la mera percepción.
En esa «consciencia» o adoración, se trata de permitirnos sentir unidad en cada cosa… sentir «Dios» (o lo que es lo mismo: «Vida»).
Pongamos un ejemplo. Pongamos que nuestro hábito o nuestro trabajo consistiera en matar gente (verdugo).
Si trabajamos en eso, es quizá difícil que pudiéramos lidiar con las sensaciones que nos vendrían a la mente cuando «lleváramos consciencia» a esos actos de «matar gente».
Y así, al no poder seguir «trabajando» como verdugos, matando gente de forma automática tal y como solíamos hacer… así… cabe ciertamente la posibilidad de que dejáramos atrás ese «hábito», ese trabajo… y nos rebeláramos contra aquel «yo» antiguo, nuestro «yo» del pasado, el «yo» que eligió esa profesión, en una elección donde diríamos que se dejó influir, como casi siempre, por la consciencia colectiva (sistemas de ideas, sistemas sociales, etc.).
Pues siempre en alguna medida nos dejamos influir, «inadvertidamente», por ideas y propósitos que, a menudo, no hemos «hecho nuestros»… es decir, que no nos hemos realmente responsabilizado por ellos, de todo corazón.
Y eso nos termina pasando con cada cosa que «hacemos». Y en el fondo todas las cosas tienen algo «parecido» al ejemplo del verdugo (ya que no hay grados o niveles en las ilusiones, todo es la misma cosa).
Ya hice algún comentario (aquí) donde empezábamos a comentar y a sentir algo sobre los propósitos o las ideas que hay en torno al famoso acto de «hacer caca».
Cuando hacemos caca, nuestra humanidad está (diríamos) en un cierto nivel de «desconexión» de la consciencia adorante, un nivel donde hemos automatizado un acto donde nos desentendemos socialmente (mecánicamente) de la caca.
Pero… mientras… la caca es literalmente una «joya», es decir, es pura vida para muchos microorganismos del suelo y para las plantas (de hecho la caca está repleta de seres vivos).
La caca es un regalo, dentro de la relación que podemos llamar «ecosistema Tierra», y que es en sí mismo también un regalo (si lo miramos con «Consciencia» más allá de la consciencia).
(Y con esto no estamos haciendo ninguna valoración. Es simplemente «un hecho» en el modo en que hemos construido nuestra realidad física como Mente que sueña universos físicos… y que, con estos universos, se da instrumentos para poder «adorar a Dios» a través de sus creaciones.)
Y bien, este es nuestro universo. Lo hemos creado de cierto modo Nosotros, como seres de luz que tienen poder creativo gracias a ser eso mismo, «seres de luz» (es decir, «hijos» de algo no físico)… y unidos además, todos, con múltiples «espíritus» que ahora desconocemos por completo… pero que son nuestros «hermanos»… en infinidad de «dimensiones».
Hemos creado este universo en el poder creativo que somos en unidad…, como luz divina creada por el Padre-Amor de toda Luz. Continuar leyendo «La civilización y la caca (II)»